Amigos, nos han estafado. Tantos años de progreso para ir hacia atrás en lugar de hacia adelante. Los más jóvenes no os acordaréis, pero los que conocimos el nacimiento de la telefonía móvil lo tenemos muy presente: los móviles de antes eran limitados, sí, pero tenían muchas cosas que molaban más que las de los smartphones de hoy. Teléfonos inteligentes, dicen. Paparruchas. Os demuestro porqué.

Yo llegué a tener uno, como muchos de vosotros. Un Alcatel OneTouchEasy. El ‘un tocho’ Easy, que le llamaban. Efectivamente, era un tocho de teléfono. Pantalla diminuta, digital eso sí, botones de plástico enormes… pero en lugar de una batería, fantásticas pilas normales y corrientes. Pesaba, era enorme, sí. Todo lo que quieras. Quizá no hace falta ser tan extremo: cualquier teléfono móvil de aquella segunda mitad de los ’90 tenía una batería que aguantaba nuestro ritmo de vida. ¿Y ahora? Cada día a cargar tu smartphone si, con suerte, haces un uso moderado. Mucha pantalla, mucho internet… mucho progreso, pero un progreso que si no es igual en todos los elementos hace que se vaya hacia atrás: echo de menos la batería de los móviles viejos.

Diréis que soy un exagerado: acuérdate de cómo era meterse un OneTouchEasy, o uno de esos míticos Nokia 3210, en el bolsillo. Vale, sí. Pero qué me dices del Nokia 8310, ese oscuro objeto de deseo que se vendía entonces por lo que cuesta un buen smartphone hoy en día. Era pequeño, pequeñísimo, compacto, con teclas agradables al tacto, ligero… ¡Y con carcasas intercambiables! ¿Por qué los móviles de ahora vuelven a puntos ya superados? ¿Por qué cada vez tienen que ser más grandes? Sacaron el HTC Desire -grandecito ya-, pero tuvieron que sacar el HTC Desire HD, o el Sensation, o el Galaxy Nexus ahora. Y eso sólo por hablar de una marca: echo de menos el tamaño de los móviles viejos.

La pantalla, diréis, es la clave. Se hacen smartphones más grandes para que la experiencia de navegación por internet o de ver vídeos sea más placentera. Placentera hasta que metes en tu bolsillo semejante trasto. ¡Es casi como un mando a distancia! Más fino y ligero, más de diseño, pero a poco que tengas una mano pequeña vas a tener que usar las dos para llegar a según qué partes de tu teléfono. No sé vosotros, pero yo no necesito híbridos entre tablets y móviles: echo de menos el tamaño de las pantallas de los primeros smartphones.

Ahora se usa el teléfono para mandar mails. Muy bien. O WhatsApp. Genial. Pero antes mandábamos SMS. El negocio, después de que al principio fueran las llamadas, estaba entonces en el envío de mensajes. Igual que ahora son las conexiones de datos. Quiero decir con esto que antes también escribíamos, pero mejor. Sí, amigos, recordad cuando éramos capaces de hacer otra cosa a la vez, de escribir sin mirar, incluso de hacerlo sin sacar la mano y el móvil del bolsillo. Pasábamos los dedos por el teclado y sabíamos a qué letras correspondía cada tecla. ¿Y ahora? Ahora son teclados táctiles terroríficos, algunos más acertados que otros, algunos en los que puedes deslizar los dedos, algunos dinámicos y originales… Pero nada como lo que teníamos entonces. ¿Por qué no hay más móviles slide, como entonces, para que tener un teclado físico no implique perder pantalla o ganar tamaño? Yo lo tengo claro: echo de menos tener teclados físicos manejables.

Para arreglar la carencia de los teclados físicos todos se han esmerado para desarrollar correctores ortográficos automáticos. Todos se han esmerado para desarrollar correctores ortográficos horribles con los que, si no te das cuenta, mandas mensajes incomprensibles, pones palabras incoherentes o estropeas ingeniosos comentarios en redes sociales. A veces tardas más tiempo metiendo palabras nuevas en los diccionarios del móvil que escribiendo a palo seco. Echo de menos una condena en firme contra los cachondos que ingenian sus sistemas de autocorrección, pero sobre todo echo de menos escribir como se escribía en los móviles de antes.

Y podría seguir. Podría decir que echo de menos lo sencillos que eran los teléfonos antes, que una vez aprendías a usar uno sabías usar cualquiera. Podría decir que echo de menos lo que costaban los teléfonos móviles antes, aunque realmente entonces el último modelo costaba más o menos lo que cuesta el último modelo de hoy. Podría decir que echo de menos juegos como el de la serpiente, sencillo y adictivo. Podría decir que echo de menos la época en la que no íbamos como zombies, aislados y encebollados en nuestro cacharro, sin mirar al que va junto a nosotros en el autobús o a esa persona tan atractiva del vagón del metro. Podría, pero es que sinceramente, y aunque haya cosas que echo de menos de los móviles de antes, en el fondo también me encanta ser un zombie más.

@borjaventura, jefe de coordinación de lainformación.com

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