10 verdades (quizás incómodas) sobre el diseño gráfico

verdades sobre diseño gráfico

Saber usar una herramienta no te convierte en diseñador. Lo que nos define como profesionales es saber por qué las usamos. Y para qué. Entender lo que hacemos por su propósito o intención. Aquí van 10 verdades sobre el diseño gráfico, algunas conocidas, otras puestas a debate 

1. Saber usar Photoshop no te convierte en diseñador

Ni saber generar imágenes en Midjourney, ni hacer una web en Figma, ni hacer un logo en Illustrator y animarlo en After Effects. Manejar una herramienta con soltura no garantiza la comprensión del diseño. Cualquier disciplina creativa va más allá de la destreza, requiere intención, contexto y reflexión. Y eso es lo que marca la diferencia entre ejecutar y diseñar.

De la misma forma que un martillo no hace a un carpintero, saber usar Photoshop, Illustrator, After Effects o Figma no te convierte en creativo. Diseñar, y crear en general, va mucho más allá. ¿De qué sirve saber usar estos programas si no conoces los fundamentos del diseño? ¿Cuántos diseños hay que son ilegibles? ¿Cuántos diseños hay que no comunican bien?

2. No basta con que algo sea bonito

En diseño y comunicación que algo sea bonito no es suficiente y, hasta cierto punto, tampoco es tan importante. Bonito no es un criterio de trabajo, es una opinión. Una opinión subjetiva, aunque necesaria. Porque tendemos a plantear como un hecho «Esto está mal» cuando en realidad queremos dar una opinión: «A mí no me gusta». Interpretamos hechos desde lo personal al decir «Esta tipografía es fea» en lugar de «Esta tipografía no encaja con el concepto». Confundimos gusto con juicio.

Ejemplo llamativo, y siguiendo con el caso tipográfico, es lo que ocurre con la fuente Comic Sans, tan debatida y odiada. Esta fuente fue creada en 1994 para los bocadillos de los personajes animados de una aplicación para niños llamada Microsoft Bob, sustituyendo a la Times New Roman. Esta tipografía funcionaba en un contexto y propósito determinado, más allá su uso es incorrecto.

3. El diseño tiene teoría, ética, historia y criterio

Diseñar bien no es solo crear algo bonito, sino algo que tenga sentido. No va solo de estética: hay una teoría detrás en la que sustentar nuestros diseños o con la que jugar tanto a favor como en contra; hay una ética que lo guía, como todo en la vida. Hay una historia que lo respalda y sin la que el diseño hoy no sería lo que es, y hay un criterio que se forma con tiempo y el conocimiento. Es una disciplina con fundamentos.

Así, David Carson, se convirtió en referente precisamente por romper muchas de las reglas clásicas del diseño editorial de los años 90. Pero no lo hizo porque sí ni por rebeldía. Él conocía las reglas, su origen, su lógica, su fundamento… y supo desafiarlas creando algo nuevo pero muy fundamentado. Su trabajo en revistas como Ray Gun tenía intención, voz y contexto, por mucho que pueda parecer caótico.

4. La mayoría de los clientes no saben lo que quieren

Puede parecer una sentencia arrogante, pero en realidad es justo lo contrario. A menudo, un cliente puede tener una necesidad, a veces muy difusa, y es el diseñador el que debe aportar su guía y criterio para ofrecer la solución adecuada. Por ejemplo, un cliente puede pedir un logotipo, cuando lo que realmente necesita es una identidad de marca. Es un camino que hay que recorrer juntos: escuchando y aconsejando.

5. El cliente no siempre tiene la razón

Esta frase se utiliza más en contextos de trabajos cara al público, pero aquí es igualmente aplicable. Debemos escuchar al cliente, pero también debemos escuchar nuestra intuición, sobre todo si está fundamentada. Podemos aconsejarle y buscar terrenos intermedios o alternativas que solucionen su preocupación a la vez que encajen con nuestro criterio. 

6. Menos ego, más humildad

Esta filosofía puede aplicarse a la vida en general, pero, aplicada al diseño gráfico, cobra mucha importancia porque —y siento si alguien se siente ofendido— tendemos a tener mucho ego. Y es normal que al estar orgullosos de una creación siente mal una crítica, pero mientras sea constructiva y sirva para mejorar, bienvenida sea. El ego nos limita, mientras que la humildad deja espacio al aprendizaje.

7. No se diseña para uno mismo 

El diseño es comunicación. Es una forma de solucionar una necesidad comunicativa externa. Si el diseño no comunica hacia fuera, deja de ser diseño y pasa a ser arte. Y no pasa nada, pero conviene distinguirlo. Esto no implica que no deba llevar nuestra esencia y nuestra huella, pero hay que tener siempre en cuenta cómo el usuario final visualizará el diseño.

8. El diseño no es arte

En línea con la afirmación anterior, podemos entender que el diseño no es una expresión artística, aunque las dos disciplinas se mezclen constantemente. Hay diseñadores con una gran sensibilidad artística y hay obras de arte que usan lenguajes del diseño. Pero una sirve para resolver una necesidad externa, como ya hemos mencionado, y la otra surge de la necesidad interna de expresar algo personal. En el arte puede no haber una función más allá de la expresión. En el diseño, la función es el punto de partida.

Esta afirmación está muy sujeta a debate en estos tiempos en los que las barreras entre disciplinas están tan difusas. Es bonito que las disciplinas se mezclen y beban unas de otras, es una forma de evolucionar y crear nuevas visiones.

9. La inspiración no basta

La inspiración es muy necesaria, pero no suficiente. Hace falta método, un planteamiento, un concepto, una estructura, una intención. Primero debemos entender el qué y luego buscar el cómo. En esta segunda fase, en el cómo, puede brillar la inspiración.

10. La IA no te convierte en diseñador (tampoco en artista)

Y ahora que estamos en la era de la inteligencia artificial, el debate se complica aún más. ¿Qué papel juega la creatividad cuando puedes generar en segundos una imagen con una frase bien escrita? Midjourney, DALL·E, Firefly… todas prometen resultados espectaculares. Pero ¿esto también es diseñar? 

Igual que con Photoshop, Illustrator o Figma, el valor de una herramienta de IA depende de quién la usa y con qué intención. Automatizar tareas puede dejar más espacio a lo que realmente importa, a la parte creativa, a crear soluciones (visuales en este caso). Y, como decíamos al principio, de poco sirve generar imágenes espectaculares si no hay un propósito o una intención detrás.

¿Alguna de estas verdades te ha incomodado? ¿Sabrías decir por qué? El debate es bueno y las verdades no son inamovibles. El mundo cambia y las disciplinas se transforman (sobre todo en momentos con cambios tan disruptivos como el actual). Si alguna no encaja contigo por tu forma de entender el diseño, por favor, que nadie te haga sentir incómodo. Aunque sí te aconsejo que les des una oportunidad o, al menos, una pensadita.

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Patrick Thomas

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