Las pelรญculas, las novelas, las canciones, la publicidad estรกn hechas a base de revisiones, recreaciones y perversiones de mitos, cuentos y arquetipos creados hace siglos. Si queremos ser cรญnicos, podrรญamos decir que lo รบnico nuevo que ha creado la ficciรณn de unos siglos a esta parte, ha sido una colecciรณn de monstruos a cual mรกs sanguinario (las endogรกmicas criaturas de la Amรฉrica Profunda adictas a las sierras mecรกnicas, los Krueger, los Saw, los Lecterโฆ)
Y, por supuesto, la televisiรณn no desaprovecha los mitos, ya sea para la ficciรณn, ya sea para los programas, basados en la mayorรญa en esquemas antiguos. Parece que cuanto mรกs se ciรฑe un programa de telerrealidad a la narraciรณn de un cuento popular, mรกs cerca estรก de sobrevivir en la parrilla.
LOS CUENTOS Y LA TELERREALIDAD
La telerrealidad muestra a Caperucitas adultescentes bajo las sรกbanas con aprendices de lobos sin retรณrica, mientras las abuelitas defienden el honor de sus nietas ante la audiencia. Hay Blancanieves que intercambian casas huyendo de enanos faltones y de prรญncipes que perdieron el lustre. El rey que buscaba una dama adecuada para su hijo, ahora regala a su vรกstago, y no requiere a las aspirantes zapatos de cristal ni ruecas que fabriquen oro.
TELERREALIDAD Y PEDAGOGรA
La telerrealidad es acusada por sus detractores de ser contraria a la educaciรณn igualitaria entre los sexos. Alicia Miyares, doctora en Filosofรญa, habla de cรณmo a la par que aparecen leyes para la igualdad de gรฉnero, los medios de comunicaciรณn mantienen los mitos en sus producciones. Nadie pone en duda que ciertos personajes de la telerrealidad son ejemplos perniciosos para los espectadores mรกs jรณvenes y menos formados que pueden llegar a ver la fama televisiva como una meta.
Por otro lado, los programas de transformaciรณn, tambiรฉn cuestionados, toman como base La Cenicienta con la intenciรณn de crear un entretenimiento ligero. Otros espectadores, los prefieren a los programas de convivencia.
La mayorรญa de los espectadores no evalรบan si la telerrealidad es perniciosa: quiere historias โmรกs o menos verdaderasโ con finales felices.
CENICIENTA CATรDICA
En una misma tarde, y en distintos canales de televisiรณn, encontramos a jovencitas que quieren cambiar de aspecto para declararse a su prรญncipe azul (muchachotes con miradas no muy lรบcidas, pero que parecen sanotes); mujeres que buscan un traje de novia para el gran dรญa de su vida; mujeres que tienen el traje, pero quieren tenerlo pegado a la piel, temiendo que unos gramos de grasa corporal desluzcan la ceremonia; y mujeres maltratadas por la vida o maltratadas por ellas mismas que desean carillas de porcelana en la boca y un nuevo vestuario como punto de giro de sus vidas.
De todas estรกs variantes de La Cenicienta, los programas de transformaciรณn total son los mรกs emotivos.
LOS COACHES, LAS NUEVAS HADAS
En los programas de transformaciรณn los productores sustituyen a las hadas madrinas por coaches, y los villanos por jurados anรณnimos o familiares. No me gusta que me vean con mi madre, dice la niรฑa que deambula por la casa como un fantasma. En este momento, la Cenicienta deprimida, la mamรก infravalorada, que mendiga atenciรณn se gana al espectador.
EL ESQUEMA DE LOS PROGRAMAS DE TRANSFORMACIรN
El esquema narrativo es sencillo y atrapa la atenciรณn de todo tipo de espectadores:
- La heroรญna es presentada en el momento mรกs ingrato de su vida.
- El hada madrina, duende o genio se mimetiza de coach, usa trucos y se vale de ayudantes para la transformaciรณn.
- La heroรญna duda del camino escogido: ยซNo sรฉ si quiero seguirยป o ยซtodos estรกn contra mรญยป, son frases que repiten.
- Finalmente, la heroรญna se enfrenta a los monstruos que la cuestionan o se enfrenta a ella misma.
La heroรญna aparece como un cisne en la รบltima secuencia. Lรกgrimas de felicidad. Reconocimiento. Autorrealizaciรณn. Se completan los รบltimos peldaรฑos de la pirรกmide de Maslow (considerada perversa por algunos estudiosos de la Comunicaciรณn). El ยซquรฉ pasa despuรฉsยป, no importa. Los cuentos se crearon para deleitar en las noches de invierno, y en esas horas frรญas, se requieren finales felices.