El almacén Alonso se encuentra en un nada céntrico barrio madrileño. Su responsable abre el cierre cada mañana y comienza su trabajo de búsqueda, restauración y venta de muebles y artículos vintage de casa y decoración. Pero no es un local cualquiera. Para visitarlo debes hacer una petición en su web o redes sociales. Una vez allí, te reciben, atienden y asesoran.
—Buenos días. Había quedado con el señor Alonso.
—Ehhh… pues verá… no hay ningún señor Alonso.
—Qué raro, porque me había citado hoy.
—Sí, la cita se la he dado yo por email; Alonso, Mayka Alonso.
Primera sorpresa. Y es que no falla: el 99% de la gente asocia las palabras Alonso y Almacén a un hombre. Y aunque es cierto que Alonso es un nombre masculino, también lo es que se trata del vigésimo apellido más común en nuestro país (193.403 personas se apellidaban así en España en 2021, según el Instituto Nacional de Estadística).
«Todo el mundo se cree que soy un hombre, y es muy gracioso ver cuando descubren que soy una mujer», explica la empresaria. «También piensan que hay un equipo detrás, quizás por mi costumbre anterior de hablar en plural, pero nada más lejos de la realidad: yo me encargo de todo».
Pero vamos al principio. ¿Cómo surge El Almacén Alonso? A veces, las mejores ideas surgen sin planificarlas. Esta es una de ellas. «Un cambio de domicilio me llevó a vender todos nuestros muebles y buscar otros que se adaptasen al nuevo hogar. Y acabé, también, buscando piezas para amigos y familiares», afirma Alonso.
Otra situación que le empujó a centrarse en el nuevo proyecto fue el cierre de su empresa dedicada a la moda, sector al que se había dedicado los últimos años. Y un tercer motivo fue pensar en el medio ambiente porque, como le gusta decir a la propietaria, no hay nada más ecológico que usar algo ya fabricado, que ha tenido una vida, y que puede seguir teniendo otras.
«Después de darle vueltas durante un par de semanas, y casi sin presupuesto, alquilé un local en un barrio de Madrid y me puse a ello. Así nació El Almacén Alonso».
BÚSQUEDA DEL TESORO
Todo empieza con el proceso de búsqueda del material. Aunque no siempre es posible, lo ideal en este establecimiento es comprar a particulares, que además aportan información de la pieza, de quién era, cómo se usaba… «Es casi un juego de búsqueda del tesoro, en el que suceden cosas como que otro jugador me quita la pieza, o que cuando llega a mis manos es mucho mejor o mucho peor de lo esperado. Siempre es una incógnita bastante divertida».
La mayoría de las compras se producen en webs de segunda mano y subastas, aunque ya cuenta con un red de informadores que le tienen al tanto cada vez que un piso se vacía. «Al salirme fuera del circuito tradicional de compra, consigo una selección bastante curiosa y ecléctica. Invierto mucho tiempo en el proceso, y compro por pálpito, aquello que me mueve y que me gustaría tener en casa. Y lo más divertido es fantasear sobre cómo y quién usó esa lámpara o esa silla».
Evidentemente, todas las piezas que vende El Almacén Alonso son de segunda mano, y todas tienen algo: óxido, arañazos, manchas, faltas, muescas… Y ese algo es el que Mayka intenta conservar en su justa medida. «Me gusta entender que son como nuestras arrugas, cicatrices, y tatuajes. O como la fruta fea, que se desecha en el supermercado pero que tiene mucho sabor».
Por sus manos han pasado marcas icónicas en el mundo del diseño del pasado siglo. Fabricantes españoles que en su momento fueron lo más revolucionario, como AG Barcelona, Guilleumas, Biok, y las referencias de iluminación FASE, Lupela o Madom, han estado expuestos en El Almacén Alonso. Y también marcas internacionales como un sofá Maralunga de Vico Magistretti, unas sillas Cobra de Stoppino o unas Spaguetti de Belotti para la firma Alias.
VENTA Y ALQUILER
En un primer momento su clientela estuvo compuesta únicamente por particulares, pero en los últimos meses han empezado a entrar estudios de arquitectura e interioristas. También llaman a la puerta de El Almacén Alonso para alquilar y comprar piezas para producciones de moda, cine, teatro y televisión, una diversificación del negocio que se ha producido de forma natural, sin planificar.
A veces, incluso ha recibido llamadas de personajes muy conocidos del mundo del arte, cine o diseño. Reconoce Mayka que le ha costado no hacerse un selfi o pedir un autógrafo a más de uno, pero sabe que eso iría en contra del original modelo de negocio que ha querido montar. «No tengo horarios al uso, y solo recibo con cita. Me escriben a través de Instagram, la página web o la cuenta de Wallapop, y acordamos día y hora, fines de semana incluidos. Me salgo fuera del canal de compra tradicional, por eso la oferta es curiosa», concluye Mayka Alonso.