Vive inmersa en el mundo de la teta, las cacas y los lloros. Pero la Quiles saca tiempo para desdoblarse y realizar una especie de viaje astral que le permite ser espectadora de su propio día a día. Así consigue una imagen algo más objetiva de sí misma como madre reincidente. Luego solo tiene que dibujar lo que ve.
Le sirve de terapia, asegura, porque ella misma se cansa de oírse hablar de «sus hormonas y de sus churumbeles». La diseñadora se justifica porque es lo que toca cuando se ha sido madre hace poco más de un mes.
«Te crees que has hecho una obra de ingeniería fina y te sientes una diosa todopoderosa por ser madre, cuando en realidad ha sido la Madre Naturaleza la que ha puesto la cosa ahí. El padre ha ayudado con un empujoncico para meterlo y tú con un par de empujoncitos más fuertes para sacarlo».
Cuando se les anunció «el arcángel por segunda vez» dejó en stand by algunos proyectos, como la marca de ropa para niños que puso en marcha con su marido. A cambio, retomó con más ahínco sus ilustraciones. «Me sirven para desahogarme con mis tonterías, lo que pasa es que ahora mismo mis tonterías son monotemáticas».
Los estragos de la maternidad hacen mella en facetas insospechadas, pero ella se lo toma con humor. «Una de las cosas que más he notado es que pierdo vocabulario. Me quedo clavada en medio de una frase porque no me salen las palabras y parezco tonta; entonces me doy cuenta de que llevo demasiado tiempo hablando solo con niños o con madres (tengo que hacer una viñeta de esto)». Entre el maremágnum de mamás blogueras, supermamás, drama mamás, etc., la Quiles se ve más en el grupo de las desastres porque ya lo era antes de ser madre.
El tiempo que su bebé tragón dura enchufado en su teta izquierda es el que la Quiles aprovecha para dibujar. «Luego escaneo los bocetos y los limpio un poco con Photoshop… Toca cambiar a la teta derecha y ya se ha jodido la cosa…».