En Territorio Bildu: Otra forma de contar el conflicto vasco


¿Hay otra forma de hablar del conflicto vasco sin pasar por un filtro ideológico? ¿La mediatización que divide a la sociedad vasca en ‘buenos’ y ‘malos’ ha acabado con los matices de esta gente y este lugar?

Con la irrupción reciente de Bildu en las instituciones vascas, la redacción de lainformacion.com, como cualquier otro medio de comunicación español, siguió de cerca la evolución de este acontecimiento. Sin embargo, echaban en falta una visión más racional y explicativa sobre el porqué de este fenómeno, lejos de titulares sensacionalistas y editorializantes.
Territorio Bildu es el resultado de esa aspiración, una serie de reportajes y entrevistas a una quincena de vascos de todos los colores políticos e ideológicos, concebido y realizado por Borja Ventura, jefe de coordinación de lainformacion.com.
El especial ha sorprendido por su particular forma de abordar el tema. El periodista se ha limitado a dejar que distintas personas cuenten su opinión sobre la situación pero también se ha buscado perfiles que se salen del prototipo creado por los medios a lo largo de los años, como la víctima del terrorismo que está a favor de que Bildu esté en las instituciones o el concejal de Bildu que siempre ha condenado la violencia.
Para presentar el proyecto, se ha creado un mapa con los distintos entrevistados que ayuda a tener una visión global sobre los 20 artículos publicados. En él, se puede apreciar la ruta que hizo Ventura durante los cinco días que estuvo viajando por el País Vasco y el número de kilómetros recorridos.

