Si, como afirmó Aristóteles, la perfección se alcanza cuando una persona o cosa logra su plena potencialidad, podríamos convenir que Aterriza como puedas es una película perfecta porque abraza la verdadera naturaleza del cine: la naturaleza de los sueños.
Esto convierte en atemporal la película dirigida por Jim Abrahams, David Zucker y Jerry Zucker. La atemporalidad es una de las características de los sueños, y la ha llevado a formar parte de la cultura popular de distintas generaciones. Además de esta, hay otras razones para considerar que Aterriza como puedas es fiel a la naturaleza de los sueños.
Cinco puntos para entender la naturaleza de los sueños
Ricciotto Canudo, uno de los primeros teóricos del cine, fue quien primero reparó, en 1911, que el cine tejía su propia realidad de manera análoga a los sueños, transformando lo mundano en extraordinario. Posteriormente, cineastas como Jean Epstein, Alfred Hitchcock, Andréi Tarkovski o Stanley Kubrick destacaron en ensayos o entrevistas la similitud entre el cine y los sueños.
Kubrick dijo:
«Una película es más parecida a un sueño que a cualquier otra cosa».
El director de El resplandor consideraba que el cine era un laboratorio para experimentar aquello que no es posible en la vida real.
No es necesario llevar un diario de sueños para recordar la naturaleza de las fantasías nocturnas:
- Con frecuencia, se suceden escenarios sin continuidad y sin lógica aparente.
- La ruptura de la lógica.
- Elementos o personajes fantásticos en escenarios cotidianos.
- Transformaciones fantásticas e inmediatas de personajes y elementos.
- Se suceden historias fragmentadas y desconectadas.
Ampliaremos cada uno de los puntos mencionados y daremos ejemplos específicos de cómo Aterriza como puedas los cumple. Primero, reparemos en que los puntos evocan películas de distinto género. Como escribió el novelista Jonathan Coe en La casa del sueño:
«(…) las películas de terror son como pesadillas, las películas sucias como Garganta profunda y Emmanuelle son como sueños húmedos… Luego están los remakes y las historias que se cuentan una y otra vez, y esas son como sueños recurrentes. Y hay sueños consoladores y visionarios, como Horizontes perdidos o El mago de Oz».
Si reparamos en las películas mencionadas por Coe, ninguna abraza la naturaleza de los sueños tanto como Aterriza como puedas, como veremos a continuación.
Cambio de escenario sin lógica aparente
En los sueños, el lugar, la ambientación e incluso la época cambian de manera abrupta. De nuestro sofá pasamos a Tokio y de aquí, a un bar en la Inglaterra victoriana. Estos cambios de escenario pasan desapercibidos para quienes sueñan y es una cualidad que los sueños comparten con el cine.
Recordemos el diálogo entre Arianne (Elliot Page) y Cobb (Leonardo DiCaprio) en la terraza de un café parisino en Inception (Origen):
COBB: ¿Cómo hemos llegado aquí?
ARIANNE: Bueno, acabamos de venir de…
COBB: Piensa, Ariadne. ¿Cómo llegaste aquí? ¿Dónde estás ahora?
ARIANNE: Estamos en medio del taller, durmiendo.
Lo que plantea Cobb no solo es propio del filme dirigido por Christopher Nolan. Los personajes de las películas no son conscientes de cómo una elipsis los lleva del baño de su casa al ascensor de la oficina. Una característica que potencian los creadores de Aterriza como puedas.
Anacronismos a propósito
Harold Foster, el creador del cómic El príncipe Valiente, dijo una vez:
«Si coloco en una viñeta un candelabro de la época de El Príncipe Valiente, nadie repara en ese candelabro. Pero si el candelabro es de otra época, el lector se percata».
La precisión histórica puede ser importante para una parte del público, pero los directores de Aterriza como puedas apuestan por los sueños, donde nuestro cerebro mezcla épocas en una misma escena.
