Con Passing Cloud, Tiago Barros propone un nuevo concepto de viaje en el que no tienen cabida ni los horarios ni el destino.
Hubo un tiempo en el que viajar significaba eso mismo: viajar. Los transportes eran precarios y, por eso, quienes emprendían un trayecto, sabían que a lo largo de él pasarían vicisitudes, que conocerían gentes y lugares interesantes pero también que se les haría largo y, a veces, agotador hasta la extenuación. Con el tiempo, la evolución de las vías de comunicación y los medios de transporte redujo las distancias. Los viajes se volvieron más agradables y sobre todo más cortos. El confort y la velocidad cambiaron para siempre el concepto de viajar. El trayecto en sí quedaría relegado a un segundo plano. Una especie de trámite necesario para poder recalar en el lugar deseado. Lo importante a partir de entonces sería el destino.
Tiago Barros no comparte el concepto actual del viaje. Por eso, cuando el diseñador y arquitecto decidió participar en el certamen Life at the Speed of Rail, organizado por el Instituto Van Alen y financiado por el Departamento de Asuntos Culturales de la ciudad de Nueva York, su propuesta fue Passing Clouds. Su proyecto no fue uno de los ganadores. No era ni de lejos el más rápido. Aunque, en realidad, no era ése el propósito de Barros. Lo único que quería demostrar era que existen otras formas de viajar.
“Passing Cloud es un medio de transporte innovador y respetuoso con el medio ambiente que no necesita caras autopistas ni vías ferroviarias para funcionar”, aclara Barros. El ‘vehículo’ se compone de un conjunto de esferas de acero inoxidable y cubiertas de nylon, unidas entre sí. Dice el precursor del proyecto que se inspiró en los antiguos zepelines aunque la forma de Passing Cloud recuerda más a la de las nubes. Algo que no es casual porque el nuevo medio de transporte funciona con el mismo combustible que ellas: el viento. Será el dominante el que decida el camino que recorrerá Passing Cloud.
La esencia del proyecto es esa: concebir un vehículo con el que el viajero se centre en disfrutar del trayecto y se olvide de las prisas y del destino. “Es un viaje único. La sensación de flotar en la atmósfera, en la parte superior de una nube, sin horarios y sin conocer el rumbo. El propio viaje se convierte en el destino».
Imágenes: Tiago Barros