Gentleman Jack (caballero Jack) reinventa el drama romántico inglés inspirado en las novelas de Jane Austen y Emily Brontë. Su protagonista es Anne Lister y está basado en un personaje real, una terrateniente de Halifax, Inglaterra, que vivió durante la primera mitad del siglo XIX.
Anne Lister tiene un secreto. Prefiere el amor de las mujeres al amor de los hombres en la Inglaterra victoriana. La palabra lesbiana aún no existe, pero la conducta de ella es considerada aberrante por la sociedad. Por esto, Anne Lister emplea un código privado para relatar en su diario los encuentros románticos y sexuales con otras mujeres.
Este código combina cifras y letras, el alfabeto griego clásico, símbolos del zodiaco y matemáticos. Dada su complejidad no será descifrado hasta 1980.
El código constituye una sexta parte del diario formado por 5,5 millones de palabras, según Hollywood Reporter. El código es el núcleo de los guiones de la serie Gentleman Jack creada por Sally Wainwright (Happy Valley) para BBC y HBO.
Sin embargo, las dificultades para ser lesbiana en el siglo XIX no son el argumento principal de Gentleman Jack. La serie reúne las características de una novela romántica:
- La historia de amor estructura la obra
- Una fuerte espiritualidad alejada de las instituciones.
- Un fuerte sentido del yo: el personaje protagonista se siente ajeno a la sociedad en la que vive.
EL AMOR POR ENCIMA DE TODAS LAS COSAS… O CASI
Anne Lister (Suranne Jones) es un héroe romántico ajeno al tiempo y el lugar que le toca vivir. Sus intereses románticos son inadmisibles por la sociedad y dirige negocios. Mantiene a flote la hacienda que le legó su tío y lucha contra la rapiña de dos peligrosos banqueros, que le roban el carbón de una mina y se burlan a sus espaldas. Pero ella no se amilana.
«La naturaleza me jugó una mala pasada, ¿no es así?», dice Anne Lister a su tía, que conoce y acepta la naturaleza de la sobrina. «Poner un espíritu audaz como el mío en este recipiente, en el que me veo obligado a llevar volantes y enaguas. ¡Bien, me niego a dejarme intimidar por ello!».
Busca el amor pesar de las decepciones. Tras la primera traición comenzó a vestir de negro en señal de duelo.
En ningún momento lamenta quién es. Tan solo le duele la cobardía ajena. Aunque creyente, no pide a Dios que perdone sus pecado porque no cree tenerlos.
LAS FACETAS MASCULINA Y FEMENINA DE ANNE LISTER
Los créditos de apertura anuncian su poderoso sentido del yo: el primer cuadro es un pie con una bota cayendo con fuerza sobre una silla tapizada en rojo con arabescos. Un zapatazo en una silla delicada. ¿Acaso esto es lo propio de una dama? «Aquí estoy yo», dice el zapatazo.
Créditos que avanzan la naturaleza compleja del personaje antes de su primera escena:
- Naturaleza femenina: La falda.
- Naturaleza masculina: El chaleco, el pañuelo alrededor de un cuello blanco rígido, chaquetón, guantes negros, sombrero de copa y bastón.
Bajo el chaleco, un corsé con busk, una pieza alargada de madera o hueso exigida por la moda victoriana para mantener el corsé firme. ¿Por qué se coloca una prenda y una pieza extraña conforme al convencionalismo de la moda victoriana? ¿Es un contrasentido del personaje? No lo parece.
Anne Lister es una mujer ajena a los convencionalismos: viste y actúa conforme a sus deseos. A veces, incluso como una dama. Eso sí, siempre de negro riguroso, de la cabeza a los pies.
En cualquier caso, incluso vestida como una dama no oculta sus modales y sus andares enérgicos, considerados nada femeninos para una dama.
LA REAFIRMACIÓN DEL YO
Cuando visita al hijo de un granjero, atropellado por un carruaje, el pequeño no duda en preguntar: «¿Eres un hombre?», para estupor de los padres.
Anne confiesa que es una pregunta que le han hecho muchas veces, incluso vestida «muy femenina» y concluye: «No soy un hombre. Soy una dama. Una mujer. Soy una señora. Soy una mujer».
Primero se refiere a sí misma como dama y señora, pero en ambos casos rectifica. Sabe que no es una dama ni una señora a la manera de las damas y señoras de la alta sociedad de Halifax. Repite «Soy una mujer». MUJER contiene múltiples matices.
Es una mujer que viste en parte como un hombre cuando está en Halifax. Es una forma de ganarse el respeto de los hombres de negocios y de los hombres que tiene a su servicio a los que a veces cita en una taberna. Pero esta indumentaria no es un disfraz; es una parte de su naturaleza.
Es una mujer que viste por completo como mujer en sus viajes por Europa, en las cenas en salones de lujo, embajadas y palacios reales. Trajes de 15 kilos de volantes, y peinados y sombreros excesivos. Es otra faceta de su naturaleza.