Así, Aterriza como puedas se desarrolla en 1980, el año de su estreno, pero los periodistas que cubren la posible tragedia aérea usan sombreros como si estuvieran en los años 40. En la guerra de Vietnam que recuerda Striker (Robert Hays), aviones de la Segunda Guerra Mundial surcan el cielo, y un tugurio con aires de café de la resistencia francesa de los años 40 se convierte en una discoteca de los 70, donde Striker conoce a Elaine (Julie Hagerty), la mujer de sus sueños. Este uso deliberado de los anacronismos refuerza el mundo onírico de la película.
Los cambios de escenario
Aterriza como puedas lleva la creatividad un paso más allá al convertir el pasillo del avión en un escenario multiusos. Es un consultorio donde el doctor Rumack (Leslie Nielsen) realiza una exploración vaginal y un callejón donde matones, torturadores y terroristas esperan su turno para calmar a una pasajera nerviosa. Este uso del espacio inspira la técnica de la realidad flexible en Los Simpson, donde la casa de la familia amarilla tiene frente a ella aquello que la trama requiere: un cementerio o una mansión de un expresidente; e incluso la central nuclear está tras el jardín.
Además, en el pabellón de psiquiatría para veteranos de guerra donde convalece Striker pintando, hay un jeep militar volcado en una esquina, ante el que posa un soldado con la pierna izquierda tras la nuca, sosteniendo en una mano un fusil y en la otra un bebé muñeco.
Sin embargo, la escena que mejor ilustra esta ruptura de la lógica y el cambio de escenario sin sentido es aquella en la que el veterano capitán militar (Robert Stack) conduce su descapotable a través de distintos escenarios proyectados a su espalda, incluyendo una película del oeste, mientras se dirige al aeropuerto desde su casa.
Ruptura de la lógica
En los sueños, las situaciones y las consecuencias de las acciones a menudo no siguen las reglas de la realidad: corres, pero no te mueves; hablas con personas fallecidas con aspecto saludable o te cortan la cabeza sin que sufras ni veas manar la sangre.
Esta ruptura de la lógica es propia del cine: en un instante, unos personajes se enamoran perdidamente y otros encuentran aparcamiento fácilmente. Hitchcock, maestro en romper la lógica, dijo:
«Si se quiere analizarlo todo y construirlo todo en términos de plausibilidad y verosimilitud, ningún guion de ficción resistiría este análisis y solo se podrían hacer documentales».
En Aterriza como puedas, hay distintos sucesos sin consecuencias. El jefe del Control de Tráfico Aéreo (Lloyd Bridges) se embriaga, esnifa pegamento y toma anfetaminas sin consecuencias dramáticas; un hombre es apuñalado en la pista de baile de los 70, pero nadie se percata; el veterano capitán (Robert Stack) se deshace con violencia de quienes piden donativos, pero no recibe la visita de la policía…
Sin embargo, la escena más destacada es aquella en la que un pasajero de la India con turbante, harto de escuchar a Robert Hays, se rocía con gasolina, enciende una cerilla y se dispone a prenderse fuego junto a su compañero de asiento. Cuando Hays es requerido por la azafata, el pasajero desiste y apaga la cerilla, pero al bajar el brazo se produce una violenta explosión. Aquí conviene reparar en que el gag solo funciona cuando Hays sale del plano, ya que si estuviera en él, reaccionaría de alguna manera.
Por otro lado, con el plano abierto, sería evidente que el avión sufriría las consecuencias de la explosión, y los pasajeros y la tripulación reaccionarían ante el fuego. Sin embargo, el suceso no tiene consecuencias y nadie parece notar la tragedia. Como en muchos sueños, las tragedias a menudo solo ocurren frente a nosotros sin que nadie más parezca notarlas.
Elementos o personajes fantásticos en lo doméstico
En los sueños no sentimos asombro al encontrar criaturas fantásticas en nuestro salón o ver cómo objetos cotidianos cobran vida. De manera similar, en Aterriza como puedas la realidad cotidiana se ve interrumpida por elementos y personajes extraordinarios.
Uno de los ejemplos más llamativos es la figurita de Jesús en el panel de control del avión, que con expresión aterrorizada se tapa los ojos temiendo la inminente catástrofe. Por otro lado, Otto, el piloto automático hinchable, tiene vida propia: esboza una sonrisa cuando la azafata lo hincha y más tarde toca los pechos de la azafata excusándose en el caos del aterrizaje.
