‘Campo de batalla: la Tierra’, la historia de la peor película de la historia contada por su guionista

Cutrecon, el festival de cine cutre de Madrid, celebra su décima edición del 19 al 21 de marzo. Una fiesta del cine repasando las películas que, siendo un gran lodazal creativo, divierten lo mismo que las buenas y, además, dan ganas de pegar fuego al cine
JD Shapiro Cutrecon

JD Shapiro solo quería ligar, pero acabó haciendo la peor película de la historia. «Era 1994 y había leído un artículo en la revista Premier que decía que el Celebrity Center, el epicentro de la Cienciología en Los Ángeles, era un gran lugar para conocer mujeres», explicaba el guionista de Hollywood en un artículo del New York Post.

Shapiro acabó conociendo a una mujer, pero no en el sentido bíblico. Karen Hollander era presidenta del centro y fan de Las locas aventuras de Robin Hood (película dirigida por Mel Brooks y guionizada por Shapiro). Le preguntó si le apetecería adaptar al cine algún libro de L. Ron Hubbard, fundador de la iglesia de la Cienciología. Shapiro dijo que lo pensaría. Al fin y al cabo, acababa de estrenar una película muy famosa y tenía bastantes ofertas sobre la mesa. Esta parecía interesante y al poco de desarrollar un boceto, John Travolta, que estaba en uno de los momentos más álgidos de su carrera después de protagonizar Pulp Fiction, mostró interés en el proyecto.

Las cosas parecían marchar bien. Al leer el guión, Travolta le dijo a Shapiro «Esto va a ser La Lista de Schindler de la ciencia ficción». Al final, el film fue más parecido al Spice Girls, la película de la ciencia ficción. Un desastre tan mayúsculo que se ha acabado convirtiendo en un film de culto. Así fue como se gestó Campo de Batalla: La Tierra.

[bctt tweet=»Al leer el guión de Campo de Batalla: La Tierra, John Travolta le dijo a JD Shapiro: «Esto va a ser La Lista de Schindler de la ciencia ficción». Al final fue más como la peli de Spice Girls» username=»Yorokobumag»]

JD Shapiro es rápido. Trufa la conversación de anécdotas concretas que describen una situación más grande. Finge las voces de sus interlocutores. Salpica sus historias de guiños e hila con maestría distintos discursos. Se nota que vive de contar historias.

La próxima que va a contar es la de cómo escribió la peor película de la historia. Lo hará en el marco del festival CutreCon, el festival de cine cutre que se inaugura el viernes 19 de marzo en Madrid con la proyección de Campo de Batalla: La Tierra.

Shapiro, que lleva un par de años viviendo en la ciudad, será el invitado de excepción. No es la primera vez que va a una fiesta a celebrar lo mala que fue esta película. Ya lo hizo cuando fue a recoger el premio Razzie a la peor película de la década, algo que no es muy normal. Pero, ¿por qué reivindicar una historia de fracaso?

«Por un lado es casi catártico», responde Shapiro, en entrevista al otro lado de la pantalla. «Me tomo mi trabajo muy en serio, pero a mí mismo no tanto», aclara. «Además, es importante reconocer tus fallos. Incluso si al final lo que salió en pantalla no era lo que yo tenía pensado… yo empecé esto», explica. Él empezó un guion, cierto, pero defiende que su versión era más oscura, más valiente, «y sin extraterrestres con botas de Kiss y pelucas de Bob Marley». El problema es que las sucesivas notas, correcciones y  cambios fueron modificando el libreto original hasta hacerlo casi irreconocible.

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«En un principio, los ejecutivos de Metro Goldwyn Mayer (MGM) estaban encantados y se lo mandaron a muy buenos directores», recuerda Shapiro. «Normalmente cuando estás en este punto del proceso de guion quizá el director te da unas cuantas notas y hace algún cambio». No fue el caso.  «Me llegó un fax con las notas [estamos hablando de mediados de los años noventa] y me dije, «joder, esto va a acabar con la película»».

Llegados a este punto conviene aclarar que Shapiro ha trabajado durante años como asesor creativo de grandes producciones. Es el encargado de hacer notas en guiones ajenos, de cambiar, modificar y pulir libretos. Sabe que este es un proceso colectivo y lo acepta. No es que le molestara que alguien le tocara su guión, es que las notas eran simplemente malas. «Llamé al presidente del estudio y le pregunté: «¿De dónde salen estas notas?». Y me dijo: «Son del equipo de John [Travolta]». Yo le dije que ese equipo era «el de la Iglesia de la Cienciología, no un equipo de guionistas. Y mira, si fueran unas buenas notas, OK. Pero es que son horribles».

