Algún lugar entre París y Málaga. Hora indeterminada. Abril 2013. La Agente Morillas saca sus instrumentos de trabajo y los deposita metódicamente en su escritorio. La masa está fresca, y con las manos y un par de puntiagudas pinzas moldea unas siniestras muñecas de ojos huecos y pelo largo que sin mirar ven qué hay más allá. Fundido a negro.
Mamen Morillas es la Agente Morillas, fan de Expediente X. Al igual que Mulder y Scully, vive haciéndose preguntas, muchas de las cuales, no puede responder. La señorita Morillas, además, ilustra, esculpe, edita y expone.
Tras ver truncada su carrera de cirujana por una selectividad que nos pone a todos en nuestro sitio, decidió estudiar inglés y gráfica y diseño publicitario en su Málaga natal. El típico caso de una estudiante de ciencias puras que experimenta consigo misma convirtiéndose en cobaya de la primera promoción de un nuevo plan de estudios.
“Aquella tampoco fue mi vocación, aunque se convirtió en una herramienta fundamental de mi trabajo. Con el diseño me adueñé de muchas cosas interesantes intrínsecamente ligadas a mi persona: la minuciosidad, la limpieza, el manejo del espacio y, además, aprendí a manejarme con soltura digitalmente”, comenta la malagueña.
Después se mudó a Barcelona para seguir su aprendizaje en la escuela Massana. En su segundo año comenzó a trabajar con Daniel Sesé, uno de los profesores. Ese mismo año ganó su primer concurso de ilustración, organizado por La Vanguardia y la Generalitat, y empezó a publicar profesionalmente. A partir de ese momento ha estado vinculada a la ilustración y se ha introducido en el campo de la pintura, el muralismo y recientemente, la escultura.
Su estilo, más allá de las etiquetas, resulta limpio pero oscuro. Su obra es como un cuento para niños donde sus personajes, sin dar miedo, lo intentan por su iconografía tenebrosa y de ciencia ficción. “En mi obra procuro abarcar tantas disciplinas artísticas como me apetece. Me gusta investigar y abrirme a nuevos mundos. En función de los proyectos puedo desarrollarlos de una manera u otra, según las necesidades, y, sinceramente, porque también me divierto más. Voy del grafito al acrílico, de pintar en papel, madera o pared a modelar arcilla, y lo que voy manteniendo son líneas estéticas de trabajo. Personajes infantiles, naturalezas, animales fantásticos y mucho, mucho blanco. Una vez me dijeron que mi oscuridad era blanca y es verdad”, explica la Agente Morillas.
Además del lado oscuro, tiene muchas otras influencias. “Desde dibujos animados al cine, de libros a cómics, de artistas a músicos. Hanna Barbera, Los Goonies, Viernes 13, El Resplandor, Roald Dahl, Depeche Mode, Pixies, Edward Gorey, Alphonse Mucha, Anette Messeger, Ed Wood, Joy División, Yoshimoto Nara, Drácula, Les Savy fav, Fucked Up, Chapman Brothers, Calpurnio, Cromags, Tim Burton, Keith Haring, Barbapapa, Roman Dirge, Joana Vasconcelos, Win Delvoye, Planeta Imaginario, La Hammer, Alien, Edgar Alla Poe, Megan Whitmarsh, Juanjo Sáez, Mark Ryden, Goya, Willow, Tiburón, T. Raumschmiere, Einsturzende Neubauten, Doraemon, Jorge Manrique… En ningún orden en concreto y dentro de una lista por supuesto interminable”.
El proceso creativo de la Agente Morillas es meticuloso y lleno de apuntes previos a la obra pero le gusta improvisar cuando boceta dando más libertad y juego a su cabeza. Ahora acaba de sacar las manos de la masa. Prepara una exposición a mediados de abril en Madrid de la mano de Plas. Además, está terminando su mudanza en París y retomando la lengua de Baudelaire.
Mientras tanto sigue dibujando, pintando, con más esculturas por hacer y con el proyecto de un libro con guión propio.
Suena un trueno en la lejanía, fundido a negro. Continuará.