La fantasía también aparece cuando se produce la unión de dos elementos que hasta ese momento nunca habíamos contemplado unidos. Es lo que Gianni Rodari considera «binomio fantástico» en Gramática de la fantasía. La película Aterriza como puedas contiene varios binomios, entre los que destacan las dos girlscouts jugando al póker en un tugurio en Vietnam, un caballo en la cama de la esposa del veterano capitán o los pasajeros tratados como maletas en la cinta transportadora.
Hay una transformación fantástica e inmediata de personajes y elementos
No cuestionamos en los sueños que un vecino se convierta en un gusano y que nuestro coche se transforme en un tren con destino a la Luna.
En Aterriza como puedas tampoco nos choca que el copiloto Kareem Abdul-Jabbar, interpretándose a sí mismo, tenga en un plano el uniforme completo de la línea área y poco después, en otro plano de la misma escena, lleve pantalones cortos de jugador de baloncesto, rodilleras y zapatillas deportivas. Tampoco nos extraña que al doctor Leslie Nielsen le crezca la nariz como a Pinocho mientras miente a los pasajeros sobre qué está ocurriendo a bordo.
Se suceden historias fragmentadas y desconectadas
Jean Epstein, que tuvo entre sus empleados-pupilos a Luis Buñuel, consideró que una película que se acercara a la naturaleza de los sueños debería presentar situaciones sin pies ni cabeza; sin comienzo, sin mitad y sin final.
Aterriza como puedas podría ser un ejemplo de la propuesta de Epstein: las pequeñas tramas que se suceden en el avión están desconectadas hasta el punto que los pasajeros permanecen ajenos a la exploración vaginal o la brutalidad que se ejerce contra la pasajera nerviosa e ignoran el harakiri del anacrónico soldado japonés y la inmolación accidental del hombre de la India.
Es cierto que las pequeñas historias, aunque desconectadas entre sí, son hijas de la trama principal que, recordemos, es la siguiente: un ex piloto militar traumatizado se verá obligado a aterrizar un avión en adversas condiciones climatológicas. Pero esta trama central realista no desdice la naturaleza onírica de Aterriza como puedas. Recordemos esto: los sueños nos engatusan: muchos comienzan con una escena cotidiana que nos lleva a pensar que no estamos soñando.
En Aterriza como puedas, la trama convencional de catástrofe aérea se convierte en la entrada realista al sueño porque una catástrofe, aunque no hayamos padecido una, forma parte de una realidad que conocemos, al menos, por las noticias.
Hoy, en muchas parodias falta una historia realista como hilo conductor. Sus guionistas reúnen a personajes de distintos universos ficticios —Harry Potter, Jack Sparrow, Thor, etc. — y acumulan parodias de escenas de películas distintas. Por lo general, estas películas funcionan mal, puesto que no tienen un núcleo de realidad que sirva como entrada para el público. Aterriza como puedas sí tiene un universo dramático realista como contenedor de lo absurdo y lo fantástico, de las escenas fragmentarias sin pies ni cabeza, sin principio ni final.
De los sueños al cine
Hemos visto cómo Aterriza como puedas comparte muchas de las características propias de los sueños. Esta naturaleza onírica, que es también la naturaleza del cine, hace de Aterriza como puedas una película perfecta, aunque no aparezca en las listas de las mejores películas de la historia.
Una perfección onírica que paradójicamente, o quizá no tanto, es un simple espejo de nuestra realidad. ¿Acaso no experimentamos situaciones en la vida real que carecen de sentido? ¿No nos encontramos, a menudo, viviendo historias que no sabemos cómo empezaron, o que parecen haber comenzado mucho antes de que nosotros llegáramos? Como escribió Shakespeare en Macbeth:
«La vida es una ficción contada por un idiota, llena de ruido y furia, que no significa nada».
En definitiva, Aterriza como puedas es una muestra de cómo el cine puede aproximarse a la naturaleza onírica de la vida misma, y de ahí se aproxima a la vida; porque, como dijo Luis Eduardo Aute, «toda la vida es cine, y los sueños cine son».