Quizá Shapiro fue demasiado vehemente porque MGM le despidió. «Bueno, pues muy bien, pues que les den», pensó entonces. Y se puso a hacer una pequeña peli independiente. We married Margo ganó el Premio del Público a la Mejor Película en el Festival de Comedia de HBO además de distintos premios y distinciones. Shapiro se involucró en otros proyectos y Campo de batalla: la Tierra parecía un recuerdo lejano para todos los involucrados. Pero una persona investigó, excavó y lo rescató del olvido.

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El productor que hacía realidad los sueños de las estrellas

En 1998, Ellie Samaha llamó a John Travolta y le dijo: «Voy a hacer realidad la película de tus sueños». Travolta no tenía ni idea de quién era Samaha. En realidad, casi nadie lo sabía, y eso que este productor había trabajado con las mejores estrellas del momento.

Samaha era un oportunista que vivía de hacer realidad las películas que nadie quería hacer. Nadie menos una estrella de Hollywood en concreto. Buscaba proyectos que hubieran sido rechazados por las principales productoras y se ponía en contacto con el actor o la actriz que lo había intentado sacar adelante. En un interesante perfil del New York Times, en el año 2000, el propio Samaha explicaba una parte clave de su plan de negocios: «hurgar y excavar y encontrar el guión o proyecto que ninguna estrella más quiere hacer; financiarlo en el extranjero; luego grabar en Canadá para ahorrar dinero». 

A principios de los 2000, Samaha produjo películas desconocidas con estrellas muy conocidas. Hizo 300 millas al infierno, con Kurt Russell y Kevin Costner; Ballistic: Ecks vs. Sever con Antonio Banderas y Lucy Liu (la película peor puntuada de todo Rotten Tomatoes); Falsas apariencias, su mayor éxito, con Bruce Willis; Driven, con Sylvester Stallone… Se había convertido en un experto en producir películas olvidables a buen precio. Donde todos los productores decían no, él decía adelante.

Madre mía los atuendos, es que tócate las pelotas.

Samaha empezaba a ahorrar con el principal interesado: la gran estrella de Hollywood renunciaría a parte de su caché para sacar adelante un proyecto más personal o en el que creía. Quizá lo haría a cambio de un porcentaje de los beneficios finales. Estos no solían llegar. En Campo de batalla: la Tierra Travolta renunció a sus habituales 20 millones de dólares, para cobrar 12. Incluso puso de su bolsillo cinco millones extra cuando la película tuvo problemas financieros, según varios informes. A cambio, siempre según el New York Times, Samaha le dio un control creativo casi completo sobre el film. 

Eso eran malas noticias para el resto de implicados en la película. JD Shapiro se enteró de que habían rescatado el proyecto por un amigo que tenía en la Fox, que se acabó aliando con la productora de Samaha, Franchise Pictures.

En un principio parecía que no iban a optar por su guion para ahorrarse problemas, pero al final decidieron tirar de él para añadir unos cuantos cambios. Fueron demasiados. «Cuando empecé a leer la versión final… a las dos páginas ya sabía que iba a ser un fracaso», reconoce el guionista. «Tenía una bolsa de boxeo en casa, y cada diez o 15 páginas tenía que dejar de leer para ponerme a dar puñetazos chillando «motherfucker piece of shit«» * 

 *[Todo el discurso de Shapiro es en inglés, pero hemos dejado los insultos sin traducir por motivos dramáticos]

Shapiro se pasó meses renegando de la película. «La gente me decía, «estarás emocionado, se va a estrenar tu gran superproducción». Y yo replicaba: «No, va a ser un fracaso. Si tenemos suerte recaudaremos 50 millones de dólares»». No tuvieron suerte. Recaudaron 25. 

Lo mejor de la película, quizá lo único salvable, fueron las críticas de la época. El periodista Robert Ebert aseguró que ver Campo de batalla: la Tierra «es como viajar en autobús con alguien que no se ha bañado desde hace tiempo. No es simplemente mala, es desagradable de una manera hostil».

[bctt tweet=»‘Campo de batalla: la Tierra’ es como viajar en autobús con alguien que no se ha bañado desde hace tiempo. No es simplemente mala, es desagradable de una manera hostil.» username=»Yorokobumag»]

El crítico Elvis Mitchell, del New York Times, aseguró: «A lo mejor es un poco pronto para hacer un juicio así, pero puede llegar a ser la peor película del siglo». 20 años después nadie ha puesto en entredicho esta afirmación. 

