¿Decadencia de la ciencia ficción y auge de la fantasía?

«La ciencia ficción ha perdido preponderancia respecto a la fantasía porque ya nadie cree en el futuro».

Estas palabras fueron dichas por George R. R. Martin recientemente, en la presentación de la última entrega —hasta ahora— de la saga literaria Canción de Hielo y Fuego. La frase es lapidaria, incita a la difusión en las redes sociales, y es difícil de cuestionar; el autor se ha ganado en la ciencia ficción tanta reputación como en el género fantástico. Pero si leemos con atención la frase, una palabra nos ronda la cabeza: distopía.

Un repaso a la ciencia ficción en el cine y en la televisión puede ayudarnos a encontrar el por qué, aparentemente, la ciencia ficción está en decadencia. ¿Por qué hablar sólo de cine y televisión, y no del cómic y la novela? Porque el cine y la televisión atienden a la demanda popular, a la vez que estandariza los gustos. (Aunque no olvidamos que la mayor parte del cine de ciencia ficción está basada en novelas).

 

 

LAS DISTOPÍAS

Una distopía es lo contrario a una utopía. Una distopía clásica es Blade Runner: tecnología avanzada, androides, lluvia ácida, calles atestadas de basura, y acusadas desigualdades sociales.

Antes de las Guerras Mundiales del siglo XX, los artistas imaginaban un futuro idílico: la tecnología haría más cómoda y agradable la vida, sin mayores consecuencias. Las Guerras trajeron una tecnología destructiva, que alimentaba la desesperanza. Películas como Metrópolis (1927) y novelas como Un mundo feliz (1932).

 

 

Paralela a la ciencia ficción especulativa, discurre otra protagonizada por héroes con vistosos trajes que reparten mamporros a robots asesinos, monstruos siderales y razas extraterrestres. Los personajes de cómic Buck Rogers (1928) y Flash Gordon (1934) son los tatarabuelos de Luke Skywalker y el capitán Kirk y tantos otros. Esta ciencia ficción escapista, conocida como space opera (opereta espacial), alimenta la fantasía, más que la esperanza: son aventuras de piratas o del oeste con láseres y naves espaciales.

EL CINE Y LAS DISTOPÍAS

La distopía es la base de las películas más conocidas por el público: Metrópolis, Mad Max, Brazil, Doce monos, Robocop, Matrix Hay distopías que describen futuros sin enfermedad ni pobreza, pero a costa de la libertad del individuo: La vida futura, La fuga de Logan, Un mundo feliz…

 

 

¿Podríamos decir que las películas mencionadas alimentan la fe en el futuro? La ciencia ficción es quizá el género menos complaciente de todos; puede que el protagonista consiga su objetivo, pero el entorno no cambia.

LA TELEVISIÓN Y LAS DISTOPÍAS

Avanzado el siglo XX, la distopía gana el terreno al escapismo en la ciencia ficción. La televisión es el medio que más ha acusado el cambio.

Si bien series como La dimensión desconocida o Más allá del límite, mostraron el uso indebido de la tecnología, por lo general la televisión mostró una ciencia ficción amable: Operetas espaciales como Star Trek, Perdidos en el espacio o Galáctica; comedias de situación con extraterrestres, y héroes que utilizan la tecnología para una justicia paralela.

 

 

En los 90, Expediente X abre la ciencia ficción oscura. A partir de ahí, el apocalipsis: Jericho, Flashfoward, The event, Black Mirror…

DECADENCIA DE LA CIENCIA FICCIÓN, AUGE DE LA FANTASÍA

En los últimos años la fantasía ha calado en los espectadores de cine: El señor de los anillos, Las Crónicas de Narnia, Harry Potter y las distintas adaptaciones de novelas infantiles. ¿Quién recuerda una película de ciencia ficción de la última década, con una influencia similar a 2001, Blade Runner o Matrix, cada una en su momento?

En 2012, llegaron a las salas de cine dos Blancanieves, casi de manera simultánea (incluso hay una Blancanieves española pendiente de estreno, con sabor a expresionismo alemán).

En 2012 llegaron a la televisión series como Once upon a time, Grimm, y la fantasía épica de Juego de Tronos. Ya comentamos en Yorokobu que la imperfecta Once Upon a Time cautiva porque recuerda la plácida niñez (los relatos que nos contaron, los libros ilustrados que leímos con letra grande y las películas de Disney).

 

 

Resulta cuanto menos curioso comparar Eureka (amable serie de ciencia ficción, ya cancelada) y Once Upon a time: se desarrollan en pueblos pequeños de Los Estados Unidos, de casas con tejados a dos aguas, vallas blancas y tartas de manzana. Lugares comunes. De algún modo, necesitamos partir de un entorno conocido, antes de perdernos o aceptar la fantasía o una tecnología que se sale de lo común.

Sin embargo, la cuestión queda pendiente: ¿Decae la ciencia ficción porque el público no cree en el futuro?

Hay una confusión de ideas: por un lado encontramos que el futuro se vislumbra oscuro para muchas personas; por otro lado, la ciencia ficción, que a menudo crea futuros inhóspitos. Pero si la ciencia ficción decae no será porque el espectador no crea en el futuro, si no porque el género recuerda la realidad como vista a través de una lupa. Situaciones como las descritas en Robocop, Distrito 13 o Rollerball nos parecen cercanas. Cada vez contamos con una tecnología más avanzada, pero el entorno es hostil (la gente, el Gobierno, le economía, la prensa, Internet).

Está pasando de que una persona se queja en las redes sociales de que no llega a fin de mes, y a continuación escribe que piensa relajarse con Once upon a time o Juego de Tronos. Los puntos de las operadores permiten acceder al último smartphone del mercado a un precio asequible o gratis, pero esos puntos no llenan las bolsas de la compra.

En cualquier caso, las tendencias genéricas y temáticas tienen bajadas y subidas. Incluso podríamos aventurar que el género fantástico se está agotando. El espectador pronto necesitará otros paraísos. La edición de un libro o la producción de una película requiere tiempo, por ello, el artista debe prever qué ocurrirá en el mundo dentro de un año, dos o tres, y poner la primera línea o pincelada en el presente.

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Patrick Thomas

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