En 1996, Gabe Newell y Mike Harrington, dos extrabajadores de Microsoft, fundaron la empresa de videojuegos Valve. Pero antes de plantearse qué juegos harían, se plantearon cómo los harían, diseñando un entorno laboral que fomentara la creatividad de sus trabajadores. Empezaron a plasmar sus ideas en un documento, que fueron puliendo con los años. Mientras tanto publicaron la saga Half Life (un multiplataformas con más de 19 entregas) y la biblioteca de venta de juegos online Steam (que el año pasado llegó a los 12 millones de usuarios conectados simultáneamente).
Pero dejemos a un lado de sus logros comerciales y centrémonos en sus innovaciones laborales. El manual de Valve refleja, con grandes dosis de humor, cómo funciona una empresa creativa desde dentro. Ofrece una visión inédita sobre el trabajo en equipo y analiza cuestiones interesantes no solo para los aficionados al mundo de los videojuegos.
Estaba pensado para ser un documento interno que se entregaría como guía de supervivencia a los nuevos trabajadores de la empresa, pero en 2012 se filtró, suscitando todo tipo de rumores y análisis. Quizá el más interesante, sobre todo con la perspectiva que da el tiempo, es el que publicó quien fuera economista de la empresa, Yanis Varufakis. Sí, ese Yanis Varufakis.
Bienvenido al mundo plano
La primera decisión que tomaron los jefes de Valve es que nadie ejercería como jefe en Valve. Como explican en su manual, «las jerarquías sirven para mantener la previsibilidad y la repetitividad». En su opinión simplifican la planificación y facilitan el control, algo que puede funcionar para una organización militar, pero que no es extrapolable a una empresa creativa.
En Valve presumen de tener en plantilla a personas inteligentes e innovadoras, «decirles a esas personas que se sienten en una silla y que cumplan órdenes anula el 99% de su valor», explican. «Por eso Valve es plana. Es una forma rápida de decir que no tenemos administración y que nadie responde ante nadie».
No tener un jefe significa que nadie te dice qué tienes que hacer y eso brinda una libertad inédita al trabajador, una libertad que se traduce incluso en el diseño del mobiliario.
En Valve todas las mesas tienen ruedas. Parece un detalle menor, pero resume a la perfección la filosofía de esta empresa. Las ruedas sirven para recordar al trabajador que debería moverse. Y para que lo haga, literalmente. Nadie tiene un puesto fijo en Valve, nadie tiene una tarea asignada, así que las mesas deberían poder rotar por la oficina con libertad, para formar equipos y grupos de trabajo de forma orgánica.
Otra curiosidad sobre estas mesas es que tienen sitio para dos sillas. Este diseño no es casual. En Valve hay listas de los proyectos que se están llevando a cabo, para que los trabajadores vean donde pueden ser más útiles. Otra forma de saberlo es simplemente preguntando. Y como último recurso, los trabajadores pueden mirar otras mesas. «Recuerda que siempre hay un hueco para otra silla en el escritorio de la gente», reza el manual, «así que busca esos huecos».
Todo esto suena apetecible desde el punto de vista del trabajador, pero, ¿lo es para el empresario? ¿es factible dirigir una empresa sin jefes? ¿Cómo se llena este vacío de autoridad? En Valve confían en la responsabilidad individual de sus trabajadores, y para coordinar sus esfuerzos, los grupos de trabajo eligen líderes temporales. Estos funcionan más como gestores de información global que como superiores jerárquicos, la guía hace hincapié en que «nadie te puede decir qué hacer».
Por otro lado, está claro que los sueldos varían en función de la valía del empleado y su tiempo en la empresa, pero eso no se traduce en una superioridad jerárquica. Los sueldos se definen en base a unos análisis entre compañeros que se realizan, de forma anónima, cada año. Esto se suma a una clasificación por rangos que sirve para tener una visión general de quién aporta más valor a la empresa.
Aún así estos métodos no están tallados en piedra: el manual anima a los trabajadores a discutir abiertamente sobre su salario, recordando de paso que sus sueldos no están nada mal. Aseguran tener unos beneficios por empleado más altos que los de empresas como Google, Amazon o Microsoft.
[pullquote]Tenemos a las personas más inteligentes y creativas del mundo. Decirles que se sienten en una silla y que cumplan órdenes anula el 99 % de su valor[/pullquote]
Leyendo su manual, uno constata que en Valve gozan de privilegios que creíamos reservados a estos gigantes tecnológicos. «Si un día te encuentras a alguien caminando por la oficina con un bol de fruta fresca y un café Stumptown, dejando la colada para que se la laven y yendo a una de las salas de masaje, no te asustes. Todo eso está para que lo utilices. Así que no te preocupes, nadie te va a juzgar por aprovecharlo. Y si volviendo del masaje te paras a jugar a los dardos, a hacer ejercicio en el gimnasio de Valve o lo que sea, no es una señal de que este lugar se viene abajo como una empresa emergente de la época de las punto com. En cambio, si algún día empezamos a servir caviar para almorzar, es probable que algo esté yendo mal. En serio, entra en pánico si hay caviar».
A pesar de todos estos beneficios, no todo el mundo encaja en Valve y el manual no pasa de puntillas por este asunto. No tener un jefe que te diga qué hay que hacer puede ser un poco desconcertante para algunos. Sin embargo, en opinión de esta empresa, es un sistema que funciona cuando hablamos de creatividad y las ventajas superan con creces a los inconvenientes.
Uno podría esperar este ambiente relajado y esta ausencia de autoridad en una empresa pequeña. No es el caso que nos ocupa. Según los últimos datos (2016) Valve tiene 360 trabajadores en plantilla y fuentes del sector aseguran que solo su plataforma Steam habría generado 3.500 millones de euros en ingresos en ese mismo año. Con los datos en la mano, y a pesar de sus dimensiones, el sistema funciona. ¿Cómo?
Varufakis lo explicaba en su blog gracias a una teoría de la ilustración escocesa: el orden espontáneo. «Es un concepto de David Hume, quien argumentó contra la suposición de Thomas Hobbes de que, sin que algún Leviatán gobernara sobre nosotros, terminaríamos en una horrible estado […]. El contrargumento de Hume fue que, en ausencia de un sistema de mando centralizado, surgen convenciones que minimizan el conflicto y organizan las actividades sociales (incluida la producción) de la manera más propicia para la Buena Vida».
El manual apunta a otras razones menos ilustradas y más tangibles: la contratación de buenos empleados. Durante las 56 páginas del libreto, los autores no se cansan de repetir que lo más importante para que este modelo funcione es tener a los mejores empleados. Así que la solución no está tanto fuera como dentro, lo que hace viable tener una empresa ideal es contar con unos trabajadores ideales.
*Consulta el PDF completo del manual del trabajador de Valve