Hace no muchos días la artista visual mexicana Gabriella Gómez-Mont tuvo que esperar 15 minutos para cruzar la calle. “Cientos de ciclistas habían formado un grupo y estaban recorriendo la ciudad”, explica. El incidente, que habría desesperado a más de uno, para Gómez-Mont se trató de un hecho que narra “supergustosa”. “Porque toda esa gente se había reunido para reivindicar el uso de la bicicleta en Ciudad de México. Porque existe ahora un interés de la sociedad civil que no había antes. La gente ya no solo quiere criticar, sino proponer, mejorar la experiencia urbana. La población está lista para hacer cosas por su ciudad”.
Quizás por ese modo de entender los diálogos de los urbanitas con su entorno esta creadora fue llamada por el Gobierno del Distrito Federal para dirigir un “experimento” de experimentos. Se llama Laboratorio para la Ciudad, y se trata de la primera plataforma del país en la que se generan “diálogos y complicidades” entre gobierno, sociedad civil, iniciativa privada y organizaciones no gubernamentales “para pensar y hacer ciudad en conjunto”. “Un espacio experimental de generación de ideas, incubación de proyectos y construcción de buenas prácticas”, concretiza la directora. “La manera de reimaginar la ciudad (im)posible”.
– La organización TED le galardonó con el premio anual a personas excepcionales que quieren cambiar el mundo. ¿Cómo es tu idea para cambiar el mundo, Gabriella?
– Yo más bien quiero empezar por cambiar una ciudad muy grande, como esta, que es una megalópolis compleja y fascinante con 22 millones de personas. Es la primera vez que un equipo como este, interdisciplinar, entre los que hay artistas, sociólogos, psicólogos, arquitectos… miembros de la sociedad civil, en definitiva, y que además pretende mantener un diálogo directo con el resto de la sociedad para que participe, se incorpora a la estructura oficial del gobierno para llevar a cabo un proyecto –con un compromiso de cinco años-. Surgirán ideas nuevas y se aplicarán. Se buscarán soluciones entre todos para los problemas que nos afecten. Es un Think Tank creativo. Queremos hacer experimentos que cambien el DF, y nosotros, a su vez, somos un experimento.
Laboratorio para la Ciudad, que se inspiró (“sin copiarlos”) en otros proyectos de colaboración entre ciudadanía y gobiernos como los que hay en Boston, Nueva York, San Francisco o Helsinki, pretende ser una jeringuilla de ideas para inyectar propuestas alternativas a la vida en la urbe, y por otro lado, también una hoja en blanco para que los ciudadanos puedan proponer algunas de esas iniciativas.
“Proponer ideas y fomentar que otros también las propongan”, dice Mont. “Nuestro trabajo empieza casi de cero, porque aunque nos ayude observar iniciativas como la de Boston (700.000 habitantes), una ciudad como esta tiene características muy diferentes. Porque es gigantesca, porque somos un país emergente, porque el 50% tiene menos de 26 años, porque la mitad de la población se dedica al negocio informal, porque estamos a la vanguardia en políticas de inclusión y libertades como el matrimonio gay o el aborto…”, mide el terreno Gómez-Mont.
Para lograr que realmente se dé este intercambio con los ciudadanos, su equipo, que tras meses de gestación ya ha pulsado el botón de inicio de la aventura, prepara ‘Provocaciones’ que llegarán al público en forma de preguntas y planteamientos que “a todos les pueden preocupar, y seguro que hay un montón de gente, aparte del gobierno, con ideas para intervenir en ellas”.
“Una ciudad necesita pensar fuera de sus bordes”, afirma la ideóloga. Con el fin de atender a estos problemas singulares, el nuevo Laboratorio busca encontrar remedios igual de singulares. “No se trata de encontrar soluciones prácticas, como se hacía en los 70. Es más generar una ciudad que en vez de limitarse a acoger al cuerpo humano también acoja a la imaginación humana”.
Entre sus alternativas, al equipo se le han ocurrido estrategias como hacer de la ciudad una pista de baile gigante para luchar contra la obesidad que afecta gravemente al país. También tienen otras como Ciudad Peatón, una ‘provocación’ que solicita ocurrencias que logren disminuir el uso del automóvil y otorguen a los viandantes mayor libertad sobre el espacio público; Código para la Ciudad de México alienta a programadores a desarrollar soluciones digitales creativas que respondan a problemáticas urbanas concretas, y se da la oportunidad a algunos de trabajar junto a los equipos oficiales; HackDF es el primer festival de datos de la Ciudad de México, una plataforma que respalda un plan de Gobierno Abierto y que se plantea como una plataforma de transparencia, mecanismos de colaboración y fomento del emprendimiento a través de soluciones creativas”; Sesiones de Azotea es un espacio abierto al diálogo entre todos los agentes ciudadanos; Y Mextrópoli, una festividad de la arquitectura en la que se pretende que participen todo tipo de vecinos, «no solo los arquitectos”. A esas quieren que se vayan sumando otras muchas iniciativas.
“No se trata de una fórmula única. Vamos inventando nuevas sobre la marcha. A veces haremos de cupido entre sus ideólogos y los departamentos de gobierno que las puedan llevar a cabo y otras veces seremos el vínculo para ejecutarlas”. Para financiar cada uno de los proyectos, buscarán ser flexibles y barajan posibilidades que abarcan desde los fondos oficiales a la intervención privada.
“Las palabras clave son innovación cívica y creatividad urbana”, indica Gómez-Mont. El primer sintagma -para cuya materialización más específica está dispuesta una página abierta a todo el mundo llamada Ciudad Propuesta (para que la sociedad civil participe de manera interactiva en la toma de soluciones sobre la ciudad)- “significa que estamos tratando de hacer entender que el gobierno es una plataforma de todos, donde podemos hacer juntos lo que no podemos hacer solos”. “Antes de empezar, yo no podía imaginarme que en este tiempo 400 personas iban a mandarnos propuestas, es decir, que 400 personas tenían ganas de trabajar junto al gobierno y proponer las ideas que antes no podían ofrecer porque no tenían un canal para hacerlo”. “La creatividad urbana quiere decir que hay que crear espacios para el ingenio más allá de los habituales. Hacer de la ciudad entera nuestro espacio común para innovar”.
Gómez-Mont cuenta con que algunas de las iniciativas puedan fracasar, “para eso somos un laboratorio. Pero es que para poder dar un cambio, es necesario arriesgarse. En este caso es el gobierno quien se arriesga confiando en la generación de estos espacios híbridos de cambio, y la población tiene que arriesgarse a participar en ellos. Creo que la sociedad mexicana ya está preparada”.
Para esta ideóloga de la Perestroika social mexicana “es una necesidad cambiar nuestro modo de intervenir la ciudad y dar un giro a la concepción de nuestras posibilidades”. “Si piensas que somos 22 millones de bocas que alimentar, es desalentador, pero ¿y si pensamos que somos 22 millones de mentes para pensar? Ahí cambia la cosa”.
* (Puedes seguir a Laboratorio para la Ciudad en sus redes sociales: Facebook y Twitter)