Alvin, la ardilla, es un satánico

El reinado del terror de Alvin y las Ardillas comenzó con su primer capítulo. En aquel momento, esas voces salidas del mismo infierno se convirtieron en el vehículo del mal durante generaciones.

Acabamos de descubrir, via A.V. Club, que el miedo puede sobrepasar cualquier línea roja; que puede ennegrecer aún más un corazón que se pensaba ya seco; que, al fin y al cabo, El Maligno no se detiene por que sencillamente se haya quedado sin combustible.
Un músico canadiense —cómo es Canadá, ¿eh, amigos?— ha reducido la velocidad de reproducción de los discos de Alvin y las Ardillas a 16 revoluciones por minuto. El resultado es más aterrador que El Caso Vallecas y más subyugante que la cabellera de Íker Jiménez.
Brian Borcherdt, así se llama el músico responsable, ha creado un sitio web llamado chipmunkson16speed que reúne todas esas canciones.
Abrácense fuerte a alguien durante la escucha.

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#142 Primavera / spring in the city

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Yorokobu es una publicación hecha por personas de esas con sus brazos y piernas —por suerte para todos—, que se alimentan casi a diario.
Patrick Thomas

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