… Y comieron perdices

—¡Si me queréis, irseeeee! —gritaba la folclórica desde el altar mayor de la iglesia, el moño medio deshecho, sudando, el rimel corrido y la vena del cuello hinchada como a punto de reventar. La multitud se apelotonaba en el interior del templo con algarabía y bullicio impidiendo que los novios pudieran darse el sí quiero ante el sacerdote.

—¡Irseeeee! ¡Que no se pueden casaaaaaar! —volvía a gritar descompuesta la folclórica, sin conseguir siquiera un mínimo de atención desde los bancos de la iglesia.

El sacerdote, agobiado y santiguándose, como intentando exorcizar aquel lío del demonio que la excesiva campechanería de la folclórica había provocado, cogió a los novios de la mano y los llevó, junto con los padrinos, a la sacristía. Y allí, a puerta cerrada, sin ningún tipo de glamour y con otras lágrimas que no eran de emoción en los ojos de los presentes, contrajeron matrimonio los agobiadísimos novios. Se dice que todavía están intentando desatascar el tapón humano provocado por la avalancha de aquel día de boda. Tal fue la magnitud de la concentración.

La historia de hoy no es un cuento, es una historia real bien sabida por todos. Pero viene al pelo para recordar algo muy importante: la formación del imperativo.

El *Irse de la folclórica que tanto nos hace reír todavía debería haber sido: «Idos». Sí, como lo oyen: ‘idos’ y no *íos o *iros. Ya sé que suena raro, qué le vamos a hacer. Pero las conjugaciones en español están muy claritas, solo hay que repasarlas. (Aprovechen si tienen hijos, sobrinos o nietos en Primaria).

En el caso de órdenes negativas o que vayan precedidas por la conjunción ‘que’, tratemos a nuestro interlocutor de usted (porque somos así de respetuosos, oiga) o usemos el voseo, recuerden que se usa el subjuntivo. Así que en esta frase: *No pisar el césped, que lo acabo de segar, ese *No pisar debería haberse dicho y escrito: ‘No piséis’ o ‘No pisen’.

Usar el infinitivo por imperativo es propio de la lengua coloquial. Nosotros, que aspiramos y presumimos de hablar un español culto —o lo intentamos, al menos— no debemos hacerlo. La RAE así nos lo aconseja.

Como nos exhorta también a huir de expresiones propias de los manuales de instrucciones como «Lavar a mano» o prohibiciones del tipo: «No pisar el césped». No nos dice que sea incorrecto, pero nos sugiere sustituirlas por expresiones como «Se prohíbe pisar el césped» o «Se recomienda lavar a mano». Muy largo, ¿verdad? Sí, no creo que triunfe.

Tan solo hay un caso en el que se acepta el infinitivo por el imperativo, y es cuando va precedido por la preposición ‘a’: «¡Tú, a callar!» o «¡Concursante, a jugar!».

También es propio del uso oral coloquial, pero la RAE lo acepta. ¿Ven? Tiene su corazoncito plebeyo, no digan…

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