El abridor de botellas con storytelling

Si estás con el aperitivo, este BrandSunday te interesa. Va del nuevo abridor de Brutus

En el universo de Brutus abrir una cerveza no es solo abrir una cerveza. Es decir algo. Es hacer visible una manera de mirar las cosas. Por eso han creado Opener, un abridor de aluminio fundido a presión que es al mismo tiempo objeto funcional y artefacto cultural. Una pieza sobria, precisa y aparentemente mínima, que en realidad dice mucho.

El abridor de Brutus, diseñado en colaboración con Neutrale y el estudio industrial Calip.er, no es un simple accesorio. «Las colaboraciones con marcas, espacios o personas con las que compartimos fines en común o comunidad, son muy importantes en el viaje de construcción de marca que queremos para Brutus», explica Jordi Calvet, fundador de la firma. La complicidad con Neutrale viene de lejos, ya que ambas marcas comparten una sensibilidad estética que pone el diseño al servicio de la vida diaria.

Para Calvet, «el diseño es la consecuencia que engloba una manera de ver y hacer las cosas… Lo fundamental es el pensamiento». Por eso Opener no se entiende como una ocurrencia puntual, sino como un paso más en un relato mayor, el de una marca que desde 2015 ha ido construyendo un lenguaje visual y conceptual coherente, riguroso y atractivo, sin renunciar a lo que la hizo nacer: una cerveza pensada con cabeza, distribuida con inteligencia y presentada con alma.

Alma

«Una cosa que no es útil no tiene sentido. Una cosa que no es estética no tiene atractivo. Una cosa que no tiene narrativa no tiene alma», señala Calvet. Y es precisamente esa alma la que ha sostenido a Brutus en su crecimiento, hoy como parte del portfolio de Mahou San Miguel, sin perder autenticidad ni intención.

El diseño, por tanto, no es un envoltorio sino una herramienta. «Si tienes mucho diseño pero no tienes storytelling, tu mensaje es superficial», sentencia Calvet. Por eso cada nueva pieza de Brutus, desde su premiada botella hasta este abridor de edición limitada, responde a una lógica de marca basada en el detalle como lenguaje, la coherencia como estrategia, la estética como compromiso.

Más allá del objeto, lo que realmente abre el abridor de botellas de Brutus es una conversación sobre cómo las marcas pueden habitar la vida cotidiana sin colonizarla. O como dice Calvet, «para que todo sea capaz de hablar el mismo idioma lo más importante es tener claro qué idioma quieres que sea posible».

Dice Calvet que no se trata tanto de sumar cosas como de decir lo justo. De pensar el diseño no como decorado, sino como actitud. Un enfoque que debería aplicarse también al gran consumo. «Creo que va a haber una evolución muy grande en este sector», indica, «el marketing y la construcción de marca en alimentación y bebidas van a tener que evolucionar mucho en los próximos años para continuar generando interés a los consumidores».

Mientras tanto, Brutus sigue a lo suyo. O lo que es lo mismo, diseñando objetos, campañas y experiencias que no gritan, pero dicen. Que no decoran, pero narran. Que no solo abren botellas, sino también formas de mirar.

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Yorokobu es una publicación hecha por personas de esas con sus brazos y piernas —por suerte para todos—, que se alimentan casi a diario.
Patrick Thomas

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