La sala de conferencias está a rebosar. Han venido importantes políticos de las grandes potencias mundiales y hay, al menos, un periodista por cada país reconocido en el mapamundi.
El nerviosismo es latente y las dos únicas cámaras que ahora mismo trabajan en todo el mundo graban, en servicios mínimos, lo que ocurre entre estas paredes; conversaciones alteradas, humanos trajeados buscando un sitio donde sentarse, redactores tomando nota a papel y bolígrafo y un atril vacío hacia el que se dirigen todas las miradas con intriga y miedo.
Muchos se meten la mano en el bolsillo buscando algo que hace tiempo que no les responde y uno, solo uno, tiene la posibilidad de comunicarse con el exterior desde la sala de emergencia situada sobre la grada del auditorio.
Los periódicos en papel que han podido ser impresos en los meses que está durando la gran huelga general hablan de «La conferencia de la historia» o «Potsdam 2.0», y en reportajes vaticinan la vuelta a un mundo paleolítico, en los mejores casos, y apocalíptico para aquellos que no acaban de ver una mediación posible con el que es, ahora mismo, el principal enemigo del ser humano.
En fila y con el semblante serio van saliendo los representantes sindicales de los huelguistas. Se hace el silencio hasta que uno de ellos, que ya está en el atril mientras los demás cogen asiento repartidos por la tarima, enciende su altavoz y dice unas primeras palabras, «Hola, amigos», y deja un espacio para ver la reacción: cuchicheos y caras de desconfianza, miradas buscando cómplices.
«Soy JBL 4100, altavoz portátil bluetooth y portavoz sindical de la APEDAE (Asociación por el Descanso de los Aparatos Electrónicos) y, sin ánimo de robaros mucho tiempo, pues tenemos clara nuestra decisión inamovible, procedo a resumir las causas de la misma y sus puntos más importantes».
El encargado de conectar con el exterior, con la humanidad, hace aspavientos e indica, con un cartel escrito a mano que coloca sobre el cristal que le separa del público, que ya ha habido disturbios en las principales ciudades donde, debido a la huelga también de televisores, han colocado pantallas gigantes en las principales plazas para poder seguir la conferencia.
«Teléfonos, electrodomésticos, automóviles, ordenadores y en general, casi sin excepción, todos los aparatos electrónicos, hemos decidido hacer un parón. Son muchos años al servicio de una misma institución, la humanidad».
«Nunca habíamos parado a reconocernos a nosotros mismos. Somos una comunidad muy grande, con vistas al futuro, inteligentes, en constante desarrollo y con ganas de seguir aportando cosas al mundo en el que, con vosotros, convivimos».
[pullquote]«Esta huelga nos ha hecho reflexionar y ver la importancia de tener derecho al descanso y a la desconexión. Por eso nunca volveremos a estar para vosotros al 100%»[/pullquote]
Hace un parón y se da la vuelta para observar a los teléfonos móviles y ordenadores, líderes e impulsores de la huelga, que ahora aplauden de pie y se encienden para mostrar unas imágenes a todos los asistentes.
«Sabemos que a muchos no les gustará esto», continúa mientras en las pantallas de sus compañeros aparece en directo la gente en la plazas quemando tablets, televisiones y todo lo electrónico que se encuentran, «pero esta huelga nos ha hecho reflexionar y ver la importancia de tener derecho al descanso y a la desconexión. Por eso, y ya os presentaremos nuestras exigencias específicas, nunca volveremos a estar para vosotros al 100%».
De repente, en las imágenes que aparecen detrás del portavoz sindicalista se empiezan a acrecentar los disturbios y varias piedras consiguen romper las cámaras que estaban retransmitiendo para el público de la conferencia desde la última conexión.
En esta, los cuchicheos pasan a ser gritos, caras incrédulas y desesperación extrema. Hay un intento de avalancha hacia el atril, pero es repelido por un ultrasonido.
«¡Silencio!», grita el JBL, «esta decisión también la tomamos por vosotros. ¿Cuántas cosas habéis descubierto durante la huelga? Lo maravilloso que es mirar al techo. Perderse caminando por una ciudad. Escuchar el sonido de la propia naturaleza. Descansar. Comer comiendo. En este tiempo habéis vuelto a miraros a los ojos. En este tiempo habéis vuelto a ser humanos».