JD Shapiro puede consolarse pensando que el guion no es lo peor de la peor película de la historia. Las botas de plataformas y el aparatoso vestuario que tenían que llevar los actores hicieron que se movieran de forma cómicamente lenta durante las escenas de acción. El director lo intentó solucionar añadiendo el efecto de cámara lenta, dando la impresión final de que las peleas se sucedían bajo el agua, o entre un par de borrachos con plataformas.

El abuso del llamado «plano holandés», un contrapicado que sirve para expresar la angustia del personaje (o del espectador en este caso) es constante. El director, Roger Christian, insistió en usar este encuadre para dar un aspecto de cómic a la película, pero olvidó añadir planos normales de vez en cuando para no saturar.

El escaso presupuesto de una película que quería jugar a ser una superproducción tampoco ayudó. Franchise Pictures, la productora de Samaha, dijo que el film había costado 75 millones de dólares, pero la demanda de otro productor acabó desvelando que en realidad fueron menos de 44. Para cuando hubieron pagado a los actores apenas tuvieron dinero para efectos especiales.

Todo fue mal en esta película, pero eso no era consuelo para su guionista. En un primer momento peleó por no salir en los títulos de crédito. Después pidió hacerlo con seudónimo. «Pero si te pagan más de una cierta suma no te dejan», explica. Su agente le aconsejó que aguantara el chaparrón.

La redención del (super)héroe de la mano de Stan Lee

No utilizó seudónimo para firmar la película, pero lo hizo para escribir sus siguientes guiones. «No quería que me relacionaran con esa película y que me metieran en lo que yo llamo movie jail». Un par de buenos libretos borraron el mal sabor de boca. JD Shapiro siguió trabajando en el mundo del cine. Después empezó a contar historias pero en otro formato: en el mundo del cómic. Si sus primeros pasos en el mundo del cine fueron de la mano de Mel Brooks en el de las viñetas lo hizo al lado de otra leyenda: Stan Lee.

«Era un tipo muy rápido, enormemente divertido», recuerda Shapiro. Estuvo creando superhéroes a su lado durante 14 años. De forma literal. «En las reuniones le gustaba sentarse a mi lado, y muchas veces se inclinaba sobre mí para cuchichear al oído», explica el guionista. «La gente pensaba que me adoraba, pero en realidad lo que me solía preguntar es: «¿Qué coño están diciendo?». Porque él estaba un poco sordo, pero le daba vergüenza decirlo».

[bctt tweet=»«La gente pensaba que Stan Lee me adoraba, pero en realidad lo que me solía preguntar al óido es: «¿Qué coño están diciendo? Estaba un poco sordo», dice JD Shapiro.» username=»Yorokobumag»]

Como creador que ha trabajado a medio camino entre el cine y los cómics, vive con curiosidad el lucrativo fenómeno que ha unido ambos universos. Explica esta moda tirando de historia reciente. «Las películas, el arte, es una forma de reflexionar sobre nosotros mismos. Refleja los cambios de la sociedad». Según Shapiro, las historias de superhéroes surgen de los supervillanos de la vida real. «Creo que el 11 de septiembre cambió muchas cosas. Nos hizo darnos cuenta de que había terroristas reales, así que el cine se inventó estos superhéroes casi como una forma de hacernos sentir seguros, de que parecieran reales ellos también. Nos hacen pensar que, da igual lo grande o peligroso que sea nuestro enemigo. Que de alguna forma hay una manera de pararlo. Que sobreviviremos».

JD Shapiro está muy orgulloso de su trabajo en el mundo de los cómics. Sobre todo está orgulloso de haber remontado después de un tropezón del alcance del de Campo de batalla: la Tierra. No ha dejado de trabajar desde entonces. Ha escrito guiones, cómics y libros y tiene intención de seguir haciéndolo.

La pandemia le pilló en Madrid, escribiendo la idea de una serie apocalíptica en la que estaba interesada HBO. También puliendo el libreto de un par de películas europeas. Está buscando financiación para un guion que ha escrito basándose en una la historia real de una mujer que se travistió para poder ir a la universidad en Madrid. Tiene muchos proyectos y denota mucha pasión al desgranarlos. Quizá en el imaginario colectivo quede como uno de los artífices de la peor película de la historia. «Al menos de todas las películas malas, la mía es la peor», dice con sorna. Y rápidamente se pone a hablar de otros proyectos.

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Patrick Thomas

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