Turismo para construir ciudades en vez de destruirlas

4 de noviembre de 2014
4 de noviembre de 2014
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Al artista y diseñador español Jorge Mañes le gusta que las cosas no sean lo que parecen. O más bien, que no parezcan lo que son. Cuando él observa un espacio, su mirada olvida la imagen real y conforma entornos trasladados «en el tiempo», «en el espacio» y en «sus posibilidades».
En ocasiones, crea objetos únicos inspirados en esos sitios y prefiere componerlos «de recuerdos y simbología» en lugar de con átomos industriales. No entiende por qué los otros diseñadores «menosprecian el souvenir» como base para sus intervenciones; a él le parecen elementos «poéticos y emocionales». «Puedes crearlos tú mismo y pueden contar la historia de un lugar. Del que visitas o del que eres», afirma. Cuando a Mañes se le pide que afine a responder cuál es su oficio, dice: «turista perpetuo».
Este joven creativo afincado en Holanda piensa que el concepto de turismo está mal entendido y mal llevado a la práctica. Él es un firme detractor de la sobreexplotación comercial e industrial de los lugares; aboga por la reinvención contemporánea de las joyas arquitectónicas abandonadas; y detesta, por encima de todo, esas «millones de figuritas de fábrica todas iguales» que adquieren los visitantes a los pies de cualquier monolito.
«A mí lo que me gustaría es que decir ‘ese es un turista’ no fuera algo peyorativo», matiza sus intenciones, «sino que se refiera a alguien que siente curiosidad por lo que le rodea». Ahora mismo, dando fe del tipo de práctica turística a la que se refiere, a través de su estudio Seethisway trata de transformar una iglesia cerrada y expoliada del sur de Italia en un espacio recuperado.
«La intención es crear nuevas esculturas que llenen el vacío, y también reabrir la iglesia para los vecinos, pero esta vez, en vez de cómo un símbolo religioso, como un lugar de cultura, con obras nuevas que sustituyan las viejas que se robaron, inspiradas en los colores originales del lugar y en la tradición, pero desde una visión contemporánea». Al proyecto lo ha llamado Buona Fortuna y ya tiene cita para exponer algunos de los objetos creados en Estados Unidos.
YOROK
Afirma el artista que el germen de su obsesión por transformar espacios le brotó en el parking de un Supermercado Tesco, en Londres, donde estudiaba en la Royal College of Art. En su conferencia para TEDx Madrid contaba que «cada cliente de la tienda tiene derecho a tres horas de parking por menos de una libra», explica Mañes donde vio el filón del aprovechamiento alternativo de recursos.
Él, lo que percibía en ese lugar, en vez de un aparcamiento, era la pista de tenis más grande de Londres, «y cubierta». «El cliente decide qué hacer con su propio espacio, así que cuatro personas pudieron disfrutar de un partido. Y gracias al sistema de cámaras pude grabar mi propio torneo en video», termina de redondear el plan.
Entre los experimentos turísticos que tiene en su historial, está la primera producción ilegal de souvenires en lo alto de la Tour Eiffel (The Eiffel Factory), un proyecto para el que tuvo que introducir el material de producción en bocadillos y le sirvió para servir al público su oportunidad de crear sus propios recuerdos del momento.
También, en una cruzada contra la comercialización del Camino de Santiago, recorrió el pasaje en una bici armada de una máquina de fabricar objetos que funcionaba con el propio velocípedo. «Y amigos, sobre todo fabricaba amigos y relaciones con los locales», asegura sobre la experiencia.
En los pueblos chinos que inundó por completo la Presa de las Tres Gargantas, la presa hidroeléctrica más grande del mundo, Mañes entendió que aún había un recuerdo personal que llevarse. Su idea, Normal Pool Level, fue recoger agua de una ciudad sumergida y empaquetarla en garrafas de plástico, después decoradas con motivos tradicionales chinos.
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«Se trata de bellezas trágicas, pero también sublimes, extraordinarias, casi surrealistas. Símbolos que son capaces de revelar lo que las fotografías no pueden. Reinventar el futuro de los lugares».
El madrileño está harto de que «nos empeñemos en ver el turismo como un negocio, como una industria», pero está convencido de que «con un turismo más sostenible y creativo podemos seguir tendiendo puentes entre diversos lugares y culturas. Puentes que hoy necesitamos más que nunca».
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