¿Se puede ganar un concurso de memoria pensando casi todo el tiempo en Claudia Schiffer? ¿Y encontrar las llaves del coche imaginando el plato que mejor cocina tu madre? No solo es posible si no que es recomendable gracias a «El palacio de la memoria». Este término que suena a novela de Paul Auster es el que repite una y otra vez el periodista estadounidense Joshua Foer para explicar su prodigiosa capacidad de recuerdo encerrada en un cerebro de inteligencia media. El hombre no es solo lo que come o lo que piensa. Es también lo que recuerda y lo que olvida.
Con él explica cómo pasó de cubrir para su revista un campeonato nacional de supuestos «nerds», capaces de reproducir sin equívoco interminables secuencias numéricas, a ganarlo doce meses después. Soltó cientos de cifras de un golpe. Así dejó claro al mundo que no hace falta ser un empollón, un superdotado o un taxista de Londres para adquirir esta habilidad. «El secreto no tiene que ver tanto con la inteligencia como con la imaginación y eso está al alcance de todos», nos cuenta. Al principio no nos lo creíamos.
Pocos envidiarán el trofeo que tiene en casa, pero la capacidad de recuerdo tiene muchas más ventajas, que desarrolla en su libro «Moonwalking with Einstein» (traducido en castellano como «Los desafíos de la memoria“). Foer utiliza una técnica milenaria para retener importantes cantidades de información y, de paso, no depender tanto de agendas, tabletas, smartphones y demás accesorios que no siempre podemos llevar encima.
Se debe relacionar esa información que deseamos retener con cosas familiares y atractivas para nosotros, luego visualizar esa relación y por último ordenarla en habitaciones separadas, como él mismo cuenta en este vídeo. «El arte de memorizar mejor consiste en crear imágenes en la mente que sean tan raras, tan bellas y tan poco comunes a lo que hemos pensado antes que sean difíciles de olvidar», explica.
Por ejemplo, la portada de la primera edición de su exitoso libro muestra a un mono colgando del techo al lado de una enfermera sexy. Cuanto más absurda y lasciva sea la relación de ideas más fácil nos resultará retener los datos, recomienda. Al final Foer termina reconociendo que llegó a ganar el campeonato acordándose más de la cuenta de la Schiffer. Ahora ya empieza a parecernos que la gesta está al alcance de cualquiera.
En el pasado, poetas griegos -Simónides de Ceo- y misioneros jesuitas -el italiano Mateo Ricci- han recurrido a esta regla mnemotécnica para dejar claro que la mente es una de las armas más poderosas del ser humano. «Borges dijo que pensar es olvidar. Somos la suma de nuestros recuerdos, pero también producto de lo que olvidamos“, dice Foer. Por eso, mantener a raya nuestra memoria puede ser una buena técnica de supervivencia. Él periodista especializado en información científica, relató en uno de sus artículos para National Geographic el infierno diario en el que vive una mujer que no es capaz de eliminar ni un solo dato de su cabeza.
Sócrates temía que la llegada de la escritura fuera perjudicial y que una vez que expresáramos nuestros pensamientos internos escritos sobre un papiro, nos convertiríamos en vasijas vacías. Como si dejar de recordar cosas nos hiciera intelectualmente endebles. «Aunque el filósofo exageraba, hay algo de mérito en su miedo, porque seguimos pensando de un modo similar. Relacionamos el conocimiento superficial con el que se almacena en lugares externos y el conocimiento profundo el que almacenamos en nuestra cabeza».
Entrenarnos y amueblar nuestros recuerdos nos puede ayudar a sobrevivir en la Era de las nuevas tecnologías y de las redes sociales. Foer lo advierte con vehemencia: «Sin duda las redes sociales están cambiando la noción de memoria colectiva. Estamos dejando de ser una colección de individuos para ser una enjambre de mentes individuales que piensan y actúan en concierto. La llegada de la escritura nos cambió cultural y cognitivamente. Y la transición a las nuevas tecnologías va a ser igual de tumultuosa. Más incluso que la del mundo oral al escrito».