‘El rojo es bello’: ni la regla es una maldición ni una mancha de sangre en la ropa un sacrilegio

3 de agosto de 2020
3 de agosto de 2020
2 mins de lectura

PROTECCIÓN. Así, en mayúsculas, con letras bien grandes y repetida varias veces. La palabra es el mayor reclamo de los envases y anuncios de tampones, compresas y demás productos de higiene femenina que garantizan la máxima protección. Pero ¿tan grave es una mancha de sangre en el pantalón?

Lucía Zamolo se lo pregunta en El rojo es bello (TakaTuka), la novela ilustrada que surgió como su trabajo final de carrera, y con el que diseñadora gráfica pretende tumbar los tabúes entorno a la menstruación. Sobre todo, entre las adolescentes que están a punto o ya tienen la regla.

Zamolo arranca el libro relatando cómo fue su primera experiencia con el periodo. Ocurrió justo durante una comida familiar, de repente y sin previo aviso, como les ocurre a otras muchas chicas.

«Puede que el relato comience de manera negativa, pero lo importante es que intenta promover una visión positiva y da ánimos para no esconder la menstruación y todo lo relacionado con ella. Espero que una relación más distendida sirva para que se vayan reduciendo la vergüenza y acabar con algunas creencias erróneas».

Escrito a mano, con un tono informal y a modo de diario y cuaderno de notas a la vez, Zamolo explica el porqué del sangrado mensual de las mujeres. También aporta consejos para paliar los dolores, los cambios de humor y otros síntomas premenstruales. Entre los posibles remedios, recomienda fabricarse un saco de semillas (para lo cual incluye un tutorial DIY ilustrado) o practicar determinadas posturas de yoga que ayudan a sobrellevar las molestias en el vientre o en las lumbares.

Por todo ello, aunque el libro está pensado en un principio para las más jóvenes, Zamolo asegura que también puede resultar útil para las mujeres adultas. Y, sobre todo, para los hombres: «Como mínimo, deberían estar informados de lo que pasa en el cuerpo de la mujer. Se podrían evitar así muchos malentendidos y situaciones penosas».

De hecho, el origen y la temática del libro y del trabajo final de carrera surgieron precisamente de su propia experiencia: «Se me ocurrió porque en el piso compartido en el que vivía se empezó a hablar de la regla con mucha más frecuencia y de una manera más abierta cuando el único chico que vivía en la casa se mudó a otro piso y nos quedamos solo mujeres».

Ni Zamolo ni sus amigas habían hablado con naturalidad sobre el tema durante todo aquel tiempo. «Quería cambiar esto y por eso empecé con el proyecto».

La ignorancia y los mitos en torno la menstruación propiciaron durante siglos que a las mujeres se les considerase impuras durante la menorrea. Incluso personajes como Plinio el Viejo llegaron a concluir que eran ellas las que provocaban que el vino se agriase o las causantes del óxido que acababa cubriendo el hierro.

En algunos pueblos africanos se aseguraba que eran capaces de convertir en árbol a todo aquel hombre que las mirara durante esos días. A lo largo de su investigación, Zamolo se topó con numerosas creencias de este tipo en distintas épocas y sociedades. Todas absurdas y negativas. Solo encontró una con cierta connotación positiva: «Los germanos pensaban que las mujeres menstruantes eran intermediarias entre los dioses y las personas».

La diseñadora tiene claro lo que hubiera ocurrido con todas estas creencias en el caso de que fueran los hombres, y no las mujeres, los que menstruaran: «La regla tendría un don especial con propiedades especialmente positivas».

Por suerte, la mayoría de todas aquellas supersticiones están superadas. Pero no ocurre lo mismo con otros tabúes sobre la regla. El rojo de la sangre, por ejemplo, sigue asustando. Por eso, los anuncios de compresas prefieren el azul. Zamolo reivindica el color real del flujo desde el propio título del libro: el rojo es bello.

No te pierdas...