Hay quien dice que los troles en internet se han cargado el debate y el intercambio de ideas. Una cultura dialéctica en la que se aplaude mucho más un zasca que una respuesta comedida y argumentada, amenaza con hacer más pobre a la sociedad. La humillación sobre el convencimiento.
En esa selva, las empresas de reputación digital están a la orden del día. Alguien decide que necesita cuidar su imagen en la red y paga a una de estas empresas para que se encargue del blanqueo. Pero, ¿qué ocurriría si las empresas de reputación digital se empleasen únicamente en enfangar a la competencia? Eso es algo que existe aunque no se confiese y Let’s Pacheco (Carmen y Laura) han querido hacer una aproximación humorística al fenómeno.
Troll Corporation (Astiberri, 2018) es una representación algo –pero no muy– distópica de cómo sería el día a día de una startup especializada en dar por saco en la red.
La cosa comenzó cuando Orgullo y Satisfacción, que en paz descanse, pidió a las hermanas Pacheco una tira cómica que tratase temas de actualidad para su revista satírica . «Se me ocurrió que podría ser gracioso dedicarle una serie a un trol de internet, una tira en la que el personaje saliera siempre en la misma postura frente al ordenador. Al día siguiente, mi hermana ya había desarrollado la idea, no de un trol, sino de toda una organización, había definido algunos personajes y escrito varios guiones», explica Laura, la ilustradora.
A partir de ese concepto, Troll Corporation no es sino una representación corporativa de todas las miserias humanas que emanan a través de internet. Lo bueno es que el revestimiento humorístico permite olvidar que, quien más y quien menos, tiene sus arranques miserables.
[pullquote]Personalmente odio con todas mis fuerzas el concepto de zasca. En lugar de reflexionar sobre los argumentos con los que alguien rebate la opinión contraria, se jalea el tono faltón y el tanto que se apunta uno sobre otro como si fuera una pelea de patio de colegio.[/pullquote]
La empresa ‘fundada’ por las hermanas Pacheco tiene guiños reconocibles por todos: la superioridad moral de algunos usuarios, el ofendidito de manual al que le afectan todo comportamiento del prójimo o el tipo que disfruta solo llevando la contraria a los demás para ver cómo brota el odio. «Es increíble la satisfacción que pueden aportar unos cuantos likes. También están los que se sienten con la obligación de corregir a todos los que según ellos están equivocados, pero no es el caso de los troles más genuinos. Estos más bien buscan la diversión de sacarte de quicio», explica Laura.
Además, las viñetas hacen referencias a algunas de las realidades más afectadas por la morralla digital como la victoria de Trump, el Brexit o la injerencia rusa en la política internacional.
Para Carmen Pacheco, mucho de lo que ocurre en los ecosistemas digitales viene alentado por aquellos medios o personas que azuzan la red para obtener beneficio. «El clickbait es una práctica que ya no solo usan los medios para conseguir visitas. La exageración, la provocación y el alarmismo son recursos que muchas personas usan en redes sociales para llamar la atención, conseguir seguidores o simplemente protagonizar la polémica del día».
Pacheco&Pacheco reconocen que «nos hemos vuelto un poco haters» y que se ha de reivindicar el tiempo en el que el caldo no estaba tan agrio y se empleaba más ingenio y menos mala baba. «La gente suele estar tan encendida que es muy fácil hacer que entren al trapo», dice Carmen. «Uno de mis espectáculos preferidos en Twitter es cuando @desahogada (una youtuber famosa por sus doblajes) retuitea las noticias más absurdas de El Mundo Today y hace un comentario como si se las creyera. En dos minutos tiene a un montón de listillos riéndose de ella sin darse cuenta de que están siendo troleados. Me encanta porque pone en evidencia que cuando estamos ansiosos por corregir a alguien, por quedar por encima de otra persona, es fácil que acabemos haciendo el ridículo».
En Troll Corporation hacen referencia a la lideresa del troleo, a Esperanza Aguirre. Porque al final, eso es lo que ocurre con los troles de internet. Forman parte del ecosistema, quieres que desaparezcan, pero cuando se van, echas de menos las caras de asombro. A ver si podemos tomarnos las cosas con más filosofía.