La Universidad de Oxford se ha interesado por la mediocridad. La doctora en filosofía Gloria Origgi y el profesor de sociología Diego Gambetta han presentado un paper que asegura que, a veces, las personas, consciente o inconscientemente, sólo actúan para cumplir expediente. No les mueve ninguna ambición ni ningún afán perfeccionista.
De acuerdo con su estudio, podría ser que muchos individuos sienten la excelencia como una tiranía. Les estresa. Les amarga la vida.
Pero muchas personas lo llevan bien, según un artículo de la BBC. No se dejan aplastar por lo que consideran la dictadura de la excelencia y se conforman con ir alcanzando metas medias.
Algunos, incluso, proclaman estar orgullosos de ser mediocres. Es el caso de Krista O’Reilly Davi-Digui. Esta nutricionista lo explica en un artículo titulado ¿Qué pasa si quiero tener una vida mediocre? ¿Qué pasa si soy una mediocre y decido vivir en paz con ello?, se pregunta O’Reilly en su blog.
No todos pueden ser Leo Tolstoy, Michael Jordan o Albert Einstein, como indica la noticia de la BBC. Ni Marie Curie, Coco Chanel o Hildegard von Bingen.
El perfeccionismo y la excelencia es directamente proporcional al esfuerzo que se ponga en ello.
Por supuesto ser perfeccionista y/o excelente en lo que sea tiene la recompensa de la satisfacción personal, o la reputación. Pero… ¿y si con el mínimo esfuerzo logramos vivir satisfactoriamente?
Como siempre es un tema de equilibrio: ¿me compensa el gran esfuerzo de ser excelente? ¿o me vale con una vida «mediocre», pero más relajada?
EL EQUILIBRIO es la clave. Me impacta el contenido de este artículo porque rompe mis esquemas y me obliga a mirar en otra dirección. Somos, definitivamente, resultado de una pauta social que no decidimos, pero que seguimos con mucha disciplina. Gracias por encender mi cotufera interna
Pero si eres mediocre en todo… ¿No serías excepcional por ello? Dejarías entonces de ser mediocre y caerías en una paradoja burbuja espacio temporal, saliendo de esta dimensión y dejando al segundo mediocre en tu anterior posición, repitiéndose el ciclo hasta nuestra desaparición como especie. Por eso el mercado nos insta a no ser mediocres. Alabado sea el mercado!
Hay una reflexión inacabada sobre el umbral de excelencia. Nada es perfecto y lo que para unos es inaceptable, para otros es excelente.
Hubo una época en que mi mote era «Mr. Perfect». otorgado por clientes y compañeros. Me gusta sorprender y superar expectativas. No tiene mucho que ver con el esfuerzo, sino más bien con la habilidad de situar el listón y saltarlo cada vez. Siempre dentro de un estándar alto llamado «world class».
y lo bonito es que no me lo tomo como una tiranía o una esclavitud. sencillamente: me gusta
En cambio, para mí mismo la cosa es diferente. Sólo soy exigente en aquello que vaya a compartir. -» yo me como cualquier cosa»-
Creo que el perfeccionismo tiene un gran componente cultural y social. En España y el sur de Europa abunda la cultura del «así mismo» y el «a ver si así cuela». Al perfeccionista que llega alto se le critica y es motivo de burlas e insultos. Muchos mediocres se lamentan continuamente de su situación, pero en el fondo prefieren seguir así que esforzarse para cambiarla (y criticar al que le van bien las cosas).
Perfeccionismo en el artículo habría sido hacer el esfuerzo de pensar cómo traducir «paper», en lugar de dejarlo en inglés y en cursiva .
Saludos.
En la tierra (como en el mar) tiene que haber de todo, los mediocres se nutren de los perfeccionistas; aprobechan las excelencias para ampliar sus conocimientos.
Y los excelentes aprenden de los mediocres para avanzar por lo que creen es el buen camino.
El tema es: ¿avanzaría el mundo igual si todos fuesemos mediocres? ¿o todos excelentes?
Una pésima lectura, no desarrolla el tema principal del artículo y se conforma con nombrar estudios ajenos. Probablemente, el que vino atraído por el título no va a encontrar nada y se alejará de este sitio.