En 2007, un grupo de alumnos de la E.T.S de Arquitectura de Madrid, decidió que las rígidas estructuras que determinan el programa académico de la escuela debían ser sometidas a examen y, en su caso, derribadas. Comenzaron a cuestionar los modelos existentes de construcción y arquitectura y a contemplar la posibilidad de acercarla a los ciudadanos.
La aritmética es fácil. Si cogemos la arquitectura y la hacemos colocando como eje principal de su desarrollo a quien la habita, teniéndole en cuenta desde un punto de vista de responsabilidad, tenemos arquitectura social. Si organizamos los proyectos de planificación de manera colaborativa y multitudinaria, hemos conformado una red. El resultado, arquitectura de red social.
El estúpido vericueto léxico sirve para deducir la visión de Paisaje Transversal. «Trabajamos en modelos colaborativos de gestión e intervención urbana desde el punto de vista participativo, transdisciplinar y ecológico», explican desde la plataforma. «Las nuevas herramientas digitales reducen costes, agilizan trámites y permiten un modelo más democrático en la construcción de la ciudad y en la intervención en el territorio».
Paisaje Transversal comenzó a organizar talleres y conferencias que complementaban lo que se enseñaba en las aulas de su escuela. «El profesor José Fariña nos puso en contacto con numerosas cuestiones de las que nadie nos había hablado antes», señalan. Terminó la universidad y se constituyeron en asociación cultural. «Queríamos desarrollar nuestra actividad profesional de manera más específica, siempre sin dejar de lado nuestra vertiente de investigación».
Cuando se toparon con la realidad a pie de obra, vieron que la construcción distaba mucho de ser un modelo sostenible. «Los arquitectos han estado en connivencia con los poderes políticos y económicos a la hora de dar forma, nunca mejor dicho, a la burbuja inmobiliaria», lamentan en PT. «Las nuevas vías no pasan por la edificación sino por la construcción de nuevos paradigmas profesionales».
Hay algo que los empareja con n’UNDO, otro colectivo crítico con el modelo actual. Se trata de su visión reduccionista de la construcción. «La arquitectura, tal y como se ha entendido históricamente, está condenada a la extinción. Nos alegramos de que se tienda a construir menos», remarcan.
La plataforma contempla el cambio sin esperar a que las escuelas de arquitectura decidan si quieren unirse o no. Para sus integrantes, las universidades viven ajenas a la realidad del mundo que les rodea. La arquitectura de PT se cocina a base de transdisciplinariedad, ecología aplicada a entornos urbanos y la participación de los ciudadanos por medio de las herramientas digitales de las que disponemos en la actualidad. «Aprovechamos el potencial de las redes sociales, de manera que cualquiera pueda colaborar y aportar ideas en nuestros proyectos. Ponemos a disposición de quien comparta nuestras inquietudes la infraestructura que hemos generado para impulsar proyectos», explican los arquitectos.
El resultado de las propuestas de la plataforma se puede comprobar en este momento en el barrio madrileño de Virgen de Begoña. Paisaje Transversal comenzó, hace poco más de un año, un proyecto de regeneración urbana integral que se encuentra en fase de captación de apoyos y financiación. Allí, al igual que en otras iniciativas como Disueña tu Barrio, en Zaragoza, tratan de involucrar y organizar a los ciudadanos para que sean ellos los que esbocen su propia ciudad. «Estamos constantemente buscando proyectos, o mejor dicho, construyéndonos nuestros propios proyectos. Tratamos de interpretar lo que ocurre en la red y llevarlo a la esfera física y profesional», declaran. «Además hemos de generar pedagogía urbana, que la gente, a través de los procesos que desarrollamos, se conciencie y aprenda».
Quizá, en no mucho tiempo, los ciudadanos puedan tomar las riendas del carro del planeamiento de las ciudades. Al fin y al cabo, son ellos los que saben qué hace falta ante sus portales. En su organización y y aprendizaje ya están invirtiendo su tiempo algunos arquitectos que no confían en los modelos del siglo 20.