En los primeros minutos del primer episodio de Better call Saul, el protagonista es presentado en dos momentos de su vida. En el presente, Saul muestra su rostro con un bigotito a la cámara; después, en un salto al pasado, la cámara esconde el rostro de Saul durante 48 segundos. Demasiados para contarnos que Saul no tenía bigotito en el pasado. Sin embargo, Vince Gilligan, el creador, no ha tomado una decisión extravagante: al ocultar a Saul revela la esencia de Saul.
EL SAUL QUE PARECE HONESTO
El episodio comienza en blanco y negro con un guiño a los seguidores de Breaking Bad: en la cafetería se cocinan pasteles en lugar de metanfetamina. A continuación aparece Saul con un bigote ridículo y el uniforme de una cafetería con una chapa en la que pone «encargado» y el lema «Hago del mundo un lugar más delicioso». Este Saul es un hombre asustado: parece que ha heredado el bigotito que Walter White tiene como profesor de química.
EL SAUL EMBAUCADOR
El episodio salta seis años al pasado. Saul aparece en color, trajeado, pero «incompleto»: la sombra en la pared de unos lavabos (que parece tener vida propia, como la del Drácula de Coppola); planos de los pies, las manos, la coronilla y la espalda. Un escamoteo del rostro de Saul durante nueve planos (48 segundos). Demasiados para mostrar un leve cambio físico (de tener bigote a no tenerlo). Vince Gilligan no usaría un truco tan sencillo. ¿Entonces, qué intención hay en ocultar el rostro durante 9 planos?
PERSONAJES DE ESPALDA
Gilligan sigue una norma no escrita dejada por el cine clásico: un personaje presentado de espaldas es un farsante o guarda un secreto. (En algunos casos, es una anécdota: al director le caía antipático el actor o el personaje: pocos planos de cogote resultan atractivos). En la imagen podemos ver algunos ejemplos encontrados en películas de Hitchcock.
Siguiendo la norma, Gilligan consigue una antítesis: el Saul de la cafetería parece conducirse como un tipo honesto (da la cara) mientras que el Saul abogado es un embaucador (no la muestra).
La ocultación del rostro ocurre en el momento en el que Saul abogado ensaya en los lavabos su discurso para el juez y el jurado. El tono de voz es bajo y arrastrado, y está acompañado de risitas maliciosas que quiere hacer pasar por afables. Los pies y las manos ensayan la coreografía de una mentira. La sombra, la voz y las risitas forman una imagen poco agradable del Saul del pasado.
El último plano muestra a Saul dando la espalda a la cámara empujando la puerta del tribunal y dirigiéndose al jurado. Aquí la realización mantiene las intenciones de crear una imagen de Saul como farsante. Si Saul fuera un abogado heroico, al abrir la puerta se hubiera producido un cambio de plano: veríamos a Saul entrando de frente. Pero Saul no es un héroe. Los andares parecen un remedo de los de Groucho Marx y remarcan la figura entre trágica y cómica de este pobre diablo. En cuanto Saul se coloca ante el tribunal, vemos por primera vez el rostro del Saul del pasado. Y hace su teatro…
Gilligan necesita esta nueva presentación (la del pasado) para construir sobre ella la evolución del personaje. Nos recuerda quién es Saul Goodman.