La ciudad es un organismo vivo cuyas arterias y venas están llenas de diminutas partículas: nosotros, cuyo fin es el desplazamiento de un lugar a otro. Este tránsito, que incorpora gran parte de la energía de la metrópoli, no cesa y la dota de una especie de movimiento imperceptible y casi estático. En el epicentro del mismo, los bailarines del proyecto Moving Cities se camuflan y reinterpretan el pulso de la ciudad, en este caso Praga, en clave del baile.
Moving Cities es un proyecto audiovisual dirigido y creado por el cineasta Jevan Chowdhury que está compuesto por una serie de cortometrajes que transcriben el ritmo vital de las ciudades a través de la danza. Su primera localización fue Londres; luego París, Bruselas y Yerevan (Armenia); y ahora ha sido el turno de Praga, una ciudad que según Chowdhury cuenta «con un lado oscuro y con otro tierno».
El cortometraje se rodó en 3 días y fue patrocinado por el British Council y el Festival Tanecnich Film. En él participaron 58 bailarines checos incluyendo profesionales del colectivo de danza contemporánea 420 People y del Ballet Nacional de la República Checa (Národní Divadlo). Según el director todos los bailarines se adaptaron rápidamente a las localizaciones y la mayoría quedaron fascinados con la retroalimentación tan diferente de bailar sin un público al uso. «Los bailarines se sintieron muy liberados sin nadie mirándolos deliberadamente».
Resulta curioso ver cómo en ocasiones se colocan frente al tráfico o en las vías de un tranvía que se aproxima. Chowdhury reconoce que notificaron al servicio de transportes de la ciudad sus itinerarios, que a veces el tráfico se paró y que coordinaron con los tranvías las escenas. Sin embargo, insiste en que en Moving Cities no hay guiones y muy poca coreografía.
«Cada uno de los cortos está interpretado por bailarines locales de cada ciudad y trata de representar la verdad del lugar, el aquí y el ahora. A los bailarines se les dice que fusionen el género que quieran con su reacción improvisada ante lo que les rodea. El concepto consiste en que abandonen su yo habitual y se conviertan en un medio de expresión del entorno, de la ciudad».
Preguntado por el próximo paso, el director quiere que Moving Cities se haga mejor y más grande y que capture lugares de interés actual y mediático como por ejemplo Kiev, en Ucrania. «¿Cómo se sienten los habitantes de Kiev ahora mismo? ¿Cómo representarían esa energía sus bailarines? ¿Cuál sería la respuesta de los ciudadanos a la improvisación de estos? Más allá de rodar en puntos calientes también nos gustaría experimentar con nuevos espacios como aeropuertos, puertos de carga y terminales de tren. Estos son los escenarios con los que soñamos, sin luces, sin maquillaje, sin ovaciones, solo danza como si nadie la estuviese mirando».