Guy Fawkes no era un buen tipo

Depende de lo que sepas de historia, cómics o cine verás una cosa u otra en la imagen de arriba. Quizá veas la máscara de Anonymous, o quizá al personaje de ‘V de Vendetta’. Cabe la posibilidad sin embargo de que identifiques a quien representa: a Guy Fawkes. Y este último no molaba nada. Pese a ello, se ha erigido en curioso símbolo del malestar cotidiano.
La historia de ‘V de Vendetta’ da para mucho, ya sea en su versión original en cómic o en su adaptación cinematográfica. Aunque es un tema que ya hemos tratado, aquí va un pequeño resumen por si acaso te pilla de nuevas: en una Inglaterra del futuro gobernada por un dictador una especie de superhéroe con esa máscara se alza contra el poder, que ha gobernado gracias al miedo a las catástrofes que han azotado al planeta fuera de sus fronteras y a las internas que ellos mismos causaron para provocar la caída del gobierno democrático.
Respira.
A primera vista, y es de lo que trataba aquel artículo mencionado arriba, una de las moralejas de la historia es acerca de la posible legitimidad del terrorismo ¿Cabe la rebelión ante una dictadura? ¿Cabe el golpe de Estado ante la represión objetiva? ¿Es posible entender la violencia cuando se dirige un país con el engaño y la manipulación, incluso el asesinato selectivo, como acción de gobierno?
No hace falta irse a una novela gráfica distópica para debatir estas cosas. Hay muchísimos ejemplos de niños que crecen rodeados de discursos de que los ‘otros’ te quieren matar, quieren acabar con tu pueblo, tu idioma, tu territorio… o directamente violan o matan a quienes te rodean. Eso lo saben en Hezbollah, los primeros que llegan a cualquier rincón del Líbano cuando hay un ataque israelí para dar dinero a los afectados, y también lo ha sabido la propia ETA durante generaciones.
Los casos, dirás, son distintos: lo de V de Vendetta es una dictadura opresiva, asentada sobre una mentira, que asesina a los insurgentes… La cosa pasa por cómo se venden las historias según dónde naces, y qué detalles se cuentan, se ensalzan o se ignoran según el lado de la trinchera en el que estás.
¿Y qué demonios tiene todo esto que ver con la foto de arriba? Dejando de lado el terrorismo, las guerras y las dictaduras, uno de los muchos movimientos sociales de resistencia que han surgido en los últimos años han hecho suya la máscara de V, el personaje de la historia descrita. Se trata de Anonymous, ese grupo internacional de hackers que atenta contra empresas e instituciones en la Red cuando las prácticas de éstas no se ajustan a lo que consideran justo.
¿Tiene que ver algo V con Anonymous? Varias cosas: la ocultación de la identidad, la idea de luchar contra el poder, de defender a los débiles, de atentar para atacar un sistema que no aceptan.
Y punto
Pero esa máscara representa mucho más que eso. Representa a un sombrío personaje del siglo XVI, también en Inglaterra. Se llamaba Guy Fawkes, y era un terrorista ultracatólico que participó en diversas acciones violentas, por ejemplo una guerra religiosa junto al entonces Imperio Español.
Pero por lo que pasó a la historia fue por su participación en una disparatada operación para volar el Parlamento Británico, acabar con todos los Lores y, por último, asesinar al Rey Jacobo I para que un monarca católico rigiera el país. Dicho de otra forma: intentó asesinar a un montón de gente para que se impusiera una religión en un país.
Al más puro estilo Inquisición o yihadismo actual, a gusto de cada cual. Un cruzado, pero de cables.
Fawkes participó con otros doce conspiradores en la operación, para la que alquilaron una gruta bajo el Parlamento, la llenaron de explosivos y, cuando iban a detonarlos, fueron detenidos. Alguien dio el chivatazo.
El resto es historia: le torturaron hasta el extremo, pero se resistió a delatar a su gente. Condenado a muerte, se apresuró a saltar desde el patíbulo para romperse el cuello y no quedarse colgando hasta morir ahogado. Luego fue descuartizado y sus trozos repartidos por el país para advertir a posibles golpistas. El jefe de la operación, Sir Robert Catesby, fue abatido tras huir. Le arrancaron la cabeza y la clavaron en una pica en las puertas del Parlamento, a modo de escarnio.
Como observarás, avispado lector, en la época no se andaban con chiquitas. Es más, no es que el monarca y el gobierno británico fueran los buenos de la historia. De hecho, la persecución contra los católicos fue una constante… y sus métodos, más bien sangrientos. De aquella época era Santa Margarita Clitherow, cuyo delito fue alojar sacerdotes en su casa y cuya pena fue morir aplastada bajo rocas. Y no, esa muerte no fue tan inmediata como la de Fawkes.
Por tanto, la historia del ‘golpismo religioso’ de la época tiene muchos protagonistas más importantes que Fawkes. Desde un caballero que lideró el intento de atentado hasta una santa con una muerte aún más horrible que la de nuestro protagonista. Pero por algún motivo, Fawkes se convirtió en mito, posiblemente por su resistencia a la tortura.
Es más, si te fijas en cómo se retrata a los protagonistas de aquel infausto atentado (nuestro hombre es el tercero por la derecha) verás que todos tenían la misma pinta. O al menos eso imaginó el artista, el holandés Crispín de Passe El Viejo, autor de la estampa, en la que salen ocho de los implicados. Faltarían cinco: Everard Digby, Francis Tresham, John Grant, Ambrose Rookwood, Robert Keyes.

Cada 5 de noviembre, cuando iba a tener lugar el atentado, Inglaterra y otros países de la Commonwealth celebraron durante mucho tiempo una festividad pagana promovida por los ultraprotestantes como señal de odio al catolicismo y respaldo al sistema. Eran una especie de Fallas donde se quemaban figuras odiadas, desde el propio Guy Fawkes, hasta otros, fundamentalmente líderes políticos. De hecho, el significado de la fiesta se perdió (primero lo religioso, luego lo de apoyo al sistema) para pasar a significar lo contrario: una crítica a lo odiado, que es quemado como forma de purificación.
Como las Fallas, vamos, pero con frío y menos gente.
Vaya, que ni Fawkes era un héroe, ni un luchador contra el sistema, ni siquiera un representante del pueblo. Fue un radical que intentó responder con violencia al régimen violento que le tocó vivir, y que provocó que durante generaciones conmemoraran su muerte quemando su figura. Justo como V, que fue quemado…
… pero al revés.

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Yorokobu es una publicación hecha por personas de esas con sus brazos y piernas —por suerte para todos—, que se alimentan casi a diario.
Patrick Thomas

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