Si hubiera que describir la vida de la sociedad española actual por cómo la retratan las series de televisión, podría decirse que es básicamente urbanita. Y si hubiera que concretar aún más, se diría que esa urbe es Madrid.
Así lo demuestran títulos exitosos como Valeria, donde la protagonista y sus amigas nos llevan de fiesta (y de vida) a barrios de moda como Malasaña y Chueca; XHOXB, aunque aquí la trama nos lleva a barrios pequeños y obreros mucho menos glamurosos; o Élite.
Es cierto que también se emiten otras series y películas donde la protagonista sigue siendo una ciudad, aunque esta ya no es Madrid. Tal es el caso de Las niñas, de Pilar Palomero, ambientada en la Zaragoza de los 90.
¿Pero qué pasa con el ámbito rural? En este caso, buena parte de las series y producciones cinematográficas que ubican sus tramas en pueblos retratan este entorno con estereotipos (como la serie El pueblo), y en otras, convierten estos lugares en un protagonista más de la trama.
La literatura, sin embargo, sigue siendo un pequeño refugio para las obras que no instrumentalizan lo rural usándolo como simple atrezzo. Una de esas obras, que también ha sido representada en teatro, es Los asquerosos, de Santiago Lorenzo.
De todo ello habla Silvia Panadero en este artículo de Igluu.