Transatlantic Trade and Investment Partnership. A este nombre responden las siglas TTIP, que desde hace unos meses aparecen, normalmente, para ser criticadas desde la izquierda. Aunque ahora técnicamente está en una vía muerta por políticos temorosos del coste electoral de las movilizaciones sociales, Greenpeace no quiere que los ciudadanos se duerman y advierte contra el TISA, el Acuerdo Internacional sobre el Comercio de Servicios, un tratado que, de firmarse, afectaría a más de 1.800 millones de personas en 50 países, incluida la UE.
Este martes, la sede holandesa de la organización ecologista publicó los #TISAleaks, que de acuerdo a lo que dice WikiLeaks, metida en el ajo, es el tratado en el que «los lobbies neoliberales ponen sus esperanzas como vehículo para reescribir las reglas mundiales y asegurarse una gran cantidad de derechos corporativos». Los documentos son de los pasados meses de junio y julio y muestran el estado de las negociaciones antes y después de una reunión.
El futuro acuerdo, según Greenpeace, promete impulsar una desregulación en el sector servicios, afectando a campos tan variados como la energía, el transporte, el agua y otros servicios básicos. Como el TTIP y el CETA, que es lo mismo pero con Canadá, la negociación se está llevando en secreto. Algunos de los documentos incluyen una cláusula por la que no podrían hacerse públicos hasta cinco años después de su firma.
«Nosotros nos hemos fijado en el aspecto que más nos interesa, que no es que sea el más importante pero que es nuestro objetivo, que es que la temperatura del planeta no suba más de un grado y medio y, en el tema de energía, nos encontramos con algunas medidas que van en contra de esta meta», explica al teléfono Miguel Ángel Soto, experto para estos asuntos de la filial española. «No diferencia entre energías limpias y contaminantes, siendo para este tratado igual el carbón que la energía solar, por lo que no estamos caminando en la dirección de cumplir el Acuerdo de París».
El Acuerdo de París, saludado como el gran paso de la última década, se logró durante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y establece medidas para la reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero. Ratificado por 195 países, estos se comprometieron a reducir en 22% las emisiones de gases de efecto invernadero y en 51% las de carbono.
Al no diferenciar entre las limpias y las sucias, se hará imposible, en opinión de Soto, una eliminación gradual de los combustibles más contaminantes, como el carbón o el fracking. «Para cumplir este acuerdo hace falta una transición y para que ocurra hay que decir no a determinadas fuentes de energía e incluso regular contra el libre mercado favoreciendo las renovables, que necesitan incentivos y una nueva regulación», arguye.
De acuerdo a la organización y la web donde se han filtrado los textos, no importa si tu campo de preocupación es el medioambiente, los animales, los derechos laborales o la privacidad en internet; TISA amenaza a todo, y como en el caso del TTIP y el CETA, es «una transferencia de poder desde la gente hacia las grandes empresas». Por ejemplo, según lo filtrado por Wikileaks hace más de un año, la futura regulación eliminaría la obligación de que las empresas tecnológicas tengan los datos de los ciudadanos europeos en el suelo de origen, como llevan años pidiendo lobbies como la Coalition for Privacy and Free Trade.
«Luego hay un tema de democracia y es cómo se pueden negociar asuntos de tanto calado con secretismos, cómo se pueden declarar secretas cosas que afectan al público como los transportes, el agua, los servicios públicos…», filosofea Soto. También muestra una agenda oculta del mundo de los negocios, que sigue su propio camino mientras los países llegan a acuerdos como el de París o la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
El 19 de septiembre comenzó una nueva cumbre para seguir negociando el TISA. Bruselas fue sede de varias protestas contra este tratado y el TTIP, y desde las plataformas de filtración avisan: vienen nuevos documentos en el futuro cercano. Habrá que ver si la reacción es la misma que contra el TTIP y se logra parar o si, al final, este nuevo caballo de Troya de las élites, como lo llaman sus críticos, acabará entrando en vigor.
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