Casino Wars

14 de octubre de 2012
14 de octubre de 2012
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Para todos aquellos que nunca han entrado en un casino, las noticias de los últimos meses acerca de la futura construcción en España de complejos de juego similares a los de Las Vegas pueden sonar algo amenazantes, aunque también tremendamente atractivas. Es normal que exista cierto miedo hacia lo desconocido, sobre todo cuando hay quien asocia estas iniciativas con el mismo demonio. Es posible que tengan razón, pero creo que seguro que incluso en Sodoma y Gomorra habría gente que solo estaba echando unas risas y aunque también se convirtieron en estatua de sal, fue injustamente. Así que, ¿por qué no darle una oportunidad?

Aunque una cosa es decir que uno se lo puede pasar bien en un casino y salir relativamente indemne, y otra muy distinta que vaya a salir de allí forrado. En el momento en el que se ponen los pies sobre la moqueta de la sala de juegos, las probabilidades apuntan abrumadoramente a que nuestro capital se verá reducido. Sobre todo si uno se ajusta al perfil del turista es-la-primera-vez-que-juego-a-esto.

Las posibilidades de ganar de los jugadores con experiencia aumentan bastante. Se calcula que en un juego como el blackjack, el casino solo tiene un 1% más de probabilidades de ganar que el jugador experto, mientras que en el caso de un jugador sin experiencia, las posibilidades de “la casa” aumentan hasta un 20%.

La balanza se inclina hacia el otro lado si hablamos de los jugadores profesionales o de quienes entran al casino con intención de hacer trampas. Se calcula que, cada año, la industria del juego pierde decenas de millones de dólares por golpes de bandas organizadas o lobos solitarios imposibles de demostrar. Es por esto que la seguridad se ha convertido en uno de los factores principales a tener en cuenta por parte de los casinos.

Es la guerra, una enconada lucha que permanece totalmente oculta para los ingenuos turistas de fin de semana.

Los profesionales y sus trucos

Ser un jugador profesional no es un trabajo para el que valga cualquiera, de hecho es algo extremadamente difícil y que en muchos casos requiere de años de entrenamiento y de conocimientos que habitualmente no están al alcance de cualquier persona. Hasta hace algunos años, la preparación de un jugador profesional era muy similar a la de un aprendiz de mago. El arte de esconder o hacer aparecer una carta, despistar la atención del crupier o predecir con exactitud que algo va a ocurrir a partir de pequeños indicios, eran las armas de los tramposos. Todo un arte en sí mismo.

En la actualidad, como en todos los campos, la tecnología ha cobrado un papel fundamental y algunos “jugadores de ventaja” son una especie de fusión entre Juan Tamariz —el maestro de los juegos de manos— y Robocop, con cables, cámaras, emisores y receptores por todas partes.

Veamos 7 de las trampas y trucos que más usualmente se realizan en los casinos, uno para cada día de la semana:

1. El falso barajeo

Para realizarlo es necesario que uno de los crupieres del casino esté compinchado, barajeando las cartas de manera aparentemente normal, pero controlando siempre la posición de algunas cartas. Esto permite a los jugadores que están en el ajo saber cuáles son estas cartas y cuándo serán repartidas.

Puede parecer un truco intrascendente, pero recientemente se detuvo en Estados Unidos a la Organización Tran, formada por más de 40 personas implicadas en una estafa utilizando esta técnica. Habían estafado más de 7 millones de dólares.

2. Apuestas en la ruleta a pasado

Es un truco muy viejo y algo cutre, pero todavía se practica, hasta en Las Vegas. Es sencillo y a la vez tremendamente complicado. Se necesitan dos jugadores muy espabilados y un crupier cansado, al final de su turno, y que los tres estén solos en una mesa o bien que todos los jugadores de la misma estén al tanto. Prohibido mirones.

Un segundo antes de que la bola caiga en el número ganador, uno de los jugadores tendrá que distraer un momento al crupier. Otro de los jugadores colocará sobre el número ganador una pila de fichas formada por algunas del jugador 1 y, encima de estas, unas cuantas de las suyas (las fichas de la ruleta suelen tener diferentes colores para cada uno de los jugadores de la mesa). Si todo va bien, ambos recibirán el premio, pero incluso aunque el crupier viera el movimiento del segundo jugador, el jugador 1 siempre obtendrá su premio alegando que él no ha movido ninguna ficha y que el otro simplemente había colocado sus fichas encima de las suyas.

3. Cámara oculta en la manga

En un juego de azar, cualquier información, por pequeña que sea, puede ser de gran utilidad. Este truco se suele ejecutar en el baccarat o el blackjack, y requiere de un importante despliegue tecnológico. Es necesario que el jugador lleve instalada una cámara oculta en la manga, bajo la muñeca, también un emisor de la señal de la cámara y un transmisor en el oído.

