El columpio gigante de Heidi

25 de marzo de 2011
25 de marzo de 2011
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La cortinilla de entrada de la serie infantil Heidi ha sido siempre un pozo sin fondo para infinidad de elucubraciones inspiradas en los elementos que allí se muestran. Como, por ejemplo, dónde estaba anclado y cuánto media el columpio donde la niña se balanceaba casi de manera suicida.
Ahora la arquitectura alemana han reproducido este tipo de “columpio imposible” con la intención de convertir los espacios públicos olvidados en parques llenos de alegría. Con un simple columpio. ¡Aunque menudo columpio!


El columpio de Heidi lucía ciertamente largo en la pantalla, pues los cables estaban sujetos directamente a las nubes y en cada oscilación cruzaba todo el pueblo en apenas 9 segundos, lo cual significa que debería ir bastante rápido y alcanzar mucha altura, lo suficiente para que los pajarillos le besaran los pies a la protagonista.
En un foro de física ya se hicieron la misma pregunta y concluyeron, tras una serie de fórmulas matemáticas, varias variables en cursiva y metiendo el indice de elasticidad de las cuerdas del abuelo, que el columpio de Heidi medía exactamente 20,25 metros, como una casa de 7 pisos.
Siguiendo la misma proporción, el estudio de arquitectura alemán Wehberg ha diseñado enormes columpios de 20 metros de largo para el goce y disfrute de los más mayores. Y pretenden instalarlos en los parques de Europa para que todos nos sintamos la niña bonita de un pueblo alpino por unos minutos.
Los fabrica, con gusto, la casa alemana Linie M, que lleva 20 años intentando hacer estructuras de metal que no sólo sean bonitas, sino también divertidas. Y desde el verano de 2009 ya instalan cuatro de estos columpios en un parque cerca de una una fábrica de Volkswagen en Wolfsburgo, Alemania, para que los visitantes y, también los trabajadores de la planta, se echen unos balanceos estratosféricos.

Para los arquitectos y paisajistas alemanes la idea es que estos columpios podrían impactar positivamente en los espacios públicos infrautilizados. Y es que una simple oscilación puede convertir un terreno baldío en un parque lleno de divertimento, gracias a la especial respuesta del público hacia este objeto sumamente familiar, que además permite tener una perspectiva más cenital de la vida.
El “columpio de los cielos” es una construcción tubular de acero galvanizado que, con los 20 metros de cuerda, alcanza una velocidad de balanceo de 17,3 m/s (62 km/h), con una aceleración gravitacional de 3 g. Teniendo en cuenta que las montañas rusas son diseñadas para no exceder los 3 g, el impulso que toma el columpio podría incluso competir con complicados montajes en los parques de atracciones más punteros. Y por mucho menos dinero.
Para ello, el usuario es elevado hasta la posición de partida por un sistema de poleas mecánicas. Y cuando está listo, sólo tiene que accionar un resorte y poner la misma cara de alegría que lucía nuestra vieja amiga Heidi, cuando nos enseñaba que la felicidad puede ser tan simple como balancearse en un columpio que imaginaba anclado en las nubes.

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Patrick Thomas

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