Si los planetas de ficción existieran…

Los relatos de ficción inventan mapas, lugares, idiomas y costumbres para hacerse más verosímiles, para permitir al lector o espectador ubicar las cosas y tomar conciencia ‘física’ del mundo irreal que devora. Eso, en el género de ciencia ficción, muchas veces se traduce en la creación de planetas, algunos de los cuales se han convertido con los años en lugares en los que hemos vivido increíbles aventuras y superado retos descomunales. La cuestión es cómo serían en realidad si traspasaran el mundo de fantasía del que nacieron y aterrizaran en el espacio que conocemos.

Si eres un friki conocerás de memoria un montón de planetas. Por ejemplo, todos los de las sagas de Stargate, Starcraft, Ender, Dune, Babylon 5 o BattleStar Galactica. Pero incluso si no lo eres seguro que conoces algunos. Por ejemplo, Melmac, el planeta de Alf.

De Melmac sabemos poco. Podemos intuir la distancia, por ejemplo: Alf vagó un año por el espacio hasta llegar a la Tierra… Cabe suponer que la cuenta la hará en un año de su planeta, que no sabemos cuánto es, por lo que no sabemos a qué distancia estaba de su estrella de referencia. Pero imaginemos, que es mucho imaginar, que es un año terrestre y que la nave viajaba, otro suponer, a una velocidad aproximada a la de la luz.

¿Cuánto es un año luz? En septiembre, la sonda Voyager 1, que está saliendo de nuestro sistema solar y es el objeto más alejado fabricado por el hombre, estaba a unos 19.000 millones de kilómetros de distancia, que son 0,002 años luz. La estrella más cercana que conocemos es Alpha Centauri, que está a 4,39 años luz de la Tierra… así que cabe ubicar Melmac en algún lugar fuera de nuestro sistema y, aparentemente, sin estrella de referencia. Eso haría imposible la existencia de un planeta, a no ser que fuera uno errante, y no podría albergar vida… Y eso que en el planeta había gatos, plato preferido de los melmaquianos.

En cualquier caso Melmac no solo no existe, sino que además desapareció (eso fue lo que propició la huida de Alf). Según su narración en la serie fue por una «lluvia cósmica radiactiva», aunque las lluvias cósmicas en sí son haces de energía que atraviesan todos los objetos, incluyendo planetas, con partículas subatómicas, es decir, menores que un átomo, a ‘velocidades’ de 11TeV… lo cual es una barbaridad.

Lo que es un filón es la saga de La Guerra de las Galaxias, que nos ha dado un montón de planetas más o menos habitables para medir, con muchísimos ‘datos’ astronómicos para jugar.  Alderaan, Coruscant, Dagobah, Dantooine, Endor, Geonosis, Kamino, Hoth, Dagobah, Naboo… Pero quizá el más significativo sea Tatooine, ese planeta desértico hogar de Anakin Skywalker y de su hijo Luke. Según los registros de la saga, tiene dos soles, tres lunas, que su día dura 23 horas un año (es decir, que es más pequeño que la Tierra o que gira más rápido) y que su año dura 304 días (lo cual indica que está apenas más cercano a sus estrellas que la Tierra al Sol, o que orbita más rápido).

tatooine

Si eres hijo de los 80 o los 90 te sonarán nombres como Vegeta o Namek, de Bola de Dragón. Vegeta, de donde son originarios los protagonistas de la saga, fue destruido por un malote interestelar llamado Freezer, pero ofrecía algunos datos. Por ejemplo, su color: era rojo como Marte, lo cual podría indicar la presencia de óxido de hierro en su atmósfera -lo cual haría su aire irrespirable- y tenía una gravedad diez veces mayor que la de la Tierra, lo que hacía a sus habitantes especialmente fuertes.