Cuando el jugador corta la baraja, tiene que mostrar a la cámara la carta que queda debajo del mazo, evidentemente sin que nadie sospeche nada. Un cómplice está viendo las imágenes grabadas y le pasa los datos al jugador a través del transmisor.

4. El cambiazo

La carta en la manga es el truco de Saloon por excelencia, muy popular gracias a las películas del oeste, en las que siempre desembocaba en pelea, tiroteo o duelo al sol.

Ahora suele acabar con el tramposo entre rejas, como en el caso de los dos ciudadanos coreanos, Young Su Gy y Wookyung Kim, que en 2010 fueron condenados por estafar a Foxwoods Casino Resorts de Connecticut (EE.UU.) cientos de miles de dólares utilizando esta técnica.

El sistema se ha ido sofisticando y en algunos casos se utilizan dispositivos automáticos que pueden manejar varias cartas a la vez, escondiéndolas o sacándolas a relucir según convenga en el juego.

5. Contar cartas estilo “Rain Man”

Los contadores de cartas en realidad no son tramposos, son lo que se dice “jugadores de ventaja” y su actividad es totalmente legal. Mientras su único instrumento sea su materia gris, nadie puede hacer nada en contra de que controlen las cartas buenas y malas que quedan por salir de la baraja y actuar en consecuencia. Es en el momento en el que utilizan cualquier tipo de ayuda externa para facilitarse un poco la labor, cuando pasan al otro lado del Código Penal.

6. Deslizamiento de dados

Este truco consiste en deslizar los dados sobre el tablero en lugar de lanzarlos sin control de forma que no cambien de número al rodar. Para que no cante demasiado, habitualmente solo se intenta controlar uno de los dados, de manera que el movimiento del otro distraiga a los que están mirando. También se le puede dar algún tipo de efecto para que gane todavía más estabilidad y se note menos todavía el truco.
Cabría discutir si alguien que consigue hacer esto delante de varias personas que no quitan ojo de los datos sin que ninguna se dé cuenta se merece solo el premio o el premio multiplicado por mil.

7. Las fichas de colores

No solo se le puede chulear pasta a un casino rompiendo las leyes del azar. Este truco necesita dos jugadores. El jugador 1 compra fichas para la ruleta de cierto color y les asigna a cada una un valor de 1 euro (en las ruletas habitualmente los jugadores compran fichas de un color determinado para que se distingan de las de los demás jugadores asignándoles el valor que desean). Algunas de estas fichas acabarán en su bolsillo, en lugar de en la mesa.

Posteriormente, abandona la mesa y le pasa esas fichas a un segundo jugador, que vuelve a la misma mesa y adquiere fichas del mismo color, pero asignándoles un valor de, por ejemplo, 25 euros. Tras jugar un rato, cambia las fichas de 1 euro como fichas de 25.

Parece complicado de realizar y es complicado de explicar, pero este es uno de los engaños que más quitan actualmente el sueño a los responsables de seguridad de los casinos de Las Vegas.

La seguridad

Los casinos no se quedan atrás en lo que respecta a la sofisticación de sus mecanismos de defensa ante estos trucos, aunque la base de todo es tener a una buena cantidad de chicos y chicas listos rondando por la sala de juegos, tanto crupieres como controladores, camareros y demás. Una gran parte del personal recibe formación específica para detectar señales o movimientos sospechosos.

Otro de los fundamentos es la instalación de cientos o miles de cámaras por todo el local cuyas imágenes son analizadas en todo momento por inmensos departamentos de seguridad. Precisamente para facilitarles la tarea a estos departamentos y mejorar su efectividad, en algunos casinos se utilizan sistemas de software de identificación facial para detectar a los sospechosos o reconocer a personas con las que ese casino u otro, ya que comparten la información, ya han tenido problemas en el pasado.

En los casinos más modernos, las fichas cuentan con chips de identificación que alertan al equipo de seguridad cuando las fichas no están donde se supone que deberían estar, si un jugador lleva más fichas encima de las que ha ganado o desaparecen fichas de una de las mesas.

Además si los clientes están hospedados en el hotel, tienen que dar todos sus datos personales y el personal de seguridad del casino tiene acceso a ellos.

El control es tan exhaustivo que el gobierno de Estados Unidos vigila de cerca estas prácticas por si en algún momento pueden llegar a infringir derechos fundamentales.

Jugar como en casa

Pero en toda guerra hay soldados rasos. La mayoría de las personas que van a jugar a un casino no tienen mucha idea de cómo funcionan los juegos más allá de lo que han visto en alguna película. Los datos que a los tramposos les hacen ganar millones a ellos solo les ayudarían a hacerse todavía más lío, ya que a lo único que han venido es a pasar el rato y quizá solo pisarán un casino una vez en la vida.

Los casinos se esfuerzan para que la experiencia de estas personas sea lo más agradable posible. Poco tienen que ver los nuevos casinos de Las Vegas con los sórdidos locales de juego, apuestas y striptease, con los hoteles de bufets fríos, que existían allí hace algunos años. Cada vez se van orientando más a ofrecer los servicios típicos de un resort de vacaciones que, entre diversas opciones de ocio, cuenta con casinos.

