¿Por qué amamos a los personajes de las series?

Nos enamoramos de los personajes de cine. Amamos a los personajes de las series.

NOS ENAMORAMOS DE LOS PERSONAJES DE CINE

Philip G. Epstein y Julius J. Epstein, guionistas de Casablanca, dijeron que una película es un sueño y que no se debe sacar a los espectadores del sueño hasta el THE END. El enamoramiento es otra forma de sueño: quien se enamora sólo ve lo hermoso, lo excitante, lo que se sale de lo cotidiano. El cine provoca el enamoramiento omitiendo detalles de los personajes que podrían desconcertar o chirriar a los espectadores. (Hitchcock dijo que para dejar en mal lugar a un personaje en su primera escena, lo mostraba hurgando el bolso de otra persona aunque tuviera un motivo para ello).

El enamoramiento, estado de ignorancia

El protagonista de una película puede tener problemas corrientes como deudas o hijos enfermos, lucha y triunfa (al menos en Hollywood). Sin embargo, el espectador no ve momentos de mezquindad o maldad gratuitas del héroe ni sabe qué piensa de temas controvertidos como el aborto ni ve . El héroe se ha propuesto contentar a millones de espectadores y lo consigue con el silencio; omitiendo momentos ajenos a la historia.

WALL-E y sus ojazos

Rodolfo Valentino murió dejando a millones de mujeres desconsoladas. Mujeres que seguramente soñaron con la voz del héroe que, por otro lado, no realizaba actos mundanos. Un ejemplo reciente de héroe mudo lo tenemos con WALL-E. Este robotito ha enamorado a millones de personas con monosílabos artificiales y unas pocas palabras inconexas como su propio nombre y «EVA».
Cuando el héroe de una película muere, el espectador llora, pero es un dolor de menor intensidad que el provocado por la muerte del protagonista de una serie de televisión.

AMAMOS A LOS PERSONASJES DE LAS SERIES

El enamoramiento por el protagonista de una serie puede surgir durante los primeros capítulos. Otras veces tarda en llegar. Ocurre con la observación de la cotidianidad del personaje. En cualquier caso, los espectadores de las series pasan del enamoramiento a un estadio en el que considera a los personajes de ficción como equivalentes a primos, hermanos, viejos amigos… Tony Soprano es un ejemplo. Tony es un tipo violento por sus negocios, para demostrar su status de macho alfa o para desahogarse.

Amar a Tony Soprano, el canalla

¿Cómo nos encariñamos de un tipo así?
Los Soprano comienza con Tony en la consulta de la doctora Melfi, hablando de su ataque de pánico y de sus frustraciones. Así sabemos que está asustado porque ronda los cuarenta, no ve sentido a la vida y se siente atrapado en un mundo hostil. Los Soprano no va tanto de la mafia como de un hombre que sobrelleva el día a día lo mejor que sabe. Capítulo a capítulo, Tony se convierte en un hermano, un viejo amigo… Por eso lo perdonamos aunque reprobamos lo que hace.

Amy Farrah Fowler, «la feucha»

Amy Farrah Fowler, más conocida como la novia de Sheldon, ejemplifica hasta qué punto las series de televisión consiguen que amemos a los personajes. En cualquier película, Amy sería la amiga feucha y graciosa de la protagonista. Amy podría ser la protagonista en una comedia romántica algo tonta, en la que se soltaría el pelo y se quitaría las gafas para demostrar una gran belleza. (De manera que el pretendido mensaje de «la belleza está en el interior» acabaría fallido).
Por el contrario, en la serie Amy es una chica con un físico corriente que se quita las gafas y sigue siendo corriente. La grandeza de TBBT es hacer que los espectadores acabemos queriendo a Amy. Ella es como una de esas personas que «no nos dicen nada», que a fuerza de tratarla nos conquista, poquito a poco. Capítulo a capítulo, Amy muestra su generosidad, su paciencia, su lealtad, su delicadeza…Nos gustan sus rarezas y acabamos por preguntarnos cómo es posible que esté sola.

SERIES EL AMOR EN VERTICAL

Tony Soprano y Amy Farrah Fowler son personajes contrapuestos que se ganan a los espectadores de la misma manera: a través de la narrativa en vertical. Esta se refiere a momentos en los cuales los personajes no van tras un objetivo. En una película apenas hay tiempo para la narrativa vertical, para mostrar al personaje en soledad o en actividades lúdicas.

Amy Farrah Fowler como Uhura

El cine prefiere la narrativa horizontal: hay un objetivo como encontrar al asesino u organizar una boda, y los protagonistas se esfuerzan por conseguirlo. En Los Soprano, Mad Men, Boardwalk Empire y otras series con vocación de novela, se conjuga la narrativa horizontal con la vertical, pero dando mayor importancia a la segunda. Los personajes de las series viven con sus familias y toman copas con sus amigos sin planes, porque sí. Son estos pequeños momentos cotidianos los que nos acercan a personajes que en el cine serían insoportables, canallas o asesinos.
Si sólo viéramos a Walter White amasando dinero y ordenando asesinatos no hubiéramos sentido por él un ápice de cariño. Pero vemos su decadencia física, su impotencia para recuperar a su esposa y cómo toma en brazos a su hijo, y cómo intenta proteger a la familia, incluso a pesar suya. Capítulo a capítulo. Y por todo esto, amamos a Walter White.
Sí, amamos a los personajes de las series.

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