Una auténtica agencia de ‘rating’

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Mr. Sean J. Egan -espigado, rubio y CEO de la agencia de calificación de riesgos Egan-Jones– se levantó ante el comité de Supervisión y Reforma Gubernamental del Congreso de EE UU el 22 de octubre de 2008. La caída de Lehman Brothers un mes antes acababa de dar el pistoletazo de salida a la llamada Gran Recesión y el tema de la audiencia era Las agencias de calificación y la crisis financiera. Frente al presidente Henry Waxman-orejas grandes y un poco cara de rata- y otros 16 congresistas, Egan comenzó:

-“El actual sistema de calificación de riesgos está diseñado para fallar. Las calificaciones de las tres compañías que comparecieron hoy en este comité, Moody’s, Standard&Poors y Fitch [las agencias que controlan el 90% del millonario mercado del rating], fueron una de las causas más importantes en la más extensa y posiblemente cara calamidad financiera en la historia reciente de los EE UU”.

Con la seguridad de saber que su empresa sí había alertado-“AIG, Fannie Mae, Freddie Mac”-, pasó a enumerar varias de las compañías-como “Bear Stearns, Lehman Brothers”-que las tres grandes del mercado y la mayoría de las medianas-algunas llamadas “Countrywide, IndyMac, MBIA”- habían juzgado con alta nota y luego habían acabado bastante mal-a lo “WorldCom, Enron”-. Y parece ser gracias a que Egan-Jones, con su veintena de trabajadores, es la única, junto con LACE Financial Corp, en ser reconocida por la U.S. Securities and Exchange (SEC) como Nationally Recognized Statistical Rating Organization y que en lugar de recibir sus beneficios de las empresas y bancos que evalúan -emisores- lo hace de los inversores que quieren mover su dinero-suscriptores-. Este segundo modelo era precisamente el que seguían las tres grandes hasta finales de los años 70, cuando abrazaron el dinero de los emisores y el vacío de agencias pagadas por los inversores llevó a Egan, junto con su socio Bruce Jones, a fundar la firma que lleva el nombre de ambos en 1995.

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Bill Hassiepen , segundo de Egan y que tiene la singularidad de haber trabajado tanto en las agencias pagadas por emisores como en Egan-Young, explica por teléfono, que la diferencia principal entre los dos modelos de obtener beneficios es que uno lleva implícito un “conflicto de intereses ya que responde ante los emisores y no ante los usuarios de las calificaciones”. En este mismo sentido apunta un reciente estudio titulado Bank ratings, What determines their quality?, divulgado por el Banco Central Europeo. Tras analizar 38.753 calificaciones de Moody’s, S&P y Fitch a bancos de Estados Unidos y Europa entre 1990 y 2011 concluye que “las agencias de calificación dan calificaciones sistemáticamente mejores a los bancos que proporcionan a la agencia una gran cantidad de negocio por calificar bonos de titulización de activos”.

Por hacerse una idea, Moody’s cuadriplicó sus beneficios entre 2000 y 2007 y fue la empresa del índice bursátil S&P500 que logró el mayor margen de beneficio durante 5 años seguido, todo esto mientras daba calificaciones de máxima solvencia a paquetes de deuda colateralizada (CDO) que luego estallaron a sus inversores. Y Frank L. Raiter, antiguo cabeza de la calificación de hipotecas en S&P entre 1995 y 2005, reconocía en dicha comparecencia ante el Congreso en 2008 que “para 2001 el estrés por los beneficios y el deseo mantener los costes bajos nos impidieron de hecho desarrollar e implementar la metodología apropiada para seguir el rastro de los nuevos productos”.

Técnicamente, las calificaciones crediticias deberían servir para mejorar la información sobre un producto o la deuda de un país, anticipando los momentos de peligro. Y es esto justo donde han fallado, desde Enron hasta la crisis fiscal europea, pasando por las subprime de EEUU, la quiebra de LehmanBrothers, AIG y demás asuntos, las agencias han ido con la lengua fuera detrás de los acontecimientos, rebajando notas a entidades y países ya en medio de crisis viciosas para lograr financiación que suelen acentuarse con la bajada de rating.

“Creo que lo que pasa”, continúa Hassiepen , “es que en ese modelo te vuelves complaciente con tu cliente, que es el que te paga, te vuelves demasiado familiar y cuando empiezas a ver dificultades, determinados detonantes que indican que algo va mal, como cuando Enron comenzó a usar los special purpose vehicles [asociaciones de inversores para operaciones de adquisición financiadas a través de deuda bancaria], los dejas pasar”. “Esto no ocurre con Egan-Jones, donde podemos afirmar que no tenemos conflictos de intereses”, explica, “ya que nosotros respondemos ante los inversores, que nos pagan para ser lo más certeros posibles”.

Cuando finalmente puede ponerse al teléfono mr. Sean J. Egan resume el argumento anterior con un “tenemos que ayudar a los inversores a que su dinero crezca y esté protegido, lo que hace que nuestro objetivo sea muy diferente al que tendrá una firma pagada por los emisores, que quieren tener las notas más altas y la mejor clase de emisión de deuda”. Sobre España, Egan apuntó hace unas semanas en la agencia Bloomberg que el país, al que le haría falta una quita del 50% de la deuda, no crecerá hasta dentro de entre 5 y diez años y en su último análisis apuntaba que “Cataluña, Valencia y otras regiones necesitarán probablemente 20.000 millones de dólares, los que tienen deuda de los bancos débiles deberán asumir pérdidas y todo el sistema bancario podría compartir deuda”.

“El mayor asunto en España es si el país o las regiones podrán controlar la deuda que llevan sobre sus hombros y, si tiene dificultades con esto, cuál será el resultado para el inversor”, explica al otro lado de la línea, “y aunque el Banco Central Europeo le ha dado soporte facilitando crédito, España tiene problemas subyacentes como una economía que no crece de manera crónica, un difícil presupuesto federal [sic] deficitario, un desempleo que está llegando a niveles catastróficos, problemas con pérdidas de valor de los bienes raíces sobrevalorados… que no se atajan” Con todo esto, Egan-Jones tiene a España en CC, lo que hablando en plata se denomina default técnico

Algunos respirarán aliviados al oírlo, pese a la anterior suposición educada, afirmar que “afortunadamente Grecia no parece indicativo del futuro de España”. Al fin y al cabo-“General Motor, Bank of America”-, Egan lidera una agencia que ha sabido anticiparse-“Merrill Lynch, Lehman Brothers”- al resto. Como dice -“Fannie Mae, Freddie Mac”- sin pizca de orgullo en la voz:

-Nadie nos ha acusado nunca [“WorldCom, Enron”] de no llegar a tiempo en nuestros juicios.

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Ilustración: Blastto

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Patrick Thomas

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