Es insano, dicen, volver al pasado una y otra vez. Pero resulta inevitable regresar de vez en cuando al tiempo en el que se fue feliz, o eso nos parece ahora desde el presente a quienes ya cumplimos los cincuenta. La espita de esa bomba de nostalgia la abre el descubrimiento en cualquier rincรณn de la casa, ahora que es tiempo de hacer limpieza, de ese objeto ligado al pasado que nos hace cosquillitas en el alma.
O basta contemplar el รกlbum de fotos que crรญa polvo en una estanterรญa del trastero para volver, de pronto, a esos veranos en los que el mรณvil no existรญa, ni las redes sociales ni los selfisโฆ ni puรฑetera falta hacรญan.
Todo el verano en rockys. pic.twitter.com/QEK947rksc
โ Yo fuรญ a EGB (@YofuiaEGB) 13 de julio de 2018
Eran los veranos de los rockys con rayas a los lados, tan coloridos, cortos y ajustados que hoy causarรญan escรกndalo incluso en los mรกs atrevidos. Los vimos en el cine la primera vez, en alguna de esas pelรญculas norteamericanas que hoy ni recordamos. Y como tantas otras cosas venidas de fuera, enseguida pasรณ a formar parte de los fondos de armario veraniegos de los chavales espaรฑoles.
Las cangrejeras eran el calzado oficial, ya pasaras los calores de agosto en el pueblo o en la playa.
Y no habรญa chapuzรณn que se preciase si no se iba acompaรฑado del balรณn de Nivea y una digestiรณn de dos horas, siesta al compรกs de las chicharras mediante, tras aquellas comidas caseras y frรญas guardadas en fiambreras (los tupper son un invento moderno que nada tiene que ver con aquellas cajas de aluminio que olรญan a tortilla de patata o a filetes de pollo empanados cuando los abrรญas), que las madres apilaban junto a la bota de vino en neveras de camping azules o naranjas.
Al final del verano las llevabas marcadas en los pies. pic.twitter.com/ge6dGUEwLH
โ Yo fuรญ a EGB (@YofuiaEGB) 15 de julio de 2018
Cosas que no puedes olvidar este verano si fuiste a EGB https://t.co/PvxAMAlGeZ pic.twitter.com/5iFE3Q981R
โ Yo fuรญ a EGB (@YofuiaEGB) 4 de julio de 2018
A falta de otro medio de transporte, la bicicleta era la reina. Quien no tenรญa una BH de paseo no tenรญa nada. Habรญa otras marcas, incluso puede que mejores, pero esas bicis plegables de todos los colores arrasaban entonces como ahora lo hacen las bicis del Decathlon.
Esa era su ventaja con respecto al resto, que podรญan doblarse sobre sรญ mismas y meterse en el maletero del coche para ir a pasar la tarde de domingo al campo. Quien tenรญa una BH tenรญa un tesoro. Y habรญa que cuidarlo.
Ellas las implementaban poniรฉndoles una cesta en el manillar. Allรญ se metรญan la toalla y las cangrejeras para bajar al rรญo o a la piscina del pueblo de abajo. O a la playa, que de todo habรญa.
Ellos optaban por un tuneo mรกs de barrio, mรกs macarra, quitรกndoles los guardabarros y dejando un solo freno, el de atrรกs, para colmo de riesgo y osadรญa. Despuรฉs llegรณ la Bicicross, tambiรฉn de BH, tuneada de serie y pesada como una losa si habรญa cuestas que subir, que aportaba la imagen de chulo transgresor y malote con la que su dueรฑo buscaba impresionar a las chicas.
Los pequeรฑos quioscos poblaban los rincones del barrio o presidรญan la plaza del pueblo. Tenderetes estrechos, claustrofรณbicos a veces, con una ventana que hacรญa de mostrador donde se parapetaba si llovรญa el quiosquero, aunque en verano preferรญa sentarse con una silla de camping a la sombra del negocio, para atender desde allรญ a los clientes.
