
Mentí: no voy al gimnasio para estar fuerte (o cómo perder frente a la presión estética)
Me he apuntado al gimnasio hace poco y, según a quién se lo cuente, me cuesta decir el verdadero motivo. A veces miento, o digo que alguno de los motivos secundarios —como, por ejemplo, la salud— son, en realidad, el principal. Es que tengo dolores y tengo que fortalecer la espalda. No es mentira, pero es solo una verdad a