Cuando Jorge Drexler decidió que su música se dejaría manosear, no quiso limitarse a que solo pudiera hacerse con una canción. La experiencia de Habitación 316 se prolonga con dos temas más que están por salir en los próximos días: Madera de Deriva y Décima a la Décima.
Madera de Deriva es la segunda canción que se incluye en n, la app creada por Jorge Drexler y Wake App para dar vida a las canciones en la pantalla de smartphones y tabletas. Como explica Ricardo Sánchez Sotres, el responsable de la experiencia de usuario de n, este tema es técnicamente algo más sencillo que Habitación 316, en el que el usuario cambiaba a su antojo la letra de la canción. «Jorge tenía claro que debía depender del desplazamiento del usuario, añadiendo otra capa de significado a la letra de la canción».
Madera de Deriva juega así con elementos de geolocalización. Wake App creó una rejilla imaginaria que cubre todo el planeta con celdas de 500 x 500 metros. En cada una de ellas colocaron un instrumento de forma que el mismo instrumento no estuviera en dos celdas colindantes. «El tema lo interpreta la Orquesta Sinfónica de Euskadi. Eso nos llevó a jugar con la idea de un foso de orquesta y un radar. De ahí el semicírculo», describe Sánchez Sotres.
La canción cuenta con 13 pistas de audio -una para la voz y 12 grupos instrumentales- que se activan y desactivan en función de la selección del usuario. Todos los cambios que haga se almacenan en tiempo real y cuando el usuario comparte la canción la está compartiendo con las activaciones y desactivaciones de instrumentos en el mismo instante en el que las hizo en su terminal.
“Décima a la décima” basa su interfaz en un triángulo. Del círculo al semicírculo y, de ahí, al triángulo. «La idea que Jorge tenía de la canción era la de una décima espinela, en la que cualquiera de los versos tenía 10 opciones diferentes. Es decir, tenía escritas 10 décimas que podían intercambiar versos entre si, dando 10 elevado a 10 posibilidades para una estrofa», cuenta el diseñador.
Sotres explica «todo esto sonaba a algo fractal y ese fue el interfaz que trabajamos. Un triángulo compuesto de 10 triángulos que están compuestos de 10 triángulos cada uno y así indefinidamente (o hasta que acabe la canción)».
El mayor reto vino, también en este caso, a nivel técnico. La sincronización del audio, la gran exigencia gráfica o la velocidad de la canción, que impedía que el usuario pudiera elegir por frases o palabras, fueron los mayores quebraderos de cabeza para el equipo de Wake App. «Solucionamos eso conotra idea que a Jorge le rondaba por la cabeza. Metimos a artistas invitados. De esta forma el usuario, al elegir un triángulo cambia la letra, pero sobre todo elige quién quiere que cante, siendo más sencillo relacionar cada uno de los triángulos con una persona en lugar de con una serie de frases», explica Sánchez Sotres.
Luego hubo que medir muy rigurosamente el tiempo de las animaciones para que fueran sincronizadas con la música. «Todo esto es relativamente sencillo de programar, pero es complicado hacerlo de forma que cualquier usuario pueda entenderlo y controlarlo».
Drexler y los programadores decidieron también introducir el factor tiempo en esta tercera canción de n. La hora del día controla la duración del tema. «Así se cerraba el círculo. En n1 controlamos la letra por acción del usuario y del azar, en n2 controlamos la música mediante la ubicación y en n3 controlamos quién canta y depende del tiempo».
En la largas reuniones de trabajo para depurar el proceso, las canciones y las experiencias de usuario siguieron saliendo propuestas opciones e ideas que se han quedado en el tintero. tuvieron que limpiar mucho la app ya que, como explica Sotres, «este proyecto desde el principio pedía sencillez y no un montón de botones con miles de funciones». Quizá haya un n4 en el que puedan verse todas esas características.