El urbanismo imposible de Victor Enrich


Cuando Víctor Enrich se dio cuenta de que se estaba convirtiendo en un tipo gris por efecto de su salto al mercado laboral para crear modelos CAD en 3D, le sonó la alarma en su interior. La especialización en su labor profesional estaba haciendo que su imaginación echara telarañas. Hasta ahí podíamos llegar. Decidió, como el mismo cuenta, tomarse un año para «encontrarme a mí mismo a través del 3D». Ahora, crea realidades espaciales tan imposibles como maravillosas a través del retoque fotográfico.
Así fue como Enrich convirtió su trabajo en una algo que, a la vez, surgía de inspiración, y servía de lo mismo para sí y para otras personas. «Esto comenzó como un ejercicio radical de rechazo, de rebelión contra el entorno así como de demanda de un regreso a mi infancia como la única forma de alcanzar la felicidad», explica.
El artista, que se define como un arquitectoide, «alguien que pertenece al mundo de la arquitectura aunque nunca ha ejercido como arquitecto», siempre ha tenido los espacios urbanos, los planos y los mapas como tapete de juegos. «Los mapas eran la llave a todo tipo de viajes mentales a la tierra lejana. Así podía volar, viajar, explorar lo desconocido y vivir en un mundo paralelo. Compraba mapas topográficos a escala. Mi intención era cubrir toda la extensión de España pero no tenía suficiente dinero, así que sólo cubrí Cataluña», cuenta.

Tras quince años de trabajo en 3D, Enrich ha decidido crear sus propios mundos, manipular la realidad a su antojo y crear el escenario que para él es la versión ideal de un mundo imperfecto. «Creo que esta forma de expresarme surge de cierta necesidad de encontrar un nicho en el que me sienta a gusto y que, además, no haya sido explorado por nadie más. En cualquier proceso creativo puro lo menos importante es el producto final. El mero hecho de darle importancia a tu creatividad es lo más importante, aunque debo admitir que tengo una lucha constante en mi interior en términos de dar o no salida comercial a mis creaciones», señala.
Esta manera de fundir la expresividad interior de Enrich con un imaginario urbano fantástico encierra, según su propia explicación, un argumentario crítico del que no se puede desprender casi ningún tipo de expresión humana. Como dice, «siempre que hablas de algo, ya sea para bien o para mal, le das energía, con lo que, ya sea tu intención estar a favor o en contra, siempre le acabas dando más fuerza». Sin embargo, Enrich intenta simplificarlo todo y, si bien acepta que cualquier cosa que hace encierra una intención, ésta no siempre es voluntaria. «A lo largo de mi vida he pasado por momentos y vivencias que o me habrán traumatizado o alegrado enormemente, y estoy seguro que todas ellas se manifiestan en mis obras. Sin embargo, no todo lo que hago tiene como objetivo hablar de algo o de alguien», remarca.

Para el artista, su proceso de trabajo es simple. «Todo empieza con paseos, largos paseos. Me nutre el paso de los días, las formas del lugar, el contacto con la gente… Todo ello, bien cocinado, genera un popurrí de ideas que van aflorando en posteriores paseos. Así, veo cosas donde no las hay y solo falta dibujarlas. Al haber trabajado 15 años como profesional freelance en 3D, dispongo de la técnica necesaria para poder expresar absolutamente lo que quiera. Y si, algo no me sale, aprendo hasta que me salga.».
Víctor Enrich expone y vende su trabajo en su propia página web.

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