El 18 de marzo de 1965, el comandante Alexei Leonov se convirtió en héroe de la Unión Soviética y, si me preguntáis, en héroe de la humanidad: acababa de completar el primer paseo espacial.
O sea, sí, la misión había sido un éxito, pero también había sido un poco desastre, la verdad. Para empezar, el bueno de Leonov estuvo a punto de palmarla porque el traje se le hinchó como un globo y no cabía en la exclusa —también hinchable— de la nave, que te lo imaginas ahí como el muñeco de Michelin cagándose en la carrera espacial y en toda la pesca.