Los peligros de la luz azul

Antes, era el sol el único que la proporcionaba. Pero de un tiempo a esta parte, las fuentes de luz azul se han multiplicado. Las tenemos en todas partes: luces de bajo consumo, televisores, monitores, tablets, móviles… Dispositivos a los que dedicamos gran parte de nuestro tiempo. Y es ahí precisamente donde radica el problema. Porque la luz azul en sí no es peligrosa, pero sí la sobreexposición a la misma.

Se calcula que la tercera parte de la población adulta pasa una media de entre 4 y 6 horas diarias frente a estos aparatos digitales, tiempo que llega a las 10-12 horas en un 14% de los casos.
Entre los que se encuentran en alguno de esos grupos (en especial, en el último) molestias como ojos irritados, secos y/o rojos, visión borrosa o cansancio suelen ser habituales. Y sí, es la luz azul, o luz visible de alta energía como también se la llama, la que las causa. Las longitudes de onda de este tipo de luz están comprendidas entre los 380 y 495 nanómetros, lo que la convierte en la más fuerte del espectro visible que entra en nuestros ojos a través de la córnea, el cristalino y va directamente a la retina.
Las consecuencias sobre esta última pueden llegar a ser muy graves. Los estudios demuestran que someter a la retina a luz azul puede provocar la muerte de células retinianas y contribuir a desarrollar DMAE (degeneración macular asociada a la edad).
La fatiga o el estrés visual son otros de los riesgos que puede acarrear a nuestra visión esta sobreexposición, que también puede alterar nuestro reloj biológico y el ritmo cardiaco.
Es posible que, con independencia de la luz azul irradiada por el dispositivo en el que se esté accediendo a ellos, la lectura de estos párrafos pueda producir picor y molestias psicosomáticas que provoquen en el lector el impulso de dar al botón del off y prescindir de cualquier gadget digital a partir de este momento.
Aunque no es necesario llegar al extremo de reconvertir toda nuestra vida en analógica. Basta con reducir el tiempo que se dedica al día a estos aparatos. Pero como en otras ocasiones no es tan sencillo, existe la opción de neutralizar parte de esta dañina luz (que no toda, puesto que la luz azul es necesaria tanto para mantenernos despiertos como para aumentar y mejorar la percepción del contraste)
Esa es la principal virtud de las lentes BlueControl de Hoya que, además, la neutralizan sin que su estética se resienta ya que no utiliza filtros amarillos. La reducción de los reflejos, con la consecuente mayor comodidad y confort visual, y el aumento y mejora del contraste para una percepción más natural del color, son otros de los beneficios de las BlueControl, a los que hay que añadir los propios de Hi-Vision LongLife: durabilidad, resistencia a arañazos, facilidad de limpieza y la capacidad de repeler el agua y la suciedad.
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