Una naturaleza impetuosa que rompe la cuarta pared no cuando los manuales de guion lo aconsejan.
LA RUPTURA NO CONVENCIONAL DE LA CUARTA PARED
Anne Lister seduce a Anne Walker (Sophie Rundle), una damisela melindrosa, y rompe la cuarta pared para jactarse como un experto seductor, como un hombre:
«Aunque ella difícilmente lo entenderá, puedo ver que la pobre chica ya parece estar completamente enamorada de mí».
Valora su fortuna, planea hacerla su esposa, pero a continuación lamenta sus deseos porque «ella está sufriendo».
La confesión de Anne al público también revela la audacia de Sally Wainwright –la creadora–. Anne rompe la cuarta pared avanzado el primer capítulo, cerca del final. Esto va contra los convencionalismos de guion que establecen que en la primera secuencia o segunda debe quedar claro al público qué recursos narrativos tiene el guion.
Una audacia narrativa que funciona. En lugar de alejarnos de la serie, nos pega ella. (Es inevitable recordar cómo algunos de los primeros teóricos del cine consideraban anticinematográficas las películas ambientadas en épocas anteriores al cinematógrafo. Una prueba de que «nuestros amigos, los lógicos» siempre han existido).
Pero la ruptura de la cuarta pared no es caprichosa. Es una manera inteligente de exponer al público los pensamientos íntimos de Anne Lister. Los pensamientos codificados en el diario. Puesto que estos pensamientos se conocieron relativamente reciente, son pensamientos destinados a nosotros, el público contemporáneo.
SER MUJER EN LA INGLATERRA VICTORIANA
Wainwright no solo relata las vivencias reales de Anne Lister. A través de subtramas expone cómo era la vida de las mujeres en la Inglaterra victoriana. Toda mujer está bajo la constante tutela o supervisión de un hombre por ley o por costumbre.
- Por ley: La voluntad de una mujer está sujeta al padre. Cuando está casada, al marido, que de forma automática se convierte en dueño de sus posesiones.
- Por costumbre: una anciana depende del hijo mayor y una huérfana del tío, cuñado o cualquier otro hombre del clan familiar.
Solo algunas ancianas con fortuna, que saben cercano su final, cuestionan sin reparo la autoridad de los hombres. Un ejemplo es la madre de los banqueros. Esta mujer se burla de sus hijos. Los toma por idiotas porque subestiman la inteligencia y el valor de Anne Lister.
CUANDO LA MUJER ES CABEZA DE FAMILIA
Raras veces una mujer es cabeza de familia. Anne Lister es un ejemplo. Su padre es una figura amable sin autoridad. Anne es la heredera de la mansión y las tierras, y como cabeza de familia, su hermana le pide el consentimiento para mantener una relación con un comerciantes de telas. (La hermana está interpretada por una Gemma Whelan alejada por completo de su papel como Yara Greyjoy en Juego de tronos).
LA DAMA SOLTERA ACOSADA POR LA BUENA SOCIEDAD
Anne Walker es un ejemplo de cómo una joven huérfana y soltera, con una considerable fortuna, se siente obligada a acatar «lo que todos quieren». Le atormenta rechazar una proposición de matrimonio si el pretendiente está bien considerado por las fuerzas vivas. Una huérfana con dinero necesitaría esgrimir una causa poderosa para rechazar el matrimonio… o enfrentarse al ostracismo.
Realmente, Anne Walker es quien soporta la carga dramática en Gentleman Jack. Es la heroína que se transforma. (Anne Lister tiene momentos bajos, pero no flaquea. Sabe quién es en todo momento).
La historia comienza con Anne Walker. Como toda heroína en los comienzos, es ingenua y teme la aventura. Después de la incertidumbre pasará por el cielo y el infierno… donde se percatará de que el infierno son los demás: aquellos que quieren controlar a quienes son diferentes.
ALGUNOS HOMBRES BUENOS
Mujeres fuertes. Mujeres que descubren su fuerza. Mujeres descontentas con su vida como madres y esposas. La guionista Sally Wainwright comandando un equipo de tres directoras. Sin embargo, Gentleman Jack no subraya la maldad de los hombres. Unos son villanos; otros, aliados.
Personajes como el granjero maltratador, los banqueros ladrones o el manipulador cuñado de Anne Walker no son simples misóginos que se jacten de ello, como pudieran hacerlo los votantes de algunos partidos de extrema derecha. Esto hubiera sido fácil de escribir. Y de trazo grueso. Estos hombres, aunque apenas esbozados, representan a una sociedad con leyes injustas que ellos aprovechan porque no habían sido educados con el concepto de igualdad.
Un retrato exagerado de estos villanos hubiera ido contra el verdadero espíritu de Gentleman Jack: una historia romántica en una Inglaterra mitificada por las novelas de amor del siglo XIX. Valles siempre verdes. Acantilados que invitan al suicidio. Gentes mezquinas que se entrometen en las vidas ajenas a falta de vidas propias. Un héroe y una heroína o dos heroínas. Como queramos verlo.
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