Cuando a Jonay Sosa, un copy creativo canario que llevaba trabajando siete años en una agencia publicitaria en Madrid, le rescindieron sendos contratos la novia y el jefe, entendió que «el Monopoly de la vida» le había mandado «a la casilla de salida». Otra vez a empezar.
Los elementos con los que contaba para reestructurar su nuevo yo eran una «moto, sus muebles, su ropa y una vieja furgoneta Volkswagen California». «Pensemos», pensó, que es lo suyo. Si vendía la moto y los muebles le daría para dejar a punto su vieja California, que costaba un pico. La ropa de los armarios iría en donación porque hacía falta soltar lastre para su nuevo proyecto. Ideas For Fuel es su propia oficina-furgoneta itinerante con la que trabaja para agencias de toda Europa ofreciendo sus servicios como creativo. Precio: 10 litros la hora.
«Empecé hace cuatro meses, y por el momento ya llevo 8.000 kilómetros, ochos países y diez agencias recorridas», cuantifica los números de su empresa rodante.
«Siempre quise trabajar en el extranjero, pero siendo español es más difícil porque en general no tenemos el inglés perfecto, así que nunca lo hice. Y ahora, de esta forma, estoy trabajando por todo el continente, en las agencias que más me gustan, y como hago estancias cortas, no tengo tiempo de cansarme de ningún proyecto; hago la parte creativa más bonita de la publicidad y me olvido de los problemas de siempre en la oficina, de discutir con los clientes…».
Cuenta que de este modo esas inaccesibles agencias extranjeras «no tienen problema en trabajar contigo porque saben que no tienen que hacer un contrato a largo plazo, sino que te quedarás por muy poco tiempo, y que traes ideas frescas y distintas a las que tienen sus equipos».

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Foto: Kitchen

Ataviado con un buen abrigo, porque hoy le ha tocado trabajar en Estocolmo, y con las escaleras en las que está sentado de fondo, explica por skype cómo funciona su nuevo trabajo non-stop. El método es ponerse en contacto con sus agencias preferidas dos o tres semanas antes de ir en su busca. Asegura que para lo suyo, que va de tener imaginación, su nuevo régimen de obra y servicio a domicilio y extrafronterizo es lo primero que llama la atención a más de una de las empresas. «Y siempre están abiertas a prestarte ellas mismas un aparcamiento».
Gracias a la iniciativa ha trabajado para algunas conocidas como KesselsKramer en Ámsterdam, Jung von Matt en Estocolmo y para una decena más de ellas en urbes como París, Madrid, Lovaina, Ámsterdam, Hamburgo, Copenhague u Oslo. «Y todos los sitios que quedan por el medio más los amigos que he ido a visitar», suma a los haberes personales.
Además, entre ruta y ruta, se ha sacado un proyecto personal en Instagram llamado Esquinas del mundo en las que te esperaría en el que retrata poemas propios en el marco de entornos que le entraron de flechazo por la retina. «Me gusta el arte urbano, pero lo mío es pensar frases, escribir, nunca se me dieron bien los sprays, así que pensé que dejar ahí esos poemas sería mi forma de hacer arte callejero. Y para que perviviesen, los juntaría en un libro de poesías en Instagram».
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Poco a poco se va desentendiendo del concepto viaje. «No sé cuando volveré», esgrime. Dice que quizás en navidades pasee la oficina por España para ver a los suyos y luego nueva ruta camino al trabajo, que podría ser en cualquier lado.
«No se cobra mucho; en cada lugar pido por la hora de trabajo el precio de 10 litros de gasolina, a veces un poco más si el país está demasiado caro. Pero ahora que no tengo ni hipoteca ni ningún otro gasto más que la gasolina y la comida, me da de sobra. Aún no he necesitado echar mano nunca de los ahorros». «Como consejo a los compañeros de gremio que estén hartos y se estén pensando alguna aventura así, es que sí: se puede vivir de ser publicista nómada».
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Patrick Thomas

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