Los mรกs asiduos eran los niรฑos, que se acercaban corriendo hasta allรญ atraรญdos por los molinillos de viento de colores que adornaban el frontal del puesto de chuches, pero sobre todo, por el olor a regaliz y chicle Cheiw de fresa รกcida, a pipas Facundo y palulรบ, a Petazetas, a caramelos Pez, a Sugus.
Hallada esta bolsa de pipas #arqueologรญaEGB. pic.twitter.com/fGQmKi7IHb
โ Yo fuรญ a EGB (@YofuiaEGB) 16 de julio de 2018
Y a tebeo tostado al sol y al aire reseco y caluroso del verano; y a novela de Marcial Lafuente Estefanรญa y Corรญn Tellado, que los padres y madres leรญan a la fresca por las tardes, y que bajaban a cambiar por otras una vez que habรญan acabado. Best sellers marca Espaรฑa de la de antes que nada tienen que envidiar a 50 sombras de Grey y otros รฉxitos actuales.
La merienda, si se tenรญa dinero, consistรญa en un Bucanero, un Tigretรณn, un Bony o una Pantera Rosa. O quizรก un Donut que el panadero te vendรญa sin envasar, cogido con pinzas de hielo, si era muy fino, y envuelto en un papel de estraza que enrollaba cogiendo las puntas y dando vueltas hasta dejar cerrado el paquete.
Despuรฉs llegaron los Bollycaos, tan ricos que acabaron usรกndose para describir a los mรกs guapos de la panda, esos que se lo tenรญan creรญdo y no se juntaban con la gente normal por miedo a perder un รกpice de atractivo.
Los que no tenรญan dinero โo una panaderรญa cercaโ merendaban Nocilla untada en pan de hogaza, tan duro que habรญa que morder y tirar con fuerza para arrancar el trozo. No era pan para blandos. Si no se tenรญa una mandรญbula fuerte y una mordida de leรณn, aquel pan de pueblo que duraba dรญas y dรญas podรญa convertirse en una pesadilla alimentaria.
Los padres se iban a tomar unos chatos de vino al bar del pueblo. En copa no, que eso era de seรฑoritos y allรญ todos eran muy de andar por casa. Vino peleรณn y cosechero, que sabรญa mejor con gaseosa o sifรณn. ยซNiรฑo, ponme un tinto con Caseraยป. Las botellas que sobrevivieron a aquellos veranos, vacรญas y roรฑosas, se venden hoy en El Rastro madrileรฑo como si fueran autรฉnticas reliquias.
El que no era de vino era de cerveza; de caรฑa, de botellรญn o de corto, que era ideal para aguantar sin caer borracho perdido en una de aquellas rondas interminables que se pagaban a turnos.
Se servรญa en los mismos vasos de caรฑa que acababan totalmente rallados de tanto lavarlos, pero rellenados solo hasta la mitad. Aceitunas, alcahueses (cacahuetes) o chochos (altramuces) iban de tapa. Las patatas fritas llegaron despuรฉs, con la bonanza econรณmica.
Los niรฑos solo pisaban las tabernas para ir a comprar el vino que se vendรญa a granel. Llevaban la botella de casa y el tabernero se encargaba de rellenarla. Si habรญa suerte y encontraban allรญ a su padre, podรญan llevarse de regalo una Mirinda o un Ryalcao, aquel batido de chocolate, vainilla o fresa que se bebรญa directamente de la botella con una pajita.
La recompensa por haber hecho el recado era un helado. Los habรญa de todos los gustos y sabores, pero los mรกs preciados eran aquellos que tenรญan formas raras: los Colajet, los Drรกcula, los Frigodedo, los Frigopieโฆ
Los Calippo llegaron algo mรกs tarde y cambiaron la manera de tomar un helado. Se acabaron (o casi) los chorretes del hielo derretido bajando por las manos hasta llegar al codo.
O los maravillosos y simples polos de limรณn y naranja, puro hielo con colorante que costaban nada y menos y que eran la pesadilla de las madres, obsesionadas (como las de hoy) por que comieran sano los retoรฑos. Si querรญan helado, mejor un corte, que al menos estaba hecho con leche.
