Alex Trochut (1981) es un prestidigitador de las letras. Sus trabajos crean un todo en el que una palabra o una frase significa en todas sus formas posibles: son grafismos, se perciben con los ojos, pero muchos de ellos logran una capacidad expresiva que activa todos los sentidos.
Trochut trabaja la sinestesia. Concepto y forma se unen. Igual que en la lectura de un libro, el transcurso de los párrafos despierta adherencias que van más allá de la denotación pura, este artista catalán elabora sus composiciones de modo que el espectador, de un solo golpe, se adentre en una panoplia de sensaciones.
«En el diseño de hoy se puede trabajar con materiales muy realistas. Y el 3D evoca mucho más la parte sensorial. No solo entendemos sino que sentimos. A veces no es tan importante entender algo como que despierte la imaginación», explica Trochut.
El diseñador barcelonés afincado en Nueva York, que encabezará el cartel del Blanc Festival (del 18 al 20 de octubre), despertó su interés por el diseño siendo un niño de 12 años: se enamoró de la estética de los cómics y los cromos.
Cuando entró en la escuela de diseño, sus profesores ya conocían su apellido. Su abuelo, Joan Trochut, había sido uno de los mejores tipógrafos e impresores. «No llegué a conocerlo y no até cabos de la conexión entre su trabajo y lo que yo quería hacer hasta entonces. Fue una especie de memoria genética que llegó hasta mí pero de la que no fui muy consciente».
Cuando se movió de Barcelona a Nueva York ya contaba con contactos y clientes al otro lado del océano: «Fue un salto natural». Ha trabajado para marcas como Coca-Cola, Nike, Adidas, Puma; periódicos como The New York Times; o cantantes y bandas como The Rolling Stones, Artic Monkeys o Katy Perry.
Trabajos muy diferentes, con personalidades a veces antagónicas, pero atravesados por un mismo cometido: la interpretación. Trochut se plantea el diseño como un ejercicio de traducción: «El diseño traduce cosas que están en el aire y necesitan propagarse».
O como una labor actoral: «Viene una marca y funcionas un poco como actor, te adaptas e intentas interpretar su personalidad», explica. El trabajo con grandes firmas exige una continua reinvención. Al final, el diseñador se convierte en un «artesano de la imagen».
Por eso, Trochut modifica sus técnicas a menudo y explora nuevas elaboraciones. Incluso patentó una técnica llamada Binary Print: un método para que la imagen se modifique dependiendo de si se encuentra en la luz o la oscuridad.
Trochut adora el cambio y el descubrimiento. Eso le hizo fijarse en la tipografía: «Es muy flexible. Las letras van cambiando en cada lugar y en cada momento».
Es una flexibilidad, no obstante, acotada, que obliga a estrujarse la creatividad todavía más. «Si trabajas con lettering, te tienes que adaptar mucho a lo que te permiten las estructuras. No puedes forzar y tienes que dejar que ellas te muestren a ti lo que puede surgir de esa unión entre lo visual y el significado. Hay que estar abierto en el proceso: hay mil maneras de ser funcional y poder expresar el mensaje», señala.
Trochut hablará de toda esta experiencia (y de sus últimos trabajos) en el Blanc Festival, que se celebrará en el Casino l’Aliança de Poblenou. Serán tres días para crear comunidad en torno a la creatividad y el diseño. Participarán más de 1.000 personas. Habrá conferencias, masterclasses y varietés.
Además de Trochut, acudirán figuras como Mario Eskenazi, Bruce Mau, Patrick Thomas, Ana Mirats o Naranjo-Etxebarría.
El objetivo es conectar a las personalidades consolidadas con jóvenes emergentes que dan sus primeros pasos en el sector. El Premio Crema volverá a reconocer el mejor trabajo de entre quienes llevan menos de cinco años en el mundo del diseño.
El barcelonés valora la importancia de este tipo de encuentros: «Recuerdo charlas que me marcaron. Está muy bien cuando puedes meterte en la cabeza de alguien y entender su manera de pensar».
Conectar, nutrir; esos son los objetivos del Blanc. «Se crea una atmósfera muy familiar y permite que dentro de esa intimidad haya mucha conexión entre los participantes y con los conferenciantes. Estás muy en casa, y eso te permite que te abras», opina.
Cada día, la gente es más exigente con la forma en que le son presentados los mensajes y los objetos. El impacto del diseño es mayor que el del arte porque es profundamente cotidiano y tiene una vocación de propagación masiva.
«El diseño es el reflejo de la sociedad, conecta con identidades e impacta a nivel social», indica Trochut. Todos los utensilios de una casa, todos los muebles, todas las páginas que leemos, los anuncios que recibimos y que decidimos mirar o esquivar, o todos los pósteres que colgamos en el dormitorio construyen los paisajes íntimos dentro de los que vivimos y crecemos. Y detrás de ellos, hay miles de diseñadores reflexionando y buscando el mejor camino para acercarse a ti.