Quizá debido al tratamiento más meditado de la información, las reacciones han sido mucho más moderadas de lo que acostumbran estos artículos.
Pero también abre una reflexión para el periodismo de este país. ¿Tanto ha decaído que nos sorprendemos cuando un reportaje intenta ser lo más imparcial posible?
Según Carlos Salas, director de la informacion.com, el objetivo no era más ese. «Un día dijimos ¿por qué ha ganado Bildu? y enviamos a un reportero. Esto es periodismo, caray», escribió en un tweet para presentar el especial.
Hablamos con Borja Ventura para que nos contara la experiencia.
¿Cómo surgió la idea de hacer un especial sobre Bildu? ¿Echabas en falta otra forma de contar la situación?
Surgió como ocurren las cosas en los periódicos: el director dijo en la reunión de contenidos que había que ir a Euskadi a contar por qué había ganado Bildu. Tenemos sección de nacional, pero quien ha seguido los temas de terrorismo y País Vasco he sido yo cuando mi trabajo me ha permitido hacer de redactor, así que me fui para allá. El resto -buscar a quién entrevistar, a dónde ir y demás- ha sido cosa mía.
La motivación de la historia, efectivamente, era contar las cosas desde un punto de vista cercano a la realidad. Desde Madrid se sienta cátedra y la realidad es mucho más compleja de lo que se piensa.
Suele pasar en muchas ocasiones, pero con el tema vasco es más habitual. Es sencillo contar las cosas reduciéndolas a buenos y malos, a contar unas cosas y las otras no, pero la realidad es más que todo eso.
Pasa también con la política valenciana, por ejemplo. Es un vicio extendido lo de escribir desde Madrid: un atasco en la M30 se cree que es noticia nacional y luego desde la redacción se escribe sobre cosas que suceden a cientos de kilómetros, cosas que tienen un contexto, un motivo, un antes y un por qué. Pero todo eso se obvia.
¿Desde el principio tenías claro que querías presentarlo de una forma distinta (gráficos, textos…)? ¿Has intentado diferenciarte del resto de medios de comunicación?
Desde el principio pensé que son temas que la gente no suele leer: en Internet es muy fácil contabilizar qué se lee y qué no, y los temas más leídos en los medios digitales no son precisamente los temas ‘duros’ como puede ser lo relativo a Bildu. Funciona que Shakira y Piqué hagan algo, que Alonso diga algo o que Mourinho opine algo. Pero este tipo de temas no funcionan.
Por eso pedí a los compañeros de Arte y Diseño que hicieran un mapa, unas rutas, un cuentakilómetros, que se creara un especial que en principio incluía mi cuenta de Twitter, desde la que yo iba contando cosas a medida que las iba haciendo. Que vendiéramos los reportajes con carga visual. Antes del especial y después he pedido al responsable de gráficos del periódico que hiciera cosas con los datos que había ido sacando, y todo eso en conjunto ayuda a hacer de una realidad tan densa algo un poco más atractivo y digerible. A juzgar por las cifras de audiencia, algo se ha conseguido.
¿Cómo ha cambiado tu opinión de la situación actual en el País Vasco desde que emprendiste este viaje? ¿Qué ha sido lo que más te ha sorprendido?
Soy de los que piensa que el periodista no es noticia, que nuestra opinión no aporta nada porque no hay que decirle a la gente lo que tiene que pensar: hay que presentarle los puntos de vista que intervienen en la historia, diversos y representativos, para que cada cual juzgue. Por eso he hablado con políticos de PSOE, PP, PNV, Aralar y Bildu. Por eso he hablado con ertzainas, con víctimas de ETA, con familiares de presos, con un juez, con un funcionario de prisiones, con un empresario, con concejales de pueblos, con concejales de ciudades, con vascos, con navarros, con gente de otras comunidades. La intención ha sido siempre ofrecer un cuadro lo más extenso posible para que cada cual opine leyendo los trozos de historia que se ofrecen.
Vuelvo como imaginé que volvería, teniendo claro que todo es más complejo de lo que parece, que todo esto avanza hacia un final de la violencia cuando quienes manejan la situación dejan de pensar en cálculos electorales y en contentar a sus parroquias y que las cosas no son tan blancas o negras como unos y otros dicen.
Vuelvo convencido, como contaba en la pieza de cierre que hice en un tono muy personal, que la gran mayoría habla un idioma común desde puntos de vista diferentes, y que esa gran mayoría es capaz de sentarse a hablar.
Lamentablemente esa otra minoría que queda es la que más voz tiene en los medios, los más radicales a uno y otro extremo. Las víctimas, por ejemplo, no son regularmente como se les retrata en los medios. Ni tampoco los independientes de Bildu. Pero siempre es más fácil conseguir un titular con un radical que con alguien que diga cosas más evidentes: lo evidente no hace buenos titulares. Y así nos va, en esto y en todo.
Por lo demás, mi opinión es una más, no es importante, no aporta nada.
Las reacciones a tus artículos en los comentarios han sido bastante moderadas en comparación con otros medios que publican este tipo de información. ¿Crees que puede tener algo que ver con el enfoque de los artículos?
Me causó cierta sorpresa ver que un mismo artículo lo movieron en Twitter los de Bildu en Bilbao y los de la Falange Auténtica. U otro tema, que movían desde Gara y por el que me felicitaban compañeros de El Mundo, ABC y La Razón. Los comentarios han sido mayoritariamente moderados y constructivos, al menos los que yo he visto, no sólo en lainformacion.com, sino también en Menéame, en Twitter y en Facebook.
No creo que sea mérito del planteamiento, sino una mera cuestión de cansancio: el terrorismo y su posible fin produce tal hastío en la gente que parece que ha dejado de importarle. Y cuando las cosas dejan de importar a la gente se deja de hablar desde las tripas. Quizá me equivoque, pero lo achaco a eso.
Dicho lo cual también diré que me han llamado franquista, que me han acusado de comulgar con los abertzales, que me han llamado “unionista”, han llamado traidores a entrevistados por decir las cosas que han dicho, me han acusado de dar voz a ETA. Tiendo a pensar que cuando las críticas y los aplausos vienen de ambos extremos es porque se ha conseguido estar en el centro. Ojalá haya sido así.
El concejal de Bildu que siempre ha condenado el terrorismo o la víctima del terrorismo que está a favor de que Bildu esté en las instituciones. Tus reportajes también se esfuerzan en mostrar personas que se salen un poco de la visión de blanco o negro que se da sobre el País Vasco. ¿Por qué decidiste buscar este tipo de perfil de entrevistado?
Precisamente porque son los que no suelen aparecer. A mí, un concejal de Bildu que pida que se acerquen los presos a Euskadi no me sorprende. Tampoco me sorprende que una víctima pida cadena perpetua para quien asesinó a su padre. Lo sorprendente, que es uno de los criterios que hacen que algo sea noticia, es que alguien que ha perdido a un padre a manos de un terrorista sea capaz de perdonar. Lo sorprendente es que un concejal de Bildu critique que se cuestione su oposición a la violencia, incluida la de ETA.
Es cierto que esos perfiles pueden no representar lo que se ve como ‘normal’ y, por tanto, lo que se espera como mayoritario. Pero te sorprendería ver que esos perfiles no son tan raros, de hecho, son bastante comunes. Lo que pasa es que muchas veces no quieren hablar o, lo que es peor, no se les quiere poner un micrófono delante para que hablen.
¿Encontraste grandes diferencias entre la actitud de los políticos que entrevistaste y los ciudadanos normales?
Conozco a un buen número de políticos de muchas regiones de España y no sorprenderé a nadie al decir que suelen ser más cercanos a los ciudadanos cuanto más local es su ámbito de trabajo: un concejal estará siempre más cerca de un vecino anónimo que un diputado, es algo lógico. El tema vasco, aunque salpique a toda España, es algo que políticamente se vive a nivel local, y es en lo local en lo que se ven ciertas cosas que, en este caso concreto, se amplifican. En Euskadi el PP vasco firma cosas que en Madrid no apoyarían. En Euskadi el PSOE vasco dice cosas que en Madrid no dice. Y así con todo. Lo local es diferente, y en Euskadi más.
Por otro lado, un entrevistado me decía, y creo que no le faltaba razón, que son los políticos los que manifiestan los abismos entre los grupos sociales y políticos vascos. Pero sus votantes, los de unos y otros, están todos juntos en el bar tomando cervezas. Hasta hace poco eso era posible porque no se hablaba de política, y en algunos lugares más pequeños era imposible porque esa presión del entorno de ETA era palpable y tangible.
Ahora, según me cuentan y por lo que yo he podido ver, la gente empieza a hablar de política con libertad. La presión existe, sigue existiendo y en algunos sitios es insoportable. Pero cuando la gente habla de política lo hace sin negarse la palabra. En las cuadrillas de amigos he visto tomar cervezas a gente que votaba a partidos que entre sí no se sientan ni a negociar.
Por decirlo de forma breve: en Euskadi los políticos están más pegados a la realidad de lo que lo están en otros puntos de España, y eso les permite alejarse del discurso monolítico de sus partidos a nivel nacional. Sin embargo, la gente empieza a hablar de política de forma tan cercana -poco a poco, eso sí- que ni los políticos le siguen el ritmo.
¿Al final con qué sabor de boca te quedas? ¿Hemos perdido los matices? ¿Estamos marginando a las posturas moderadas o hay razones para el optimismo?