La versiรณn casera de los polos eran los flashes, esos tubos de plรกstico rellenos de un lรญquido inclasificable, coloreado por sabores, que se metรญan en el congelador.
Segรบn donde se veraneara, recibรญa un nombre distinto (flash, polรญn, poloflash, frigolisina, polo de bolsa, boliโฆ) que siempre provocaba risas al escucharlo. Con quรฉ mejor ejemplo prรกctico se podรญa aprender que habรญa otras maneras diferentes de nombrar (y entender) el mundo mรกs allรก de las propias.
El dinero y las llaves se llevaban dentro de la riรฑonera, que era el colmo de la elegancia y el pragmatismo. Venรญan a sustituir a aquellas mariconeras que algunos hombres llevaban como bolo de mano, que tan poco gustaban a los mรกs viriles.
La riรฑonera tampoco es que les hiciera gracia, pero cuando se miraban al espejo y se veรญan con aquellos pantalones de campana y tergal, la camisa de cuadros abierta hasta el ombligo y la gorra de Fontaneros Lรณpez en la cabeza, aceptaban aquella imagen informal y moderna que les otorgaba aquel bolso atado a la cintura.
Algunos llevaron el complemento demasiado lejos en su atuendo y asรญ naciรณ el dicho popular de ยซno hay hortera sin riรฑoneraยป.
La tele no existรญa. No, al menos, hasta despuรฉs de comer, cuando los adultos sesteaban en sus cuartos y los chavales ocupaban el salรณn de la casa para no perderse las aventuras de Kitt, El coche fantรกstico, de Ralph Hinkley, El gran hรฉroe americano y de Pancho, Javi, Chanquete y los demรกs que disfrutaban en Nerja de un Verano azul.
Despuรฉs de la serie de Mercero, ese fue el color de los veranos que vendrรญan despuรฉs y que hasta entonces tenรญa aspecto de foto antigua de Polaroid.
No habรญa radio en la que no sonara la canciรณn que cada verano, sin faltar uno, perpetraba Georgie Dan. Ni verbena en la que no se bailara Paquito Chocolatero ni Los Pajaritos. Ritmos machacones y facilones con letras simplonas (si las hubiese) que iban siendo desbancados poco a poco por canciones en inglรฉs, con letras tan simples o mรกs, pero que como no se entendรญan, gustaban. ยกBendita ignorancia!
Si la mรบsica que se escapaba de las casas y ferias sonaba demasiado paleta, se tiraba de Walkman y cintas de casete que se habรญan grabado de la radio, con paciencia de amanuense, a lo largo del invierno.
Los veranos se fueron haciendo cada vez mรกs cortos a medida que los chavales crecรญan. El trabajo y otros intereses acabaron por reducirlos a periodos de quince dรญas o una semana.
Atrรกs quedaron las BH, las cangrejeras, las riรฑoneras y los Walkman. Sin embargo, una pequeรฑa parte de ellos se quedรณ atrapada en ciertos objetos escondidos o en รกlbumes de fotos olvidados en el trastero. Y de vez en cuando, sin hacer ruido, nos vuelven a hacer cosquillitas en el alma.
Todo el mundo tenia vacaciones en el mes de agosto, el que se quedaba en la ciudad lo pasaba mal!! Todo cerrado.
Bueno ahora toca hacer 24 o 25 horas en tren para llegar al pueblo, una odisea, pero preciosp sin aire acondicionado etc.
Nadie se quejaba, es una aรฑoranza que queda para siempre como tantas y tantas.
Saludos a todos y a recordar que es bonito
Sรญ, los que tenรญamos pueblo รฉramos muy afortunados. Los que estaban en un estatus superior tenรญan apartamento en la playa o chalet. Los que se tenรญan que quedar en la ciudad, como bien dices, les tocaba vivir en una especie de desierto sin amigos y con todo cerrado. Ellos eran los autรฉnticos supervivientes, pero seguro que sus veranos tambiรฉn eran muy especiales, aunque de otra manera que yo no conocรญ.
Muchas gracias por tu aportaciรณn, Mateo.
Un saludo.