El corazón con ojo, la cabeza cuadrada y el hombre que en vez de esófago tenía un cuadrilátero no tenían nada planeado. Aparecieron en este mundo desconocido sin misión. Pedro Campiche (AkaCorleone) empezó a dibujar y conforme pasaba el tiempo iban surgiendo estos personajes y otros que tan solo eran una oreja, un ojo o un humanoide irreconocible en la historia universal de la ficción.
El ilustrador portugués cuenta que “no tenía ninguna historia en particular” cuando comenzó a dibujar la portada de la revista Yorokobu del mes de abril. Pero cuanto más la mira —dice—, “más descubro que hay un relato. Quizá exista un tipo que se ve, de pronto, en un nuevo planeta y esto es lo que encuentra a su alrededor. Una jungla salvaje, algunas especies extrañas y cristales… Me hace pensar en El planeta salvaje”.
Estos personajes son nuevos en este mundo de dos dimensiones que cubre la colección de artículos de esta revista, pero no son nuevos en las ilustraciones de AkaCorleone. No es que el diseñador los busque. Es que ellos surgen. Solos. “Son personalidades que van apareciendo últimamente en mis ilustraciones”, apunta. “Como si tuvieran algo que decirme. Aunque yo solo les dejo que hablen un poco. Por eso siguen apareciendo constantemente”.
Igual ocurre con el color. El portugués parece olvidar que el autor de todo esto es él y siempre echa la culpa a los elementos que forman las ilustraciones. “Estoy obsesionado con ciertos colores. Y cuando pienso que estoy fuera de su órbita, me vuelven a arrastrar hacia ellos”.
AkaCorleone no sabía nada de la historia que iba a acontecer en esta portada pero quería dotarla de cierto misterio. De la misma intriga que él sentía mientras la dibujaba. “Me gusta crear suspense y drama”, indica. “Esa misma sensación que yo tenía mientras trabajaba en el dibujo” y que acabó convirtiéndose en esa advertencia verbal: “Nada pudo prepararles para esto…”.
La historia acaba flotando en un punto perdido del espacio. Igual que empezó. De la falta de razones a la ausencia de explicaciones. “Siempre empiezo con el temido papel en blanco y el lápiz delante de mí. A veces arranco con una idea o una historia, pero esta vez empecé a dibujar lo que pasaba por mi mente. Es algo muy divertido porque no tienes ni idea de cómo va a acabar”.
Es decir, que si no hay historia, esto ha sido un desembuche. “Creo que esta portada refleja el caos que es mi mente. Siempre saltan ideas raras a mi cabeza. Una forma de no olvidarlas es dibujarlas y volver a ellas más tarde. Es solo una muestra de lo raro que soy”, especifica.
Aunque quizá no sea tan extraño como dice y la justificación de su obra y su estilo estén en la comida tailandesa. ¿Por qué? Porque esa es la respuesta que da siempre cuando le preguntan por sus referencias y su inspiración.