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La alegre vida bajo el agua que retrató Bruce Mozert

Un día de 1938 dos caminos se cruzaron. Y no fue por casualidad. Bruce Mozert, que ya era un reconocido fotógrafo a pesar de su juventud (tenía 22 años), viajaba hacia Miami para cubrir un encargo. Tenía que tomar fotos a una colección de zapatos de mujer. Pero aquello era demasiado terrenal para un hombre destinado al agua y al cielo. Al mismo tiempo, el actor Johnny Weissmuller acababa de llegar a Silver Springs, un paraíso turístico que, desde el siglo XIX, atraía visitantes a Ocala, Florida. El recinto ya comenzaba a convertirse, además, en escenario de varias películas. Y por eso estaba allí Johnny Weissmuller: para ser Tarzán.

De camino a Miami, Bruce hizo una parada en St. Augustine y allí supo de la ubicación de Weissmuller. Así que acudió a Silver Springs para conocer a su ídolo. A Mozert le gustaba recordar que, cuando llegó y se colgó la cámara con la carcasa acuática que había creado, todos le sonrieron, que consiguió doce buenas fotos y que los actores las enviaron a Hollywood. Su destino ya estaba escrito y ese día no se fue del parque. Esa misma mañana empezó a trabajar como fotógrafo oficial de Silver Spring, siendo el único fotógrafo profesional con acceso al contiguo Paradise Park.

Atraído por la limpieza de las aguas cristalinas del parque, Mozert creó una caja resistente al agua que le permitió explotar sus dotes en la fotografía subacuática. Muchas de sus modelos pin up eran empleadas del parque que posaban para él encantadas. A menudo acompañadas de chicos, bajo el agua llevaban a cabo actividades cotidianas más propias de la vida terrenal, como preparar una barbacoa, leer el periódico, tomar el sol o participar en competiciones de atletismo. Y no tan terrenal: en algunas de sus fotos más conocidas, los modelos pasean sobre una alfombra voladora o sobre un enorme caballito de mar.

Mozert, además, pudo documentar la inusual vida de los negros americanos en Paradise Park. El recinto se convirtió en un auténtico paraíso para ellos en Florida, un lugar en el que los blancos apenas les dejaban vivir tranquilos. En Paradise Park los blancos tenían la entrada prohibida y, si lograban acceder al recinto, eran invitados a salir.

En aquellos años en los que las leyes Jim Crow propugnaban la segregación racial, Florida se había convertido en un lugar muy peligroso para la gente negra. Aunque Paradise Park seguía participando de la segregación propugnada por aquellas leyes, se convirtió, a partir de 1949, en un oasis de descanso en todos los sentidos. Lu Vickers, coautora de libro ‘Remembering Paradise Park’, dijo a Slate que allí «hasta los cocodrilos dejaban en paz a la gente».

Bruce Mozert contribuyó con sus fotos al reconocimiento internacional de ambos retiros y, gracias a sus fotos subacuáticas, especialmente de Silver Springs.

Algunos años antes, cuando era un adolescente que acababa de encontrar su primer empleo, el fotógrafo descubrió que era demasiado sensible para ser conductor. Así que dejó su trabajo y se fue a vivir a Nueva York con su hermana Zoe. Por suerte, era una modelo pin up muy conocida y contaba con los contactos idóneos para que su hermano encontrase su verdadera vocación. Le presentó a Victor de Palma, fotógrafo de Life. Por tres dólares a la semana, Bruce empezó a trabajar para él revelando sus fotos y fue aprendiendo el oficio, que pudo ejercer muy pronto.

Mozert se unió a Freelance Photographers Guild y publicó sus mejores fotos en revistas como Life, Time y National Geographic. En el tiempo que pasó en la USA Air Force, durante la II Guerra Mundial, desarrolló sus habilidades como fotógrafo aéreo. También trabajó para el cine, participando como fotógrafo en películas como Tarzán y La mujer y el monstruo (Creature from the Black Lagoon).

Durante los cuarenta y cinco años que pasó trabajando como fotógrafo oficial de Silver Springs, retrató a Jane Wyman, Gregory Peck, Jayne Mansfield y Howard Hughes, entre otros.

La primera fotografía subacuática se atribuyó al zoólogo marino Louis Boutan, cuando realizó un autorretrato a cincuenta metros de profundidad en el Mar Mediterráneo. Aunque Bruce Mozert no fue el primer fotógrafo subacuático, sí fue uno de los impulsores de la fotografía bajo el agua, cuyos avances contribuyeron a mejorar este tipo de imagen cuando aún estaba en sus albores, además de llevarla al cine.

Mozert recurría a trucos muy diversos para conseguir lo que quería, como colocar un recipiente con leche condensada sobre una sartén para crear el efecto del humo bajo el agua. A su inseparable cámara Rolleyflex le añadió una carcasa resistente al agua a base de capas de metal y plexiglas, cables, clavos y tornillos, que enganchaba a su brazo con una cámara de rueda.

En el libro ‘Silver Springs: the Underwater Photography of Bruce Mozert’, Gary Moore recogió en 2008 las mejores fotografías subacuáticas con las que Bruce Mozert alcanzó su propia fama y la de Silver Springs. En ese momento,un anciano Mozert de más de 90 años seguía trabajando a diario en su estudio de Ocala, muy próximo al parque. Falleció en 2015, a punto de cumplir 99 años.

Por Virginia Mendoza

Periodista y antropóloga. Autora del libro 'Heridas del viento. Crónicas armenias con manchas de jugo de granada'. Empecé a escribir en los márgenes de los prospectos. Ahora en Yorokobu.

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