El valor de la gravedad depende de la masa del planeta y de su tamaño, por lo que un planeta con esa gravedad necesitaría una masa mucho mayor que la de la Tierra en un tamaño no muy grande. Por establecer una comparación, Júpiter tiene una gravedad 2,63 veces mayor que la Tierra, teniendo 318 veces más masa… y once veces mayor radio. Solo el Sol, que no es un planeta sino una estrella, supera eso con una gravedad en superficie de unas 28 veces la de la Tierra.

vegeta

Por su parte Namek era similar a la Tierra: de color verde, predominantemente acuoso, y con un ciclo de rotación de 130 días, lo cual lo ubica mucho más cercano a sus estrellas que la Tierra del Sol. Cabe pensar que esas estrellas serían de mucha menor intensidad para soportar la cercanía y alojar vida, que sobrevivía a pesar de que nunca había noche, aunque sí se cita un «lado oscuro del planeta»… ¿no rotaba? Según lo dicho en la saga, está en las coordenadas 9045XY, que no significan nada, pero bueno. El viaje hasta Namek es difícil de cuantificar en distancias reales: un porrón de capítulos, así que cabe pensar que está realmente lejos. Bueno, estaba, porque también acaba destruido tras una lucha eterna (pero eterna, eterna) entre Son Goku y Freezer.

namek

A cualquiera le sonará el planeta Krypton, donde nació Superman. Cómo era es un misterio, ya que en la versión clásica era un planeta helado (de ahí el gusto de Superman por la morada en el hielo) y en la versión cinematográfica es un planeta mayormente rocoso. En cualquier caso es un planeta de mayor densidad que la Tierra, con una gravedad mayor, que provoca que sus habitantes tengan superpoderes al llegar a la Tierra. También la riqueza en oxígeno de nuestra atmósfera, menor en la suya, rica en nitrógeno.

Según la narración de los cómics, el planeta forma parte de un sistema de ocho orbitando un Sol a unos 50 años luz de la Tierra. Según la narración de la película está a unos 27,1 años luz de la Tierra y se ha ubicado simbólicamente orbitando la enana roja LHS 2520 en la costelación Corvus. En cualquier caso, Krypton fue destruido también al desestabilizarse su núcleo por la acción de sus habitantes… Así que el único consuelo que nos queda es el elemento químico con ese nombre, un gas noble obtenido de forma artificial en la fisión nuclear del uranio y que está en muy baja concentración en el aire que respiramos.

krypton

Y si hablamos de sagas, no puede faltar Star Trek, donde el planeta Vulcano merece mención. Bueno, merecía, porque para no variar también es destruido, por los romulianos, en este caso. Sabemos que es un planeta semidesértico y rocoso, cálido, que acoge vida humanoide inteligente y, según la narración de la historia, orbita una estrella llamada 40 Eridani ubicada a 16 años luz de la Tierra… que existe en realidad y es visible de noche. Es un sistema triple, aunque se desconoce si hay planetas allí. A la misma distancia en otras direcciones hay otras estrellas, como 70 Ophiuchi (si te gusta el rollo del horóscopo te sonará la constelación Ofiuco, y si te gusta la ciencia sabrás que es un sistema binario de enanas rojas) o Alpha Aquilae, conocida como Altair, una de las estrellas más brillantes de nuestro cielo.

Por seguir con las curiosidades, hubo un tiempo en el que creyeron que Vulcano existía: un afamado astrónomo del siglo XIX llamado Urbain Le Verrier lo ubicaba entre Mercurio y el Sol al percibir una anomalía que, tras décadas de infructuosa búsqueda, Albert Einstein atribuyó a la influencia solar en la zona.

vulcano

Si eres mucho más joven que todo lo anterior igual te resulte más familiar hablar de Pandora, una luna que orbita el planeta Polifemo en la película Avatar. Es una luna peculiar, con una rica fauna y flora, una atmósfera diferente a la nuestra y áreas de electromagnetismo de tal fuerza que permite alterar la gravitación regular del planeta. Sorprendente, cuanto menos.

El lugar estaría, según la narración, en el sistema Alfa Centauro, a 4,4 años luz de la Tierra. El tamaño del planeta sería casi como el nuestro (0,89 veces), y su estrella de referencia sería Alfa Centauri A4, una enana amarilla como nuestro Sol, solo que en un sistema triple que no impide que haya noche.

pandora

Mucho más lejos, concretamente en el centro del universo -donde quiera que esté eso-, se ubica Eternia, el planeta de He-Man. Pero eso ya es rizar el rizo.

Todo esto teniendo en cuenta distancias, masas, gravedades y vagas características… pero cabe pensar que si todos estos planetas hubieran existido en verdad, y hubieran albergado vida, tendrían algún tipo de escudo contra la radiación interestelar… Y quién sabe si buena cobertura de satélites televisivos, como Omicron Persei VIII.

Créditos Pandora: Okiir

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Patrick Thomas

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