En el interior de esta especie de bolas hay diez números. No se ven a primera vista porque su autor, Alberto Carnero, ha querido liarlos entre estas líneas. Dice que «muchas veces, en un mensaje, la historia pasa a un segundo plano porque el protagonista es el propio lenguaje. Es la forma en vez del fondo».
Carnero, que ha realizado esta numerografía para la revista de junio de Yorokobu, piensa, además, que «dibujar letras en su estado puro, la monolínea, deja al descubierto el esqueleto de la letra, su cuerpo desnudo».