Una vez más no opinaré yo porque mi opinión no es importante. Me limito a resumir los sentires que he recogido. La gente es mayoritariamente optimista en lo que respecta al final de ETA como tal, de la violencia terrorista y de lo que implica -presiones, chantajes, miedos, extorsiones, muertes…-.
Pero la desaparición de ETA no implica inmediatamente lo demás: será un proceso largo, en el que hay que cerrar muchas heridas. La gran mayoría desea la desaparición de ETA, pero cuando eso suceda los caminos se bifurcan: cada sensibilidad -incluso dentro de los partidos- apunta una ruta a seguir, una situación que solucionar, un camino por delante. Y en eso casi todos son pesimistas.
Matices hay millones, y eso es lo que hace tan complicado todo. A cada entrevistado le preguntaba si conocía a gente de ETA, a víctimas, a gente amenazada, a presos, a alguien que hubiera sufrido malos tratos en una comisaría… La grandísima mayoría contestó que sí a todo. Eso muestra que esto no es un problema residual de cuatro, sino algo metido hasta los tuétanos de la sociedad vasca. Por eso será tan difícil cicatrizar tantas heridas, tantas desconfianzas y tantos rencores.
Un entrevistado me dijo algo que suscribo palabra por palabra: para esto no hay una solución que contente plenamente a unos porque tiene que contentar a todos. Y eso es algo que aceptan los que están trabajando para llegar a una solución, gente ocupada en algo mucho más importante que el hablar a los medios.
Lo malo de eso es que los micrófonos quedan libres para gente que habla desde la distancia y con mucha menos voluntad de buscar una solución viable. Vuelvo a lo de antes: hacer titulares espectaculares poniéndole el micrófono a gente con mensajes evidentes es fácil, como es fácil que esos mensajes se queden únicamente en titulares grandilocuentes que no aportan nada. Mientras algunos azuzan a las masas, hay otros trabajando por terminar con ETA y normalizar la vida en Euskadi.

Créditos Foto: Borja Ventura

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Patrick Thomas

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