Una vez que dos personas entran en contacto, el abanico de situaciones que se pueden dar en un contexto es prácticamente ilimitado. Cada gesto, cada palabra, provoca reacciones diferentes y establece interacciones distintas entre los dos sujetos. Esas infinitas posibilidades de mutación en las situaciones es lo que Jorge Drexler quiso reflejar en Habitación 316, el single que Wake App ha plasmado en forma de app. Pero, ¿cómo trasladar esa experiencia a la pantalla de un smartphone?
Habitación 316 narra la historia de dos perfectos desconocidos que se encuentran en una habitación de hotel. Lo que ocurre a partir de ahí depende de quien escucha la canción. Jorge Drexler ha concebido una canción intervenible en la que el usuario puede mezclar los versos para crear su propia versión de los hechos.
Los músicos suelen decir que, una vez que publican su canción, deja de ser de ellos para ser propiedad del público. Eso, que a estas alturas de la vida se ha convertido en un aburrido tópico, es totalmente cierto con Habitación 316 y n, la app creada para contener a este tema y a dos más que verán la luz próximamente. Es el espectador el que juega con las letras, en una experiencia fluida y sin saltos, para determinar la existencia de los personajes de la canción.
En Wake App tenían dos objetivos marcados con neones parpadeantes y fanfarrias a alto volumen: había que crear un especie de línea del tiempo para recorrer las diferentes posibilidades de combinación de las letras de la canción y tenía que ser sencilla y entendible absolutamente por todo el mundo. «La idea abstracta en el inicio era la de una línea de tiempo en la que hay huecos. La línea de tiempo representa la canción y los huecos pueden ser rellenados por el usuario eligiendo una opción de entre varias que se le ofrecen». Lo explica Ricardo Sánchez Sotres, el responsable de la experiencia de usuario de n. «Necesitábamos huir de cualquier similitud con los interfaces clásicos de programas de edición de audio y, al mismo tiempo, al ser una app para el público general, no podíamos inventarnos algo complicadísimo que nadie fuera capaz de entender».
Así es cómo nacieron los círculos que, al girar, combinan unas frases con otras. «Tienen alguna limitación en cuanto al número de opciones que podemos escoger para cada frase (8 diferentes de las 19 posibles), pero eso ayuda a esconder un poco la complejidad de las infinitas combinaciones haciéndolo más sencillo para el usuario», cuenta Sánchez Sotres.
A nivel de desarrollo, el ingeniero explica que Drexler tuvo que regrabar varias pistas conforme se iba desarrollando la aplicación para hacerlas funcionar con la suficiente continuidad. El equipo de desarrollo iba mostrando el prototipo al músico uruguayo y él «iba escuchando algunas de las posibles permutaciones de audio y así podía refinar la grabación. Hay que entender que no es como una canción al uso en la que pasas de la grabación a la escucha de forma inmediata hasta que estás satisfecho con el resultado. Se añadía una tercera variable, era necesario proporcionarle a Jorge Drexler una herramienta que le permitiera escuchar diferentes permutaciones de la canción para que pudiera ver cómo empastaba todo».
El reto era doble, ya que el producto tenía que funcionar a nivel técnico, de app, y a nivel musical. En Habitación 316, existen dos pistas base, una de guitarra (que se puede encender y apagar en cualquier momento), y otra con el restos de instrumentos. En cuanto a letras, hay 19 frases cortas, 19 frases largas y 4 estribillos diferentes. «La aplicación simplemente va lanzando el fragmento correspondiente cuando uno de los círculos toca la línea roja. Técnicamente, esto fue un reto debido al retardo que siempre existe cuando hay que acceder a un archivo de audio», dice Ricardo Sánchez.