‘Another girl, another planet’, el único gran éxito de The Only Ones

14 de febrero de 2018
14 de febrero de 2018
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(«Creo que estoy en otro mundo contigo. Estoy en otro planeta contigo»).

El nombre de Peter Perrett volvió a resonar en 2017. Su disco How the West was won figuró en varias listas de «lo mejor del año». Fue algo sorprendente. No solo porque hubiesen pasado más de dos décadas desde su anterior álbum, sino porque algunos no imaginaban que este británico seguía vivo.

En 1978 Perrett editó su primer disco al frente de The Only Ones, banda encasillada en la escena punk new wave del Reino Unido, aunque su estilo sintonizase mejor con los sonidos neoyorquinos de Lou Reed o Television. En aquel álbum apareció Another girl, another planet. Es el tema más recordado de la banda, para muchos el único conocido, lo que les colgó la etiqueta de «one hit wonder» (maravilla de un solo éxito), que en la industria musical es como se conoce a los artistas que gozan de un único triunfo discográfico y después caen en el olvido.

Siendo objetivos, el caso de los Only Ones no merecería esa definición. En realidad ellos no tuvieron ningún éxito. Cuando esta canción fue editada no entró en las listas. Sí lo hizo, modestamente, en una reedición de 1992. Se haría más conocida por la versión de Blink 182 y, especialmente cuando la compañía Vodafone la utilizó en su campaña de 2006, lo que motivó una breve resurrección de la banda que la trajo de gira por España. Allí vimos a un Perrett de facciones chupadas, sin apenas capacidad pulmonar, con los huesos a ras de piel y las venas hinchadas. Sabíamos de sus vicios, pero hasta ese momento no le pusimos rostro al alcance de su destructiva vida.

(«Siempre flirteo con la muerte. Parezco enfermo y no me importa»)

Todo empezó a comienzos de los 70 junto a su mujer, Zena. Apenas tenían 20 años y el rock’n’roll y las drogas fueron de la mano. Cuando montó su primera banda, ya trapicheaba. Como músico avanzó lento, pero como camello subió rápido de estatus, pasando a mover cantidades importantes entre una selecta clientela. Primero marihuana, después cocaína y finalmente caballo. Quería ser una rock star, pero eran las sustancias ilegales las que traían el dinero y pagaban sus facturas, las grabaciones de sus discos y su vida de placeres.

Perrett negó siempre que esta canción fuese sobre drogas. Dijo que hablaba de una chica, yugoslava y algo marciana, con la que no llegó a liarse, pero que se le metió dentro del coco. Para hablar de ella se valió de una letra ambigua repleta de metáforas asociables al imaginario del adicto.

(«Te metes bajo mi piel, pero no lo encuentro irritante. Siempre juegas para ganar, pero no necesitaré rehabilitarme»).

Decía Perrett que en 1978 estaba más interesado en el sexo que en las drogas. Pero eso no tardó en cambiar. En 1980 todos los Only Ones estaban en la heroína, aunque Perrett y su compañera, fieles a su espíritu hedonista, fueron quienes más profundo descendieron al abismo. Ese año la discográfica los echa y la banda se disuelve.

Y cuando el narcotráfico se convierte en un riesgo insostenible, se dedican a vender los muebles y otros bienes adquiridos en tiempos de bonanza para poder mantener el consumo. La guitarra de Perrett queda abandonada mientras su dueño se pasa dos décadas encerrado en casa, sujetando papel de plata ennegrecido y contemplando la pared.

(«El viaje espacial está en mi sangre y no hay nada que pueda hacer al respecto. Los viajes largos me agotan, pero sé que no puedo vivir sin esto»)

No se veía una resurrección como la de Perrett desde los tiempos del bíblico Lázaro. Está limpio y vuelve a sentir la vida tras años emocionalmente inertes. Sus más recientes canciones han recuperado la magia, aderezadas con las experiencias de una historia tóxicamente épica en la que ha visitado lugares de los que muy pocos han vuelto para contarlo. «Otro planeta te está reteniendo», decía al final de su canción más famosa. Parece que Perrett por fin ha regresado al nuestro.

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