Tony Soprano, el don merece un respeto

Los tiempos o la percepción del tiempo se han achicado con internet.
En los créditos de introducción de Lou Grant las noticias de la mañana servían para la caca de la jaula de los pájaros a la noche. Hoy, las noticias no sirven para la caca porque vienen pixeladas, pero el efecto en los receptores es el mismo: carecen de importancia, son desechables hasta el siguiente trending topic.

La vieja fórmula de la comedia

La percepción del tiempo como rápido hace que la comedia (o la pretensión de comedia) no venga dada por la fórmula clásica tragedia+tiempo expuesta por Woody Allen por boca de Alan Alda en Delitos y Faltas.
Tragedia más tiempo - Delitos y Faltas
La fórmula clásica tenía un sentido de agradar al público en otros tiempos en los que no había acumulación de noticias y sensaciones lúdicas.
En la actualidad se hacen chistes de tragedias que están frescas o hace años que se desarrollan sin visos de fin (como las guerras en Oriente Próximo o tragedias naturales en países lejanos). Chistes sobre las víctimas de crímenes cruentos recientes a las pocas semanas.

La muerte y la intrascendencia en las redes sociales

“Se muere un pobrecito y en su casa ni se acuerdan; se muere un rico y llora todo el mundo”, decían nuestras abuelas con resignación, sin burlas hacia la persona fallecida. Entendían que la muerte de una persona real no debe ser motivo de burla.
Hoy, la muerte de un personaje famoso es tomada a burla a los pocos minutos. En las redes sociales se han mezclado la estupefacción, el homenaje y el respeto hacia David Carradine, o Michael Jackson, o Amy Winehouse con la burla y el escarnio hacia ellos y su legado.
Para muchos, la muerte de un personaje famoso no tiene mayor trascendencia que el bebé gracioso de Youtube, la aspirante a Miss que dice tonterías o el gato que sopla las velas de una tarta. Todos son personas o momentos que pueden ser tomados a burla.

Tony Soprano se gana el respeto

Por ello, resulta curioso que Tony Soprano (el personaje que engulló a James Gandolfini) merece el respeto del colectivo de usuarios de las redes sociales. (¿Durará la admiración y sorpresa poco más que la conseguida por la malograda Amy Winehouse?). Ahora abundan las recopilaciones de momentos de Tony Soprano, de mejores frases, de loas a un hombre-personaje que contribuyó a la renovación ética y estética, y la mitificación de las series de televisión.

Por qué queremos a Tony Soprano

Tony Soprano es quizá el primer personaje poliédrico de la televisión. Antes que él, los buenos eran buenos (algunos con vicios más o menos aceptables), pero los malos eran malos sin medias tintas. Tony Soprano fue el primer calco de una persona real: ni buena ni mala. Al menos ni buena ni mala desde su punto de vista. Un hombre común con un negocio nada común. Un hombre de familia con sus claroscuros. David Simon, que por entonces trataba de levantar The Wire, supo ver la grandeza de Los Soprano que por entonces solo llevaba una temporada a su espalda:
Los Soprano se convierte en arte cuando habla, más que de la mafia, de la familia americana”, (escribe David Simon en la biblia de The Wire, 2000).
Y era ciertamente, de lo que trata Los Soprano: de una familia.
Una idea que no hubiera fraguado sin James Gandolfini, un hombre con un gesto bonachón que podía transformar en agrio. Los Dexter, Nucky Thompson o Walter White que se muestran tristes mientras reflexionan sobre su vida y sus crímenes mirándose al espejo tienen un claro referente en Tony Soprano/James Gandolfini. Un hombre que no se considera El Padrino, un hombre moderno que necesita que alguien le escuche, aunque luego haga burla del hombre con sentimientos.
Quizá Tony Soprano/James Gandolfini está libre de burlas, por ahora, a que lo vemos como nuestro tito, nuestro hermano, nuestro amigote. Está metido en asuntos feos, pero lo queremos igual. Nos ha confesado sus peores defectos, sus peores pecados, y lo hemos acompañado a los sitios más nauseabundos. Burlarnos de él, es burlarnos de nosotros mismos, de nuestra debilidad. Tony Soprano/James Gandolfini es uno de los nuestros.

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