En su esfuerzo para realizar este cambio de imagen, se observan importantes cambios de planteamiento: se trata de reinventar la arquitectura de los casinos para que las personas disfruten del acto de perder dinero e incluso para que les anime a perder todavía más.

Todo el mundo tiene en mente el típico casino. Por definición, un casino no tiene ventanas ni relojes, la luz es artificial y cálida, y el ambiente es el mismo tanto si son las 4 de la tarde como si son las 4 de la madrugada. Este concepto, capital en la industria hasta ahora, ha sido puesto en cuestión en los últimos años e incluso desacreditado empíricamente.

En recientes estudios se han descubierto otros factores que influyen mucho más en la manera que tienen los jugadores de gastar su dinero. Por ejemplo, en un estudio realizado con 56 voluntarios a los que se puso a jugar a la ruleta mientras sonaban diferentes combinaciones musicales y de colores de luz, realizado por el psicólogo británico de la Nottingham Trent University, Mark Griffiths, se demostró que una combinación de luces rojas y música rápida hacía que las personas apostaran más rápidamente que con luces blancas y sin música o con una música más lenta.

También importa la cantidad de gente que está alrededor. En la Universidad de Ontario, Canadá, se construyó un casino falso al que se invitó a 484 personas, hombres y mujeres, para estudiar sus reacciones frente a varios estímulos, entre ellos su reacción ante el número de personas que jugaban a su lado. Se observó que cuando el número de personas jugando en una misma mesa era más reducido, las mujeres gastaban más dinero jugando del que habían planeado.

La explicación de esto podría ser que se sentían intimidadas cuando había mucha gente observando su comportamiento. Por tanto, seguramente es más beneficioso para un casino limitar el aforo o que haya una superabundancia de mesas de juego para que el número de jugadores por mesa sea reducido.

El comportamiento de los jugadores también se ve afectado por algunos olores de forma muy sutil. En un estudio realizado por el profesor Alan Hirsch de la Smell & Taste Treatment and Research Foundation (Fundación de investigación y desarrollo del gusto y el olfato) de Chicago, se observó que si una zona de tragaperras de un casino en Las Vegas se ambientaba con una determinada mezcla de aromas agradables pero inidentificables, la recaudación de las mismas se elevaba un 50%.

Eso fue un hecho, pero las auténticas razones de porqué los jugadores se quedaban más rato y gastaban más no quedaron claras, era algo irracional. El profesor Hirsch especuló sobre si lo que ocurría era que quizá les hacía sentirse de mejor humor o quizá disparaba comportamientos agresivos relacionados con el sexo.

También está comenzando a haber cambios desde el punto de vista arquitectónico o decorativo. Algunos arquitectos han comenzado a desbancar el mito del casino “cueva” o “club de caballeros”, de techos bajos, luces cálidas y mullidos sillones de cuero.

Esa descripción encaja bastante bien con la sala que hace tan solo unos años Roger Thomas, el director de diseño de Wynn Resorts, la compañía de juego y hoteles del magnate Steve Wynn, creó para una sala de máquinas tragaperras del casino del Hotel Wynn Las Vegas. Este es un caso paradigmático. El casino pidió un lugar muy masculino, un sitio perfecto para fumar grandes puros, hacerse el machito y beber bourbon.

Los problemas llegaron cuando los chicos de control financiero del casino alertaron de que la recaudación de esa sala no era todo lo buena que cabía esperar. Tras realizar un pequeño estudio, pronto se descubrió la clave del problema. La mayoría de personas que acudían a esa sala a jugar con las tragaperras eran mujeres.

Así que Thomas rediseñó la sala dándole un toque más “femenino”, colocando grandes ventanales que daban a un jardín exterior, de manera que la sala se llenó de luz natural, colocó también enormes plantas dentro de la sala y se deshizo de todo el mobiliario pesado y oscuro reemplazándolo por una gama totalmente distinta diseñada por él mismo y que bautizó como “Conservatorio en el jardín”, llena de tonos lima, cuero blanco y detalles dorados. Mármoles italianos, una gran fuente, orquídeas y alfombras dieron el toque final a una sala tan única e innovadora como kitsch y horterilla, pero que cumplió su función. Las señoras se sintieron bien en un lugar que había sido pensado para ellas y pudieron vaciar sus bolsillos mucho más a gusto que antes.

Una estrategia efectiva, aunque tremendamente sutil. Ya había avisado de que esto de los casinos es como una guerra.

Foto baraja: Enoch Lau bajo lic. CC., Foto ruleta: Quenot bajo lic. CC., Foto Cámara: Olegvolk bajo lic. CC., Foto Rain Man: Cine para cortos, Foto Dados: Dantor Lic. CC, Foto fichas: Jamie Adams bajo lic. CC, Foto baraja: Johnny Blood bajo lic. CC

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