Risastencia: la risa como protesta

23 de junio de 2011
23 de junio de 2011
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Hay un lugar donde no hay más amo y señor que uno mismo. Ese espacio es la risa. Allí donde no caben los gobiernos, ni los asesores de conciencia, ni los apretados corsés de la educación. Puede que reír (en principio) no cambie el mundo, pero modifica, definitivamente, la sensación y la actitud de las personas. Reír genera endorfinas y las endorfinas producen bienestar. Entonces, ¿para qué entregarse a la bronca y el lamento en vez de retorcerte a mandíbula partida?
El efecto terapéutico de la risa es conocido desde largo tiempo atrás. No hace mucho lo sistematizaron en forma de terapia porque, a veces, la civilización convierte lo más básico en lo más inusual. Ha llegado a decirse, incluso, que reír es de mala educación.
¿Mala educación? ¿Esta “forma de comunicación innata heredada de los primates e íntimamente relacionada con el lenguaje” es de mala educación?
El poder tiene tras de sí un extenso historial de intentar barnizar sus normas de cierta solemnidad. Lo ha hecho en todas sus formas y en todas las épocas. Lo correcto es serio. Lo serio es lo correcto. La risa quedó para los espacios privados, para los callejones paralelos por donde no pasa la ley, ni el gobierno, ni ningún dios.
Nadie ha fomentado la risa desde ningún foro público. Para muchas personas ha llegado a convertirse en una práctica totalmente esporádica. Más aún, en tiempos duros. Tan faltos han estado, y están, muchos individuos de reír que se ha llegado a inventar una terapia para hacer reír como si se tratase de una medicina.
No hay suficientes risas en el mundo. Ese espacio de libertad individual, inofensivo y con propiedades curativas, no se aprovecha todo lo que se podría utilizar.

Hace un año ComandanteTom se paró a pensar en todo esto. “Las conversaciones de sobremesa se habían convertido en una sucesión de quejas, de bronca política, de charlas de malestar por el paro, la injusticia, la mentira colectiva que hemos estado viviendo…”, dice uno de los dos fundadores de este colectivo.
Son dos personas. Una viene de la publicidad y otra, del arte multimedia. Uno es de Barcelona y otro, de Madrid. Y ambos no ven necesario dar sus nombres. Habían empezado a trabajar juntos en este colectivo que se dedica a investigar sobre comunicación y experimentar “cómo puedes conectar con las personas utilizando los medios”.
Les gusta partir de la pregunta “¿Qué pasaría si…?” y de ahí arrancan sus proyectos. En septiembre del año pasado decidieron hacer un experimento. ¿Qué pasaría si en vez de hablar de conflicto y malestar con la situación económica y social, nos reímos de ella?
“¿Por qué no peleamos a la contra?”, dice el fundador con barba. “Podemos hacer algo con lo que salgamos todos ganando. La risa es sana y, además, es un arma. Es efectiva y es un elemento de unión”.
La reflexión les llevó a lanzar un experimento. “Vamos a convocar a la gente para reírnos juntos como forma de protesta y vamos a convertirlo en una noticia que salga en los medios de comunicación”.
En abril de este año dieron un nombre al movimiento: Risastencia. Crearon la web, diseñaron la identidad gráfica, abrieron sus perfiles en redes sociales, hicieron pancartas… “Teníamos que pensar bien a quién nos dirigíamos. No queríamos dejar fuera a nadie ni que pareciese una manifestación exclusivamente política. Era una protesta contra el sistema. Por eso subimos a la web una foto de Dominique Strauss-Kahn, antes del escándalo. Estaba ahí porque era el presidente del FMI”.


Hicieron el primer vídeo de presentación de la Risastencia. Era un viral que invitaba a tomar 5 minutos para reír de políticos y banqueros.

Y después llegó su primera convocatoria. La misión consistía en entrar en un vagón del metro de Madrid y empezar a reír para contagiar al resto de pasajeros. No sabían qué pasaría. Era un experimento. Habían hablado con terapeutas de risoterapia pero aquí no hay ciencia. Los nervios les comían… “Pero era mejor así”, especifica el fundador sin barba. “Estar nervioso hace que te rías más. Empezamos a reír en la parada de Plaza de España y terminamos 20 minutos después. Al principio te ríes sin ganas pero el cerebro cree que ríes de verdad y, al final, no puedes parar de reír. Fue una experiencia increíble. Salimos todos absolutamente felices”.

Unos días después convocaron otro encuentro. Esta vez en un autobús urbano. El movimiento empezaba a conocerse. “Una chica nos escribió y nos dijo que se había ido con sus amigos a un bar a reírse de los políticos de su pueblo. Nos enviaron mails de Chile y otros países de América Latina. La gente lo iba haciendo suyo. Y eso era lo que queríamos. Es un movimiento de código abierto. No tiene una ideología política. Tiene una finalidad global”, indica el fundador con barba.
El 14 de mayo hicieron una nueva convocatoria. El lugar de reunión era la Puerta del Sol de Madrid. Fueron dos monologuistas de Paramount Comedy: Richard Salamanca y Fernando Moraño. Lo anunciaron a los medios y acudieron a cubrir el evento. Las risas entraron en los informativos de las principales TV del país. “Reírse era noticia”, exclama. Y ese día apareció una frase que desde entonces acompaña al movimiento: “La risa es el refugio de los ingobernables”.

“En esa ocasión vinieron profesionales en catarsis de risa. Son personas que se ríen para provocar la risa de los demás. Estuvimos una hora en Sol y cumplimos el objetivo. Salimos en las principales TV y hasta nos llamó BBC Mundo. La noticia corrió también por América Latina y un artículo de un periódico venezolano nos hizo pensar mucho. Se planteaba qué pasaría si eso hubiese ocurrido en ese país. La respuesta era que los manifestantes estarían en la cárcel”, comenta el fundador con barba.

Y llegó el 15-M. “No podíamos imaginar que durante la semana siguiente ocurriese todo lo que pasó”, indica. “Al ver lo que estaba sucediendo, hablamos con la Asamblea de Acciones y les propusimos hacer un encuentro el viernes antes de las elecciones”. La asamblea aceptó y volvieron a reunirse en Sol. Fueron dos monologuistas más de Paramount Comedy: Esther Gimeno y Denny Horror. Pero esta vez con la sátira política rebajada por la cercanía de la jornada de reflexión. El show terminó con un lema, gritado por cientos de personas: “Sí, sí, sí. Nos vamos a reír”.

La siguiente convocatoria fue el 19-J, en Neptuno (Madrid). En Risastencia ya no son dos. El núcleo principal está formado por 10 personas y hay muchos más que colaboran desde muchos puntos del país.
“Nuestra intención es promover el mensaje de que hay que reírse. Queremos que esto crezca y seguimos con nuestra idea inicial de experimentar con la comunicación”, dice el fundador sin barba. “No pensamos que vayamos a cambiar nada pero la risa es un motor para cambiar cosas”.

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