Juan Díaz Faes se siente como Concha Velasco. El ilustrador asturiano hace esta comparación entre risas, explicando la ilusión que le hace presidir con sus enormes patterns la madrileña plaza de Callao. Lo hará durante el mes de enero, inaugurando la colaboración entre Yorokobu y Callao City Lights que prentende dar a conocer el trabajo de los creativos más punteros de la actualidad proyectándolo en las pantallas más fotografiadas de la ciudad.
«Cualquier persona que se dedique a la gráfica se fija en los posibles soportes de los que disponemos», analiza Faes. «Y la verdad, un espacio como el de Callao siempre da para pensar, ‘¿cómo se vería mi trabajo en un pantallón de ese tamaño?’».
El ilustrador empieza a hacerse esta pregunta aunque en realidad está acostumbrado a que sus dibujos se plasmen en todo tipo de soportes. Revistas (como ésta, donde dio sus primeros trazos), cómics, bañadores e incluso libros se han llenado de sus diseños abigarrados y coloristas. Díaz Faes ha conquistado todos los formatos. Ahora va a por el más grande.
Empezó en el cómic, primero consumiendo y después dibujando. Y aunque de vez en cuando sigue haciendo alguna incursión en este mundo, Faes ha encontrado su sitio dibujando piezas individuales. «Reconozco que me encuentro más cómodo realizando ilustraciones que cuenten (o puedan contar) historias por sí mismas, que siendo más secuencial», afirma.
Y es que una ilustración de Faes puede contener suficiente información no para contar una historia sino una trilogía. Aunque confirma que últimamente está trabajando con el vacío, si Faes puede reconocerse a primera vista es por su ausencia de espacio. En sus patters se amontonan las ilustraciones formando un mosaico de diseños, dando un puñetazo de colores al espectador. ¿Tiene cierto horror vacui? «Pues creo que sí», reconoce. «Me encanta ir rellenando el espacio, pero intentando que siga habiendo equilibrio en toda esa información».
Más que buscando un estilo, Faes se mueve buscando impulsos. A veces le apetece investigar sobre el negro y deja de lado los colores. Otras quiere romper con su estética y deja grandes espacios en blanco. Para salir de su zona de confort, viaja una vez al mes a algún destino europeo. La verdad es que lo hace por trabajo, para ilustrar guías de viaje, pero esa oportunidad le permite desconectar, reinterpretar su estilo a la vez que redibuja el imaginario de las ciudades más turísticas, olvidándose de lo obvio para centrarse en lo curioso.
Podría decirse que Faes dibuja las maravillas desconocidas, que posa sus ojos donde los demás no ven. A partir de enero esto va a ser una tarea bastante complicada. Las imponentes pantallas de Callao esperan proyectar su trabajo una vez a la hora durante todo el mes. Será entonces cuando conquiste el último y más grande soporte al que haya hecho frente hasta la fecha.
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